“Acordaos de vuestros pastores,
que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de
su conducta, e imitad su fe” El cristiano, tiene una gran deuda con quienes le han
enseñado y han sido ejemplos para ellos. Siga los buenos ejemplos de quienes
han invertido parte de sus vidas, fuerzas, y recursos en usted, para servirle y
educarlo en el Señor. Para ser una persona de éxito, es necesario ser una
persona activa. El éxito está íntimamente relacionado con nuestras acciones. Si
ere fiel a Dios y permanece en el lugar que Dios te ha colocado será una
persona exitosa. “Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque
cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor” (1Corintios 3:8). El que
planta y el que riega tienen ambos un mismo propósito, no están compitiendo
entre ellos; sino sirviendo al Señor, según la misión que Dios mismo, el dueño del
campo, les ha asignado. Lo importante no es nuestra posición eclesiástica sino
la labor que realizamos para Dios. Nuestro trabajo sería algo totalmente
estéril, sino fuera acompañado de la acción invisible de Dios.
“Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Para ser productivo debemos
permanecer en Cristo, y estar unidos a Él por la fe. El resultado del poder y
de la presencia de Cristo, es nuestra productividad espiritual. Sin él, no
permanece en nosotros nada (absolutamente nada) de valor espiritual. A través
del éxito Dios prueba tu carácter y tu fidelidad. “Cuídate de no olvidarte de
Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”
(Deuteronomio 6:12).
La prosperidad puede nublar
nuestra visión espiritual, y hacernos
autosuficientes, deseosos de adquirir más y más de todo, menos de Dios. Esto
nos lleva a concentrarnos en la autopreservación, en lugar de concentrarnos en
la gratitud y el servicio a Dios. Cuando tenemos ánimo para trabajar para Dios,
el Señor nos da la victoria, el éxito es seguro. “Edificamos, pues, el muro, y
toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo
tuvo ánimo para trabajar” (Nehemías 4:6). El pueblo progresó en la obra porque
no perdieron la esperanza ni se rindieron, sino que perseveraron en el trabajo.Para
tener éxito debemos combinar una buena disposición con un buen trabajo para
Dios.
Los que fracasan son los que no
comprenden cual es el precio del éxito y los que lo saben pero no están
dispuestos a pagar el precio. El éxito surge de la ceniza de nuestros fracasos.
“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de
Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los
profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron
promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de
debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos
extranjeros” (Hebreos 11:32-34).
Nuestras limitaciones
personales las superamos con éxito cuando desviamos la vista de nosotros mismos
y miramos a Dios con los ojos de la fe. “¿No sabéis que los que corren en el
estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de
tal manera que lo obtengáis” (1 Corintios 9:24). Sin Dios es imposible
triunfar. “Entonces Samuel dijo a Saúl:
Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te
había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para
siempre” (1 Samuel 13:13). Obedecer la Palabra, es sin duda, los que nos dará
el éxito y traerá la bendición de Dios a nuestras vidas. ¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario