diciembre 30, 2011

Mi verdadera felicidad

Cada uno de nosotros debe reconocer con absoluta claridad que es un pecador. Si no atacamos el pecado en sus raíces, en vez de ser más felices en el año 2012, seremos más infelices y estaremos más alejados de Dios. El que se siente pecador y se arrepiente, es el que experimenta el verdadero gozo y la paz que fluye por medio del Espíritu Santo. “Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:13-14). Lo único que lleva a un hombre a Cristo y lo hace confiar plenamente en él, es una verdadera convicción de pecado. Simeón dijo a María mientra tenía a Jesús en sus brazos: “…He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” (Lucas 2:34-35). Muchos piensan solo en términos de hechos específicos y concretos, es por eso que ellos no se consideran pecadores. Pero cuando el hombre se encuentra con Jesús, todos los pensamientos de su corazón quedan expuestos [revelados] ante Su gloriosa majestad. Quienes no han cometido un homicidio o un robo piensan que no son pecadores. Por ese motivo, el joven rico nunca tuvo una verdadera convicción de pecado y por eso mismo nunca vio con claridad la necesidad que tenía del Señor Jesucristo. Si usted no se considera ser un pecador tampoco sentirá la necesidad de acercarse al Señor Jesucristo. Los fariseos, los saduceos y los doctores de la ley no se consideraban pecadores, así que un indocto de la ley y que además había nacido ciego, tuvo que reprenderlos: “Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye” (Juan 9:29-31). Si quiere tener un año de bendición y prosperidad como todos queremos, comienza por humillarte y deja de justificar tu indiferencia, apatía, pereza y dejadez espiritual. No te compare con los demás, enfréntate cara a cara con las Escrituras y obedece a Dios. Si quiere ser feliz en el 2012 ama a tu prójimo como a ti mismos. Saca el odio, y el rencor de tu corazón y deja que Dios cure tus heridas psicológicas, emocionales y espirituales. ¡Perdona y será perdonado! Debemos vivir para Dios, en plenitud de comunión con él y ser fieles en todo. Hemos nacidos para conocer, adorar y servir a Dios. En el 2012 procuremos tener una relación profunda con él. Miremos al Mesías, caminemos en fe y amemos a Dios de todo corazón. ¡Amén!






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diciembre 26, 2011

Apartado por Dios

“Judas, un siervo de Jesús el Mesías, y hermano de Jacobo,  a los llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesús el Mesías. ¡Misericordia y paz y amor os sean multiplicados!” (Judas 1:1-2). Por medio de una acción especial Dios ha apartado de entre toda la humanidad a un pequeño remanente. La acción divina es evidente  tanto en nuestra elección como en nuestro llamado, justificación y santificación. Este remanente se caracteriza por su fidelidad y devoción a Cristo. Cada uno de nosotros debe bendecir al Dios de toda gracia porque nunca ha dejado de haber un remanente distinguido y amado por Dios.  Los verdaderos hijos de Dios son aquellos que sienten celos por los intereses divinos y un afecto genuino por cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo. Judas nos enseña que los que son guardados por Dios, son también poseedores de Su misericordia, paz y amor. “¡Misericordia y paz y amor os sean multiplicados!,” no se puede multiplicar por cero. Por lo tanto, de alguna manera somos poseedores de estos dones divinos. Hay muchas personas que ni son honestas ni tienen motivos honestos ni buenas intenciones. “Pero iré pronto a vosotros, cuando el Señor quiera; y conoceré, no las palabras sino el poder de los que se han envanecido, porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1 Corintios 4:19-20). El reino de Cristo, el cual se hace presente por medio de la iglesia, está respaldado por el poder dinámico del Espíritu Santo, del cual procede la autoridad espiritual que poseemos. No se trata de pertenecer a una iglesia ni de arrogarse el nombre de Jesús, sino de ser parte del remanente fiel. Tampoco es cuestión de nombre ni de doctrinas falaces sino de ser poseedores de verdadero poder y autoridad espiritual. No basta con ser un profesante bautizado, un miembro afiliado a una denominación eclesiástica, por muy respetable y ortodoxa que sea. El remanente se compone de aquellos que son fieles a Cristo, que se aferran tenazmente a su Palabra en toda circunstancia, que se dedican por entero a sus intereses y que aman su venida. El remanente fiel debe tener memoria de las palabras de Cristo y de las palabras que antes fueron dichas por medio de los apóstoles. “Decía entonces Jesús a los judíos que le habían creído: Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:31). Ser parte del remanente fiel, implica obedecer la Palabra de Dios. No sé, como es que pretendemos ser parte de la iglesia de Cristo, sin permanecer en Su palabra. Los que son de Cristo permanecen en armonía, en oración y en comunión. Decimos que somos de Cristo pero cuando Cristo requiere algo de nosotros nos negamos y buscamos numerosas escusas para no responder ni obedecer a su Palabra. Dios nos está llamando a obedecer, a levantarnos de la ruina espiritual y a mirar hacia el año 2012 con optimismo, con fe y esperanza y con el deseo de servirle y de ser mejores cristianos. “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de entre los muertos, Y te alumbrará el Mesías” (Efesios 5:14). Apelo  a los hijos de la luz para que despierten y se den cuenta de la condición peligrosa y descuidada en la que algunos duermen. El 2012 es un año de grandes retos y desafíos, solamente los que son fieles tendrán el poder y la autoridad para superar la oposición de los poderes de las tinieblas y las circunstancias de la vida. Necesitamos ser más activos, más consagrados, más íntegros y más entregados a servirle al Señor. Así y solo así estaremos seguros y disfrutaremos de las bendiciones de Dios. ¡Amén!

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diciembre 25, 2011

Invitado a la fiesta

“Después los sacerdotes y los levitas se levantaron y bendijeron al pueblo; y fue escuchada su voz, y su oración llegó hasta la morada de su santidad en los cielos” (2 Crónicas 30:27). La celebración de la Pascua conmemoraba el momento en el que Dios salvó y libertó a los Israelitas de su esclavitud en Egipto. La mayoría de los que fueron invitados a la Pascua despreció la invitación, pero algunos se humillaron y  aceptaron la invitación del rey Ezequías.  Sin embargo la Pascua tuvo que ser postergada durante un mes debido a que ni los sacerdotes ni los levitas ni muchos de los israelitas se habían purificados. “Pero Ezequías oró por ellos, diciendo: YHVH, que es bueno, haga propiciación a todo aquel que ha dispuesto su corazón para buscar a Ha-’Elohim, a YHVH, el Dios de sus padres, aunque no lo haga conforme a la purificación del Santuario. Y YHVH escuchó a Ezequías y sanó al pueblo.”   En sus corazones no había arrogancia ni pretensión, no había dureza de corazón ni incredulidad ni apatía. Ellos no procuraron encubrir su verdadera condición espiritual ni hubo simulación en su comportamiento como si todo estuviera bien. Ellos asumieron su responsabilidad, se humillaron, confesaron sus pecados y confiaron en la gracia inagotable de Dios. Por haber venido a celebrar una fiesta que no se había celebrado en Jerusalén desde los días de Salomón, fueron ricamente bendecidos. La bendición de Dios no tiene límite, lo que Dios tiene reservado para nosotros por Su gracia, sencillamente no tiene limite. Pero los que tienen sus corazones endurecidos y llenos de perversidad, no serán bendecidos. Los actos de fe no se comprenden porque la gracia y el amor de Dios son incomprensibles. Lo que usted hace debe ser el fruto de una reverente obediencia a la Palabra de Dios. Todas nuestras actividades de fe deben fluir de un corazón contrito y humillado, de un corazón obediente y comprometido con las Escrituras. Dios traerá consuelo y aliento para todo aquel que ama de corazón a Cristo. El arrepentimiento y la humillación son el precioso resultado de la acción de la Palabra de Dios en el corazón y en la conciencia, una acción que produce una profunda devoción personal. Quiera Dios que su Palabra resuene en todo nuestro ser, de tal manera que en vez de conformarnos a las cosas que nos rodean, podamos elevarnos por encima de ellas como testigos de la verdad de Dios y de las imperecederas virtudes del Evangelio de Cristo. La gracia de Dios está fluyendo en toda su riqueza para sacarte de la ruina personal, familiar y espiritual en la que tú te encuentra. Los rayos de luz de las Escrituras están penetrando las profundidades de las tinieblas que te rodean para que pueda ver el camino de la salvación; camino que nos ha sido abierto por la gracia infinita de Dios. La puerta a la vida y a una eternidad con Cristo en el reino de los cielos, todavía esta abierta esperando que tu entre y sea parte de los redimidos. ¿Puede haber algo más excelente que esto? En los días más oscuros, agarrémonos con tesón de la Palabra de Cristo y no neguemos su precioso nombre! Pablo dice: “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”. Hay un camino que debemos seguir este es el camino de la justicia, la paz, el amor, y la fe. ¡Amén!
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diciembre 23, 2011

El nacimiento del Mesías

“Y aconteció que mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días de dar a luz, y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada (Lucas 2:6-7). Dios le  había revelado a Nabucodonosor que el reino del Mesías se establecería durante los días del cuarto imperio mundial, es decir, del imperio romano. “Y en los días de estos reyes, el Dios de los cielos establecerá un reino que no será jamás destruido, ni el reino será dejado a otro pueblo, sino que desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, tal como viste que del monte fue cortada una piedra (no con mano humana), la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación” (Daniel 2:44-45). Si por alguna razón nos inquietan las guerras y los rumores de guerras; la prosperidad de los líderes mundiales y las catástrofes naturales, recordemos que Dios, es quien decide y controla el desarrollo de la historia y no los líderes del mundo. Bajo la protección de Dios, el Reino del Mesías es indestructible. Todos los que hemos creídos en Dios somos ciudadanos de su reino y estamos seguros en él. Augusto César, nunca se hubiera imaginado que con su edicto  él estaba contribuyendo al cumplimiento de las profecías de Daniel y de Miqueas acerca del nacimiento del Mesías. El método usual de los romanos era hacer el censo del pueblo en residencia, pero en este caso se aceptó la práctica de los judíos de volver todos a su ciudad de descendencia. Esto es muy “interesante e importante”, porque de esa manera José y María volvieron a la ciudad de Belén donde debía nacer el Mesías.  “Pero tú, Bet-léhem Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, De ti me saldrá el que será Caudillo en Israel, Cuyo origen es desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2). Desde luego, ni Augusto Cesar ni José ni María ni ningún ser humanos pudo haber ideado y diseñado este plan; fue Dios que  ideó, diseñó y  promovió este plan  para que se cumpliera lo que él mismo había anunciado por medio de los profetas. “De parte de YHVH es esto, y es cosa admirable ante nuestros ojos” (Salmos 118:23). Los historiadores romanos, Suetonio y Tácito, dan testimonio de las expectativas que prevalecían en oriente, de que de Judea saldría el soberano del mundo. Pablo dice: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que redimiera a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4). Los magos no expresaron ninguna duda con referencia al nacimiento reciente del Mesías a quien denominan “rey de los judíos”. Para ellos el nacimiento del Mesías era algo real; lo que ellos buscaban era una respuesta a su pregunta ¿dónde está “el rey de los judíos que ha nacido?” La estrella que estos hombres vieron no era una estrella ordinaria; fue un acontecimiento milagroso para guiar a los magos al lugar del nacimiento del niño. Dios pudo haber enviado a los magos directamente a Belén, pero esto habría dejado a Jerusalén sin la noticia del nacimiento de Jesús. Esta noticia puso en expectativas a toda la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, me resulta increíble y chocante la dejadez de los sacerdotes y de los escribas, mientras los magos [estos extranjeros] fueron en busca del Mesías, los líderes del pueblo permanecieron indiferentes. ¿Por qué ellos no acompañaron a estos extranjeros con el fin de confirmar la noticia y a su vez adorar al Mesías? No tengo espacio para seguir tratando este tema pero quiero decirle que a pesar de que en occidente se celebra el nacimiento del Mesías, muchos son los que permanecen indiferentes  y otros aprovechan la ocasión para la glotonería, el libertinaje y la borrachera. Pero nosotros en lugar de utilizar esta fiesta para hacer lo que es abominable, perverso y repugnante, utilicémosla para buscar al Mesías y para adorarle como los hicieron los ángeles, los magos y los pastores.  “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de su elección [buena voluntad]!” ¡Amén!
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diciembre 14, 2011

Conversaciones con demonios

“Cuando entres en la tierra que YHVH tu Dios te da, no aprenderás a hacer las cosas abominables de aquellas naciones. No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni hechicería, esto es, que sea sortílego o hechicero, ni encantador, ni médium o mago, ni evocador de muertos” (Deuteronomio 18:9-11). Tratar de conocer la voluntad de Dios por medio de prácticas incompatibles con las Escrituras, está estrictamente prohibido. El ocultismo sigue fascinando a la gente; su interés viene del deseo por conocer y controlar el futuro. Sin embargo, aunque Dios nos revela muchas cosas por medio de los profetas, él ha establecido límites. El ocultismo y la idolatría fueron las causas principales por la que Dios ordenó la aniquilación de los cananeos. Entrar en contacto con el ocultismo deja a las personas expuesta a las influencias satánicas y al contacto con poderes destructores. “A la hechicera no dejarás vivir” (Éxodo 22:18). Practicar el ocultismo es rebelarse en contra de Dios y de su autoridad y es además colaborar con Satanás y con sus propósitos. La hechicería es un medio demoníaco utilizado con el propósito de conocer  los acontecimientos futuros. La hechicería presupone que existe un poder [fuera de Dio] que controla los eventos del mundo. Las personas que se dedican a practicar el ocultismo, no están satisfechas con la revelación de Dios por medio de las Escrituras. Pero rebajar la autoridad de la Palabra de Dios, negar la suficiencia de la revelación divina y asociarse con demonios para obtener un mayor conocimiento del futuro, es colocase bajo pena de muerte. Los que adoran a los demonios bajo el disfraz de la religión; realizando prácticas abominables e inmorales, se han colocado así mismo bajo maldición. En la actualidad tenemos muchos adivinos ministrando en los púlpitos de las iglesias y profetizando mentiras con el propósito de sacar provecho. “Entonces Saúl le juró por YHVH, diciendo: ¡Vive YHVH que ningún castigo te vendrá por este asunto!” (1 Samuel 28:10). Es increíble hasta qué grado podemos llegar a engañarnos a nosotros mismos y a racionalizar nuestros pecados. Saúl jura por YHVH ante una adivina. Este hombre estaba desesperado por conocer el futuro y como Dios no le respondió, buscó a una adivina para consultar a los muertos. Existe una gran controversia en relación a este pasaje pero en lugar de darle crédito a las actividades espiritistas o a la invocación de los espíritus de los muertos, este pasaje revela que Dios es el ser supremo. La adivina estaba aterrorizada, y Saúl paralizado por el miedo cuando el Dios vivo los rechazó. Para algunos Dios permitió que Samuel apareciera [en su condición de profeta] para anunciar el juicio de Dios sobre Saúl y  la caída de su reino. Para otros el espíritu que aparece es un demonio que se personifica y toma la apariencia física del profeta Samuel. Dios le concedió a un espíritu de mentira inducir a Acab para que fuera a la batalla y muriera en ella porque así Dios lo había decretado. “… ¿Quién inducirá a Acab para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera y otro de otra.  Y se presentó un espíritu ante YHVH, y dijo: Yo lo induciré. Y le dijo YHVH: ¿De qué modo? Y respondió: Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Y Él dijo: Ciertamente lo inducirás y prevalecerás. ¡Ve y hazlo! Y ahora, he aquí YHVH ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos, tus profetas, pues YHVH ha decretado el mal contra ti” (1 Reyes 22:20-23). Evitemos el mundo de los espíritus, y el engaño de nuestros deseos más profundos. Es preciso  mantener  una vigilancia constante y necesaria para poder discernir y no ser engañado. “Pero cierto varón de nombre Simón, había estado practicando magia en la ciudad y asombraba a la gente de Samaria, haciéndose pasar por alguien importante” (Hechos 8:9). En los días de la iglesia primitiva, los hechiceros y magos eran numerosos e influyentes. Hacían maravillas, efectuaban sanidades y exorcismos, y practicaban la astrología. Simón creyó que el cristianismo era esencialmente lo mismo que su magia, aunque más poderoso y pensó que podía comprar el poder del Espíritu Santo. Satanás utiliza numerosos medios para engañar y mantener a las personas bajo un velo de tinieblas. ¡Manténgase vigilante y no se deje engañar por el diablo ni participe de las prácticas del ocultismo! ¡Amén!
  
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diciembre 11, 2011

Nuestras relaciones

“No os dejéis engañar; las malas compañías [las malas conversaciones] corrompen las buenas costumbres”. (1 Corintios 15:33). Nuestras relaciones entre sí constituyen un asunto mucho más importante de lo que normalmente se cree. Un desliz en nuestra conducta ética es equivalente a una negación de la resurrección del cuerpo y de la responsabilidad que tenemos de rendir cuentas ante el tribunal de Cristo por todos los que hayamos hecho, mientras estábamos en el cuerpo. Pablo cita a Menandro, un escritor ateniense del tercer siglo a.C., para mostrar que nuestras vidas son influidas por lo que creemos y por las personas con quienes nos asociamos. “Poniendo a prueba qué es lo que agrada al Señor, no participando en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendiéndolas, porque vergonzoso es aun hablar las cosas que hacen en secreto” (Efesios 5:10-12). Pablo nos instruye a reprender y a denunciar las obras de las tinieblas, nuestro silencio puede interpretarse como una aprobación de estas obras. Dios está buscando personas que defiendan lo bueno. Dondequiera que usted esté, hable con amabilidad de lo que es bueno y verdadero. Aun cuando nos reunamos para compartir en una fecha especial o como amigos debemos ser vigilantes con el fin de no profanar el templo del Espíritu Santo.  “Es triste y humillante, oír la clase de conversaciones que tienen a menudo aquellos cuyos principios deberían manifestarse de manera  muy diferentes” [C. H. Mackintosh]. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buena reputación; si hay alguna virtud, si hay algo digno de alabanza, en eso pensad” (Filipenses 4:8). Estas son las cosas que deben llenar nuestros pensamientos. En la medida en que usted y yo las tomemos en cuenta, ellas definirán nuestras actitudes, nuestras palabras y acciones. Estas son las cosas en la que debemos pensad, en todo lo que  es: verdadero, honesto, digno, honorable, correcto, justo, puro, santo, amable, bello, de buen nombre y digno de ser oído. El vocablo griego “arete” [virtud], dentro de la ética clásica, es el que mejor define lo excelente, y lo que es digno de alabanza y recomendación. Una persona que cree en lo que profesa, no debe desestimar estas preciosas e importantes verdades, si estas verdades han tenido un efecto en sus corazones, no dejen que Satanás les use para calumniar ni para conversar sobre cosas que no convienen. Mackintosh dice: “Un corazón que se halla bajo la bendita influencia de estas maravillosas verdades, ¿hallaría, acaso, el menor gozo, el más mínimo aliciente en participar en esas conversaciones vanas, frívolas y vacías, en pláticas que tratan de personas o de circunstancias con las cuales el creyente no tiene nada que ver: cine, fútbol, eventos deportivos típicos de su país, maniobras políticas, boxeo, y de todas las demás futilidades en boga? ¿Son éstas las ocupaciones de un corazón lleno de Cristo? Sin embargo, hay que reconocer que éste es el caso de muchos cristianos profesantes, cristianos de labios”. “Porque el ejercicio corporal para poco aprovecha, pero la piedad es provechosa para todo, teniendo promesa para esta vida y para la que viene” (1 Timoteo 4:8). Los cristianos invierten tiempo y dinero en las cirugías domésticas, dietas rigurosas, y gimnasios, etc. Pero el entrenamiento físico aunque es bueno, y hasta esencial; tiene una utilidad muy limitada. Con ejercicios solamente se desarrolla una parte de la persona; y produce unos resultados pasajeros, porque nuestro cuerpo es pasajero como una tienda que se va desgastando con el tiempo. El entrenamiento en la piedad desarrolla la personalidad total en cuerpo, mente y espíritu, y sus resultados son permanente tanto en el tiempo como en la eternidad. El cristiano no es un atleta de gimnasio, sino un atleta de Dios. ¡Amén!
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diciembre 09, 2011

La plenitud de fe

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos10:19-22). El fundamento para nuestra confianza está en el hecho de que ahora tenemos acceso al lugar santísimo por medio del sacrificio de Cristo. Esto debería inspirarnos y hacernos acercar cada día más a Dios. La verdad que recibimos y aceptamos puede ser limitada y deficiente, y nuestra certeza puede ser una convicción de la mente y no una fe viva. Necesitamos tener una fe que abarque e incluya todo lo que Dios nos ofrece en las Escrituras. Solo podamos recoger la provisión de Dios y sus promesas, cuando nos acercamos a él en plenitud de fe. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). La fe nos permite tener a Dios mucho más cerca que a nuestros amigos y vivir en una comunión ininterrumpida con el Altísimo. La sangre de Cristo puede limpiar nuestra conciencia y abrirnos el camino para que nos acerquemos a Dios. Cuando usted tiene una conciencia limpia y una confianza indudable en el Señor puede pedir y recibirá, buscar y hallará, llamar y se le responderá. La luz y la gloria de Dios estará sobres usted con toda seguridad. Si nos acercamos a Dios en plena certidumbre de fe, experimentaremos el poder que fluye del altar, recibiremos la unción y el fuego del Espíritu Santo. La fe nos capacita para mirar a Jesús en toda su gloria y al mirarle, podemos pedirle que intervenga a nuestro favor e interceda por nosotros. Por la fe nos enfrentamos a los imposibles, a nuestros fracasos, al pecado, nuestras debilidades y a los poderes del mal; nada nos limita cuando le creemos a Dios. Él que levantó a Jesús de entre los muertos, tiene poder para tomarnos e introducirnos en Su presencia, más allá del velo. Tanto en la casa como en el corazón de Dios hay un lugar para los que creen. Nuestras debilidades se deben a que no creemos. El Espíritu Santo nos pide un corazón sincero e inmediatamente después, nos dice que nos acerquemos al Santuario en plenitud de fe. Hay una fe de percepción, deseo, confianza en la verdad de las Escrituras, y aceptación personal. Pero la fe que se nos pide, es la fe que tiene un amor que abraza las promesas de Dios, una fe que tiene una voluntad que abarca la totalidad de la revelación divina, y una fe de sacrificio, que está dispuesta a esperar sólo en Dios. No estoy hablando de certidumbre de pensamiento. Usted puede tener una doctrina correcta pero no es a esto a lo que nos referimos aquí. La fe que mueve a Dios, es la fe que nace de un corazón sincero y de una conciencia limpia. Es esta fe la que toca el corazón de Dios; esta es la fe que abre las puertas de los cielos y hace posible que Dios realice su obra. La fe hace que lo sobrenatural entre en acción en el mundo natural. Es la fe la que pone en movimiento los recursos de Dios. Lo que Dios quiere hacer en ti, es aquello que tiene lugar en el plano de lo sobrenatural; esto está más allá de lo que tú puede pensar. No trate de entender todo lo que Dios está haciendo, solo confía en él. ¡Amén!



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diciembre 07, 2011

Sobre ti fijaré mis ojos

“Entonces el Espíritu de Dios descendió sobre Azarías ben Oded, quien salió al encuentro de Asa y le dijo: Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: YHVH está con vosotros mientras vosotros estéis con Él. Si lo buscáis, Él se dejará hallar por vosotros, pero si lo abandonáis, Él os abandonará” (2 Crónicas 15:1-2). Nuestra victoria es la recompensa de nuestra fe en Dios. Si buscamos a Dios aunque las probabilidades de ganar en la batalla parezcan imposibles e inciertas, él nos dará la victoria. Buscar a Dios requiere de un nivel de intensidad superior a lo ordinario y además implica ser diligente en el proceso. En la Biblia, se nos da a conocer el plan y el propósito de Dios. Así como el Señor en su soberanía escogió a Jeremías, lo predestinó, llamó, y santificó, también lo ha hecho contigo; Dios te ha llamado con un propósito. “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). Todos los que han recibido a Cristo como su Señor y salvador y tienen al Espíritu Santo morando en ellos, tienen el potencial para convertirse en líderes y realizar el plan de Dios para sus vidas. Dios quiere mostrarnos el camino y darnos a conocer su plan. “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32:8). Dios ha fijado sus ojos sobre ti para hacerte entender y comprender su propósito. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan para bien, a los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que antes escogió, también los predestinó a ser de la misma forma de la imagen de su Hijo, para que Él sea primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también declaró justos; y a los que declaró justos, a éstos también glorificó" (Romanos 8:28-30). El creyente debe ser sensible a la voz del Espíritu Santo. Si no entendemos el plan y el propósito de Dios; comenzaremos a vivir una vida frustrada y completamente aburrida. Lo que le da sentido a nuestra vida es la realización del plan y propósito de Dios en nosotros. A los hombres y mujeres de Dios, él siempre les ha mostrado su propósito para que actúen y caminen en fe. La incredulidad es un impedimento para la concretización del plan y propósito de Dios. Las Escrituras nos muestran como el diablo trabaja para destruir vidas porque Satanás también tiene un plan; él tiene sus propias estrategias.  Nosotros tenemos la mente de Cristo y esto nos permite descubrir los “ardides” de Satanás. Sin embargo, necesitamos ser personas diligentes y actuar con sabiduría para poder lograr nuestras metas en el Señor.  “El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos” (Proverbios 16:9). Si Jesús no tiene el control de nuestra vida, podríamos zozobrar con facilidad. Él debe tener el control porque el único que puede dirigir nuestra vida sin tropiezo, es Dios. Es tiempo de buscar a Dios, descubrir su propósito, comenzar a realizar sus planes y caminar hacia la meta. Tu debe tener el plan de Dios bien claro en tu mente y en tu corazón. “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9). Nehemías le dio objetividad a su plan para reconstruir los muros de Jerusalén y para poder animar a los demás con el fin de que ellos también captaran el propósito de Dios. “Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio” (Nehemías 2:17). Jesús sabía lo que quería cuando dijo: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Las metas son los pasos específicos, medibles, factibles, y puestos en un orden cronológico. Organiza y maneja bien tú tiempo para que vea cumplido los deseos de tu corazón. ¡Amén!


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diciembre 04, 2011

Verederos guerreros

“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas; destruyendo razonamientos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo; estando dispuestos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea completa” (2 Corintios 10:3-6). Nosotros somos simples seres humanos y como tales somos débiles y frágiles. Sin embargo, para ganar nuestras batallas no dependemos de la astucia de los hombres de este mundo  ni necesitamos utilizar sus métodos. Como cristianos debemos decidir qué métodos emplearemos, si los métodos de los hombres o los de Dios. El propósito de Pablo no era sólo demoler los falsos argumentos, sino también llevar cautivos nuestros pensamientos a Cristo. Debemos procurar destruir todo aquello que se opone a la voluntad y al verdadero conocimiento de Dios. Las poderosas armaduras de Dios están disponibles para pelear y destruir las “fortalezas” de Satanás. Tenemos poder espiritual y sobrenatural para destruir todos las murallas construidas por Satanás. “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz” (Romanos 13:12). Para ser verdaderos guerreros debemos renunciar a todo aquello que pertenece a las tinieblas; nuestra conexión con la oscuridad debe quedar completamente rota. Debemos vestirnos del Señor Jesucristo, someternos a su voluntad, aceptar sus normas morales, vivir en constante compañerismo con él y depender de su fuerza. No debemos proveer absolutamente nada para los deseos de la carne ni para sus requerimientos y apetitos. El día del Señor se acerca progresivamente en la misma medida en que este presente siglo se desarrolla. Esta es la razón por la que debemos abstenernos de aquellas acciones que son características de las tinieblas, y de ese sistema que está enteramente opuesto a Dios ni siquiera debemos pensar en aquellos deseos pecaminosos que provienen de este mundo pecador. Nos conviene vivir vigilantes, sin dejarnos arrastrar por las tendencias de la carne y los espejismos del mundo. Encaremos con todo el fuego de nuestro carácter espiritual, a todos aquellos que tratan de desacreditarnos. Vivimos en la carne como cualquier ser humano pero no militamos según la carne. Refutemos el atrevimiento de los enemigos del Evangelio. “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (Jeremías 1:10). Es importante saber, que este poder y autoridad no proviene de nosotros mismos, sino de Dios por medio del Espíritu. Tenemos poderosas armas defensivas como son: el yermo de la salvación, la coraza de justicia,  el cinto de la verdad, el calzado del evangelio y el escudo de la fe. Todas estas son armas defensivas pero además tenemos armas ofensivas [armas de ataque] como son: la espada del Espíritu y la oración [pero no cualquier oración, sino la oración en el Espíritu]. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.  Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:10-11). En la vida cristiana batallamos en contra de fuerzas malignas poderosas, encabezadas por Satanás. Para contrarrestar sus ataques, debemos depender de la fortaleza de Dios y usar cada pieza de Su armadura. Todo el cuerpo necesita armarse. Cuando usted luche en contra de los “gobernadores de las tinieblas”, hágalo siempre con las armaduras de Dios y con el poder del Espíritu Santo. Enfrentamos un ejército poderoso que tiene como meta destruir a la Iglesia de Cristo. ¡Amén!
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diciembre 02, 2011

Un camino marcado por Dios

“Orad sin cesar”. (1 Tesalonicenses 5:17). Dios quiere estar en relación con el hombre, estar cerca de él como un padre de sus hijos, sin que esto signifique un debilitamiento de Su poder. No orar, es no entender ni darse cuenta de que cuando oramos entramos al santuario espiritual y nos situamos en la misma presencia de Dios, y ¿qué puede ser más importante que estar en la presencia de Dios? No orar, nos hace incapaces de captar el hecho de que Dios nos ha salido al encuentro en la persona de Jesucristo. Orar es una necesidad, es una forma de respirar y obtener el oxígeno necesario para la vida.Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). La comprensión espiritual del evangelio, combinada con una actitud de oración, es la combinación que todo creyente debe buscar. La oración en el Espíritu, es una de las armas de ataque más poderosa con que cuenta el creyente; la otra es la espada del Espíritu. Por medio de la oración intercesora nos fortalecemos y “podemos estar firmes contra las asechanzas del diablo”. Orar creyendo y obedeciendo a lo dicho por Dios en las Escrituras, nos permite ser santificado y fortalecido en el poder del Espíritu. Una actitud correcta en este sentido traerá una unción poderosa a nuestra vida y ministerio. Orar nos permite reconocer lo que Dios a hecho por nosotros en Jesucristo. La oración guiada por el Espíritu es sumamente poderosa.Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:26-27). El presente estado de debilidad surge por una gran mezcla de ideas y sentimientos que se origina en nuestro ser interior, al reconocer que lo que apreciamos con los sentidos es algo pasajero. Sin la presencia del Espíritu en nosotros carecemos de visión espiritual y en ese estado es imposible comunicarse con Dios, debido también  a la inevitable imperfección que hay de nuestro lenguaje para expresar los sentimientos de nuestro corazón. Mientras luchamos por expresar con palabras los deseos de nuestro corazón, nos damos cuenta que las emociones más profundas del corazón son inexpresables pero el Espíritu la expresa con “gemidos indecibles”. La profundidad y madurez de nuestra experiencia espiritual nos permite tener una actitud mental y realizar un ejercicio provechoso por medio de la oración. La oración no es un acto arbitrario, cuando oramos, no podemos aventurarnos ni seguir nuestra fantasía; Dios nos ha marcado el camino que debemos seguir. Él  mismo nos enseña cómo debemos orar, debido a que tenemos una gran cantidad de cosas que pedir. “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). Es evidente que lo que aquí se condena no es la oración en público, sino el carácter indiscreto de la verdadera oración. Si oramos como lo hacen los paganos, lo que estamos haciendo es despreciando el carácter sagrado de la oración. “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos” (Mateo 6:9-13). La verdadera oración no es una técnica ni un desempeño, sino una relación. Logramos esta relación solo por medio de Jesucristo y del poder santificador del Espíritu. La experiencia de Zacarías el padre de Juan el Bautista tuvo lugar  a la hora de la oración. “Aconteció, pues, que mientras él ministraba como sacerdote delante de Dios en el turno de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, entrando en el Santuario del Señor, le cayó en suerte ofrecer incienso. Y toda la gente del pueblo estaba orando afuera, a la hora del incienso”. El milagro de la puerta de la hermosa fue a la hora de la oración. “Cierto día Pedro y Juan subían al Templo a la hora de la oración, la novena”. Grandes cosas ocurren por medio de la oración.   ¡Amén!

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