David
tuvo mucho éxito en casi todo lo que emprendió y se hizo famoso en toda la
tierra, pero no quiso valerse de su popularidad para sacar ventaja contra Saúl.
No permita que la popularidad distorsione la percepción que debe tener de tu
propia importancia. Resulta comparativamente fácil ser humilde cuando uno no
está en el centro del escenario pero, ¿cómo actuaría usted ante la alabanza y
la honra que recibe? La razón práctica perfeccionada por la virtud de la
prudencia, es el principio genérico, en donde se habrán de insertar luego, los
actos concretos de la conciencia. “Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia
muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar (1
Reyes 4:29). Dios le dio a Salomón, altas facultades mentales, y una gran
capacidad para recibir e impartir conocimiento.
El hombre
virtuoso es, el hombre prudente que al obrar piensa en las consecuencias
posibles de su acción, el que previene las dificultades que podrían salirle al
paso. ¡Amén!
Estamos dedicado al estudio de las Escrituras. Analiza conmigo tema de erudición, teología sistematica y dogmática; teología fundamental, moral y crítica; hermenéutica, homilética, exégesis, lingüística, sociología, psicología pastoral, historia, guerra espiritual, liderazgo y mucho más.¡Únete!
octubre 11, 2014
La
prudencia aparece, como faro y luz de la conducta del ser humano, como el ojo
del alma, según la bella expresión aristotélica; pero su fuerza visual no le
viene meramente de ser una virtud intelectual, sino de la salud de todo el
hombre. El mero saber moral no convierte a la persona en prudente; los buenos
no son los que saben, por el mero hecho de saber, pues muchas veces sabemos lo
que es mejor y lo aprobamos, pero seguimos decididamente lo peor. “El mérito de
un ser humano no debe juzgarse por sus buenas cualidades, sino por el uso que
hace de ellas”. Claro está que la prudencia por su condición de habilidad
práctica no ha de ser ciega intelectualmente; la prudencia es la razón
práctica, pero al fin y al cabo también es el ejercicio de la razón, pues sin
ella no habría virtud. “Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos,
y Jehová estaba con él” (I Samuel 18:14). Las preferencias del pueblo por el
joven David eran manifiestas, lo que despertó en el corazón de Saúl la
enfermedad de los celos, de la que no se pudo curar durante toda su vida.
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