Estamos obligados no solo a conocer acerca de Dios, sino a conocer a Dios. Necesitamos que nuestra relación con Él sea restablecida. Jesucristo ha conquistado nuestras mentes y corazones por medio del Evangelio. Todo el conocimiento que tenemos de él proviene de las Escrituras, la Biblia es la que da un testimonio completo acerca de Él. Para comprender la Biblia, debemos comenzar en el punto en el que por primera vez conocimos a Dios, es decir, en Jesucristo, y veremos cómo cada parte de la Biblia se relaciona con Él y su obra salvadora. Esto se aplica tanto al Antiguo Testamento como al Nuevo Testamento. No debemos olvidar algo tan evidente como esto. La palabra del Evangelio penetra en nosotros, por medio del poder del Espíritu Santo, y nos lleva de las tinieblas a la luz, es decir, a Cristo. “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16). El Evangelio es el mensaje del reino de Dios y este reino ha venido en la persona y obra de Jesús de Nazaret. Así como hemos empezados la vida cristiana, por medio de la fe en Jesucristo, así también debemos continuar, viviendo por la fe en el Hijo. Dios está transformando nuestras mentes y voluntad por medio del Evangelio para que la salvación y el poder del Espíritu fluyan en nuestro ser. En los postreros días Dios derramará espíritu de conversión, sostendrá y llevará a Su pueblo a la madurez y a la perfección por medio de Jesucristo. “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10). Ya no podemos pensar como si fuéramos humanistas ateos, la mente del humanista, tiende a reprimir la verdad, pero la mente del creyente es transformada por el Espíritu. Debemos luchar constantemente contra el humanismo, utilizando el poder de Dios. No debemos separar la obra redentora de Cristo de la iluminación que recibimos de él. Somos salvos para poder conocer verdaderamente a Dios y vivir en comunión con Él. Todo lo que Cristo fue e hizo durante su ministerio terrenal tuvo por objeto revelamos la verdad acerca de Dios, de nosotros mismos y de todo el orden de la creación. Por consiguiente, parte de nuestra salvación incluye también la iluminación de nuestra mente. Al creer en Cristo somos regenerados por el Espíritu, y la regeneración [o nuevo nacimiento] incluye también la renovación de nuestra mente. La mente recupera su verdadera función para poder juzgar e interpretar todas las cosas por medio de la Palabra de Dios. Renovar nuestra mente, proviene del rol eterno de Cristo como el agente de la Creación. Pablo dice que todas las cosas fueron creadas en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo (Colosenses 1:16). Dios creó todas las cosas con el propósito de redimirlas en Cristo. ¡Amén!
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