ὠδίνω significa “sufrir dolores de parto” y ὠδίνως “dolores de parto”. Homero usaba estos términos en sentido figurado para referirse al dolor repentino y violento causado por heridas. Platón relaciona estos vocablos con la obra de Sócrates. La madre de Sócrates era partera y el filósofo se consideraba así mismo como un partero del conocimiento. Aristóteles lo usa en cambio para referirse al proceso natural del parto y Plotino encuentra en ellos una aplicación cosmológica y psicológica. La LXX [la versión de los setentas] introduce términos más subjetivos para referirse a los dolores de parto y usa además términos hebreos que denotan el embarazo como tal. Cuando los hebreos emplean la metáfora del parto, la referencia es más a los temblores convulsivos que al dolor, y se trata de la ansiedad y la angustia ocasionadas por las guerras y las aflicciones, y para referirse al juicio divino. Isaías dice: “Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué. Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto” (Isaías 51:1–3). Abrahán fue la cantera, de donde la nación de Israel había surgido, Abraham había sido llamado a salir de una tierra extranjera para heredar las tierras de Canaán, en Canaán fue protegido, prosperado y bendecido por Dios. Hermano el Dios que bendijo a un individuo, hasta llegar a hacer de él una poderosa nación, no se olvidará de ti. Tú y tu casa renacerán; volveremos a cantar y a oírse nuestras voces; nuestras bocas se llenarán de alabanzas y de adoración en medio de la casa de Dios. Aun cuando el parto sea doloroso somos el pueblo escogido por Dios. “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová. Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas” (Isaías 54:1-3). En medio de las pruebas y del juicio siempre habrá una firme expectativa de salvación. David dice: “Pero tú eres el que me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre. Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios” (Salmos 22:9-10). El alma que recibe la semilla de la Palabra divina, queda pronto embaraza y cuando entre en labores de parto, dará a luz una mente renovada y completamente sana. Para los hijos de Dios habrá bendición sin importar las circunstancias ni el momento. La destrucción que sobrevendrá inesperadamente en los postreros días es para a aquellos que viven confiados en sí mismos, y de espalda a Dios; es para quienes rechazan a Su único Hijo y aborrecen Sus palabras. Es a causa del pecado que toda la creación gime como mujer que está para dar a luz; esperando la manifestación de los hijos de Dios, y del surgimiento de un nuevo cielo y una nueva tierra. El sufrimiento y dolor que hay en el mundo es a causa de los hombres impíos que han rechazados el Evangelio. Dios no quiere que nadie se pierda pero el tiempo es corto y el fin está cerca. ¡Amén!
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