“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el
fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni
encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es
abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas
abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto
serás delante de Jehová tu Dios”. En su deseo de conocer la voluntad de Dios,
el pueblo muchas veces participaba de prácticas ocultas realizadas por los
adivinos, los espiritistas, los magos y los exorcistas. Estas prácticas
abominables para tratar de conocer la voluntad divina y predecir el futuro son
rechazadas por Dios. En el presente contexto la palabra “abominación” se
refiere a las maneras y formas utilizadas para tratar de descubrir la voluntad
de Dios por medio de prácticas religiosas incompatibles con el Espíritu Santo
quien utilizó a los profetas y a los sacerdotes en Israel. “Entendiendo primero
esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque
nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres
de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20-21).
1.- Los magos eran personas que procuraban conocer la voluntad de los
dioses por medio de la práctica del ocultismo. Una traducción más correcta del
hebreo sería “aquellos que adivinan”. En el libro del profeta Miqueas la
adivinación es una actividad de los profetas falsos (Miqueas 3:11). 2.- El
exorcista era la persona que usaba ciertos ritos mágicos o conjuros para
expulsar a los espíritus malignos. 3.- El adivino era una
persona que adivinaba por medio de objetos, como la copa (Génesis 44:5), por
medio de flechas, terafines o ídolos domésticos, por medio del hígado de los
animales (Ezequiel 21:21), por medio de imágenes, y por medio de palos (Oseas
4:12). 4.- El hechicero era la persona que usaba sus artes mágicas para hacer
señales (Éxodo 7:11), para producir el mal (Isaías 47:9, 12) o para influir en
la vida de otra persona. 5.- El encantador era aquel que usaba fórmulas mágicas
y maldiciones poderosas para controlar a otra persona bajo su encanto.
El ocultismo trata de mezclar la verdad y la mentira. Habla a veces de
la hermandad entre los hombres y la paternidad de Dios. Hace hincapié en la
vida espiritual. Sin embargo, hace caso omiso del pecado, la autoridad bíblica
y la obra redentora de Cristo. El ocultismo tiene sus raíces en las actividades
de los espíritus y fuerzas de las tinieblas. La Biblia no niega la realidad de
estas fuerzas. Sin embargo, nos dice que debemos rechazarlas completamente. El
ocultismo lleva a los hombres a adorar a dioses impersonales. La Biblia nos guía
para que podamos conocer al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y sobre todo al
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. El ocultismo surge
de las tinieblas. La fe bíblica del AT y el cristianismo del NT surgen de la
luz (Juan 8:12).
El ocultismo se fundamenta en la
especulación y en la adivinación. El mensaje bíblico se fundamenta en la fe en el
Dios que se revela en la historia. No es accidente que la advertencia en contra
de la hechicería viene antes de la presentación del Mesías como un profeta semejante
a Moisés. La revelación dada a Moisés fue cara a cara en el monte Horeb pero
lo que dicen estos hombres son adivinaciones que surgen de las practicas espiritistas.
El Espíritu Santo que inspiró la Biblia vive en la Iglesia y desea vivir
en nuestros corazones. Las vidas llenas del Espíritu Santo no tienen necesidad
ni el deseo de participar de la hechicería
ni del ocultismo. Rechacemos la hechicería en toda su forma, rechacemos la brujería
y el ocultismo. Tu mejor protección en contra de todos estos es una fe bíblica
y una relación vital con Cristo.
Aunque muchas personas consideren que Halloween es una diversión
inofensiva, la verdad es que las prácticas asociadas a esta celebración no lo
son. “Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los
demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis
partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de
los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los
demonios” (1 Corintios 10:20, 21). Según los Mitos celtas, se creía que
durante la fiesta pagana de Samhain —la cual se celebra hace más de dos mil
años— “los espíritus del más allá podían recorrer la tierra y los humanos
podían visitar el mundo de los muertos. La tradición de Samhain ha sobrevivido en
las fiestas de Hallow’een y del día de los fieles difuntos”. La Biblia enseña que los muertos “no tienen
conciencia de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5). Por lo tanto, no pueden
interactuar con los vivos.
Algunos celtas se disfrazaban de criaturas sobrenaturales para que los
espíritus que deambulaban por la tierra creyeran que ellos también eran
espíritus y no les hicieran daño. Otros pretendían apaciguarlos ofreciéndoles
dulces. En la Europa medieval, el clero católico terminó adoptando muchas
costumbres paganas y animó a sus feligreses a disfrazarse en la víspera del día
de Todos los Santos e ir por las casas pidiendo pequeños regalos a cambio de
una oración por los difuntos. Pero la Biblia prohíbe mezclar las creencias
paganas con el culto al Dios verdadero (2 Corintios 6:17). A los fantasmas,
vampiros, hombres lobo, brujas y zombis siempre se les ha relacionado con los
espíritus malignos. Y la Biblia dice claramente que debemos luchar contra tales
espíritus (Efesios 6:12). ¡Amén!