“Como el gorrión en su vagar, y
como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa” (Proverbios
26:2). Las escrituras hebreas revelan que existen seis maldiciones activas y
que están operando en los aires. Aor, es una maldición que produce “ceguera espiritual, y bloqueos
mentales. Es una fuerza poderosa que impide a la persona conocer la verdad de
Dios. Un manto de oscuridad ha caído,
y su entendimiento ha sido segado; de modo que la persona no puede comprender
las Escrituras, ni entender el plan salvador de Dios. Se activa cuando se habla
mal de los hombres y las mujeres de Dios. El Señor dice: “Bendeciré a los que
te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré;…” (Génesis 12:3).
Qalal, es una maldición que causa una disminución de la visión. Nuestra
visión espiritual es una fuente de vida y esperanza. Genera esperanza en medio
del desaliento y nos provee fortaleza en la tribulación. Esta maldición priva a
la persona de la prosperidad, porque sus efectos disminuyen la capacidad del
individuo para realizarse y sin que se de cuenta comienza a perder poder, todo
cambia de dirección. Esta maldición se activa cuando hay corrupción y violencia.
La palabra corrupción significa, hacer trampa, dañar, estafar, robar, y
defraudar. Nos podemos esconder de la esposa, el pastor, el jefe, y los padres,
pero de Dios nadie se esconde. La palabra violencia en hebreo quiere decir
ahorcar, tomar por el cuello, asfixiar. [Ver la historias de los dos deudores en Mateo 18:28-30]. El siervo siendo perdonado no quiso perdonar a
su hermano y consiervo. Este hombre estaba destinado a ser libre física y
financieramente pero la falta de perdón lo redujo a la esclavitud.
Alah, es
una maldición con una capacidad altamente destructiva, y provoca confusión
mental. El individuo bajo los efectos de esta maldición se siente ser una
victima, suele tener una actitud de autocompasión y de derrota. Esta maldición
se activa cuando son violados o traspasados los mandamientos de Dios. La
palabra traspasar significa cambiar o quebrantar los mandamientos de Dios. Todo
Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha
caído sobre nosotros la maldición… que está escrita en la ley de Moisés, siervo
de Dios; porque contra él pecamos (Daniel 9:11).
Arar, es una maldición que provoca
la perdida de la gracia, la persona se vuelve antipática, indeseable, y
rechazada. Cuando una persona está bajo esta maldición nadie quiere estar con
ella. La persona que está bajo esta clase de maldición, siempre se presenta
incómoda, e insatisfecha, siente que todos lo desprecian, y lo humillan. Esta
maldición se activa cuando no se honra a
Dios. La mujer provocó esta maldición (arar) al obedecer la voz de la serpiente
en lugar de obedecer y honrar a Dios.
Jerem, es
una palabra que literalmente significa anatema y es una maldición que desata un
poder que puede destruir completamente, aniquilar, o herir de muerte a la
persona. Esta maldición desata una fuerza demoníaca terrible. Quienes están
bajo los efectos de esta maldición tienen la tendencia a morir de muertes
violentas, accidentes fatales, y caídas traumáticas e inesperadas. “Pero
vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema,
no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis” (Josué 6:18).
Nakab, es
una palabra que “significa lleno de huecos” esta maldición hace que una
persona, ciudad o pueblo este siempre expuesta a la violencia, las personas
mueren acuchilladas o agujereadas. Cuando esta maldición viene sobre una
persona, familia, negocio, o nación hace que todo se arruine, la bendición se
va, porque se han producido agujeros, y perforaciones. El orgullo y la altivez,
y principalmente la soberbia son las causas de esta terrible maldición. “Porque
día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo
enaltecido, y será abatido” (Isaías 2:12). Cualquier maldición expresada sobre
nuestras vidas, puede ser revocada, anulada e invalidada por la obra de
Jesucristo, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El fue hecho
maldición para que a cambio recibiéramos bendición. Para quebrantar una
maldición debemos reconocer las causas de la maldición y arrepentirnos en
nuestro nombre y en el nombre de nuestros antepasados. Como personas
arrepentidas debemos confesar nuestro pecado, y cambiar de actitud para no
volver a cometerlo. Es necesario pedir perdón al Padre Eterno en el nombre de
nuestro Salvador y Señor Jesucristo. “El que confiesa y se aparta alcanzará
misericordia”. ¡Amén!
bueno eso es correcto conoceré la verdad y me hará libre, confieso el pecado me arrepiento y no lo practico mas. gracias pastor gomez
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