noviembre 30, 2011

Protegido por Dios

“Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar” (Génesis 28:10-11). La partida de Jacob de su casa paterna fue una huida ignominiosa; por temor a ser seguido por su hermano, no tomó el camino común, si no que se fue por sendas solitarias y poco frecuentadas, lo que aumentó la duración y los peligros de su viaje. Pero una crisis personal a menudo se convierte en una ocasión para una profunda experiencia espiritual. Jacob le había arrebatado a su hermano, el derecho y la bendición que le correspondía al primogénito. Jacob rehusó esperar que Dios dispusiera el momento para el cumplimiento de la promesa que le había hecho al nacer. Huyendo de su hogar a una tierra extranjera, halló descanso sobre una roca que puso por cabecera y allí tuvo el privilegio de ver a los ángeles como una señal de la protección divina. Como seres humanos, tenemos mucho que temer y nada en qué apoyarnos y confiar. Solo los hijos de Dios cuentan con una Roca firme, en la que pueden apoyarse y disipar sus temores. “En Dios solamente espera en silencio mi alma; de El viene mi salvación. Sólo Él es mi roca y mi salvación, mi baluarte, nunca seré sacudido [LBLA]” (Salmos 61:1-2). No hay otro lugar de paz y descanso para el espíritu del ser humano; Dios es nuestro único lugar de descanso. A pesar de las intrigas de nuestros enemigos y de la hipocresía de nuestros amigos, nuestra posición en Dios es estable. La salvación física y espiritual viene de Dios. Muchas son las presiones de la vida y las razones para temer pero Dios es nuestra roca y nuestro salvador; el enemigo no puede triunfar. A pesar de tus circunstancias; descansa en la fuerza y en el poder de Dios. “Por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure” (Isaías 28:16). Cuando nuestra relación con Dios es firme, nada nos puede afectar. ¡Es lamentable que muchos rechacen este maravilloso refugio! “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte de Jehová es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos” (Salmos 118:22-23). Cristo fue despreciado y rechazado por el hombre, pero honrado por Dios. Los poderes del mundo lo desecharon como inútil, pero Dios lo destinó para el lugar más honorable e importante del edificio de Su Reino. Rechazado por la humanidad; pero en el propósito de Dios, Cristo era la piedra angular. Cristo es santuario y salvación para el creyente y piedra de tropiezo y roca que hace caer para el incrédulo. Nosotros debemos tener conciencia de nuestra misión y destino en el mundo. No nos adelantemos al propósito de Dios ni actuemos de forma precipitada para que no nos suceda lo mismo que le ocurrió a Jacob. Este hombre no solo se vio atravesando por numerosos peligros, sino que también tuvo que trabajar duro, y bajo mucha presión. Sin embargo hasta que no se enfrentó a su pasado y sus propios temores; no pudo vivir en paz. Enfrentemos nuestros pasados y nuestros temores; Dios está con nosotros para guardarnos y protegernos. ¡Amén!




.

noviembre 27, 2011

La fe y tenacidad de los siervos de Dios

.“Ningún arma forjada contra ti prosperará, y condenarás a toda lengua que se levante en juicio contra ti. Esta es la herencia de los siervos de YHVH, Y su victoria de parte mía, dice YHVH” (Isaías 54:17). El Espíritu Santo nos revela, a través de Isaías una combinación de hermosura y fortaleza; un cuadro resplandeciente del creyente y de la Iglesia comparable solo con el que nos da a conocer Juan en el libro de Apocalipsis. Dios es nuestra fortaleza, un refugio inexpugnable para cada uno de nosotros. Una fe enraizada en el Señor y una victoria continua sobre nuestros enemigos son unas de las marcas del nuevo pacto. Es cierto que Dios no nos promete inmunidad pero tenemos a nuestro favor la incuestionable arma de la verdad. Cuando andamos en la verdad, Dios frustra las conspiraciones y acusaciones de nuestros enemigos. Los creyentes que se someten a la dirección divina encontrarán tanto la inspiración como el poder para lograr sus objetivos en la vida, pero además los dones divinos fluirán y llenarán sus vidas. El pecado nos separa de Dios y nos trae dolor y sufrimiento. Pero si confesamos nuestro pecado y nos arrepentimos, Dios nos perdona y restaura. Dios promete restaurarnos, llenarnos de riquezas y personalmente darnos a conocer Su poder. Cuando nuestros cimientos son el derecho y la justicia, Dios se convierte en nuestro protector y proveedor. “Pero contra cualquiera de los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro les gruñirá, para que sepáis que YHVH hace distinción entre Egipto e Israel” (Éxodo 11:7).  Dios promete que aun en los momentos más difíciles y terribles de la vida ni un perro gruñirá en contra nuestra. Los decretos de Dios se ejecutarán de una manera irrevocable pero aun cuando la tierra esté destinada a la ruina, nosotros estaremos seguros porque Dios nos guardará y librará de todo peligro. “Y todo el pueblo regresó a salvo, a Josué, en el campamento en Maceda. Y nadie aguzó su lengua contra ninguno de los hijos de Israel” (Josué 10:21). La victoria de Israel fue una victoria contundente como lo fue la victoria de Cristo sobre los poderes de las tinieblas y como lo será nuestra victoria. Josué y sus guerreros se pararon en la brecha, contendieron por los propósitos eternos de Dios y demostraron el triunfo que la fe y tenacidad de los siervos de Dios puede realizar. En la guerra espiritual somos más que vencedores; cuando estamos revestidos con las armaduras de Dios, nos volvemos guerreros temibles. Nuestros enemigos afilan sus lenguas como espada, y la emplean como saeta envenenada, pero Dios los hará tropezar, aun cuando tengan un plan bien concebido. Pablo dice: “Porque he sido persuadido de que ni la Muerte ni la vida, ni ángeles ni gobernantes, ni lo presente, ni lo por venir, ni las potestades, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39). Estos versículos contienen una de las promesas más reconfortantes de todas las Escrituras. Los creyentes siempre han tenido que enfrentar dificultades de diversas formas: persecución, enfermedad, prisión, y aun la muerte. Sin embargo Pablo dice que es imposible que algo nos separe de Dios. “Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen, y Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27-28). Esta es nuestra herencia, en Cristo estamos completamente seguros. ¡Amén!

noviembre 24, 2011

Los estándares de Dios

.“No matarás” (Éxodo 20:15). Dios prohíbe cualquier clase de violencia y ultraje. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. El Señor valora la vida humana; no se puede cometer un acto de violencia contra una persona, sin cometerlo también contra Dios. La violencia verbal, psicológica o física es un irrespeto y un ultraje a Dios, a cuya imagen ha sido creado el hombre.Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra” (Génesis 4:9-12). Interrogado por Dios sobre su pecado, Caín mintió y no aceptó el juicio de Dios, sino que protestó con vehemencia. Las personas violentas amenudo se consideran como la víctima. La actitud de Caín es la de una persona inocente, que no ha hecho absolutamente nada. Vivimos en un mundo violento, lleno de personas sanguinarias y abusadoras. Una de las cosas que nuestro Señor Jesucristo condena con más énfasis es precisamente la violencia.Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5:21-22). No solo es culpable el hombre que comete un asesinato; también el que se enoja con su hermano será juzgado y no solo juzgado, sino que será hallado culpable delante de Dios. Para el mundo, una persona, es una buena persona, si no hace lo que está prohibido porque al mundo no le concierne juzgar los pensamientos ni las intenciones del corazón. Pero este no es el nivel al que hemos sido llamados por Dios. Hay una parte de nosotros que es atraída al bien, y otra parte de nosotros que es atraída al mal. Mientras las cosas son así, se está librando una batalla en nuestro interior. Para Platón, existía siempre un conflicto en la vida, entre las exigencias de las pasiones y las exigencias de la razón. La razón es la rienda que mantiene sujeta (bajo control) a las pasiones. Pero el hombre puede bajar la guardia un instante, ¿y qué sucederá entonces? Mientras exista esta tensión interior, este conflicto interior, la vida es insegura. Nosotros solamente vemos las acciones exteriores de una persona; sólo Dios ve los secretos del corazón. “En la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. La ira se manifiesta a través de palabras insultantes. Las Escrituras prohíben llamar a las personas “raca”, esto es, idiota, sin sentido, tonto, imbécil, cabeza hueca etc. El desprecio es contrario al espíritu de Cristo. El desprecio puede surgir de la casta, cursilería, posición, dinero, conocimiento etc. No deberíamos nunca mirar con desprecio a una persona que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios pero además es una persona por la que Cristo murió. “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca” (Colosenses 3:8). Jesús prohíbe llamar a nuestros hermanos “moros”. “Moros” quiere decir tonto, necio moral etc. Es el hombre que se hace el tonto. El salmista habla del necio que ha dicho en su corazón “no hay Dios” (Salmo 14:1). Se necesita ser muy necio para desafiar a Dios. Sin embargo, ni siquiera la necedad de esta clase de hombre es un motivo para que nosotros usemos términos despectivos contra ellos. Nadie es perfecto, excepto Dios. Todos somos culpables ante El y necesitamos su perdón. No importa lo bien que nos desempeñemos ni lo mucho que logremos comparado con otros. Ninguno de nosotros puede jactarse de su bondad cuando se compara con los estándares de Dios.  ¡Amén!

noviembre 19, 2011

La naturaleza moral del hombre

.“Porque cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por naturaleza cosas de la Ley, éstos, no teniendo Ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente su conciencia; y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos en el día en que Dios juzgue por medio de Cristo Jesús los secretos de los hombres, conforme a mi Evangelio” (Romano 2:14-16). El hombre fue creado a imagen de Dios, unos de los elementos de la imagen de Dios en el hombre, es su naturaleza moral. Ante de la entrada del pecado, el hombre no tenía “el conocimiento del bien y del mal”, pero el hombre tenía la capacidad de obedecer “o” desobedecer los mandamientos divinos. Después de su caída, el hombre retuvo por la gracia de Dios su naturaleza moral, retuvo la conciencia de su pecado y culpabilidad ante Dios. La ley moral está escrita en el corazón de cada ser humano. Los hombres tienen nociones de la santidad y justicia divina, aun cuando en su obstinación y terquedad sigan pecando. Caín temía que le mataran por su crimen. Los hombres no sólo tienen conocimiento del pecado, sino que tienen nociones positivas acerca de lo que Dios requiere, “mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones”. Pablo habla del “testimonio de la conciencia... acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos”.  Aunque esta expresión no queda del todo clara en el original griego, lo más probable es que se trate de la función de la conciencia, que puede desaprobar o aprobar nuestra conducta. La obligación moral del hombre es obedecer a Dios; la buena conducta es la que Dios aprueba, esto es lo que la Biblia llama “lo recto ante los ojos de Jehová”, mientras que la mala conducta es la que Dios desaprueba, esta es una conducta matizada por el pecado. Cristo nos exhorta a buscar el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33), y Pablo nos intima a que comprobemos “cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2), con el pensamiento de que El será un día el Juez de toda nuestras acciones. La base fundamental de la Ética cristiana es hacer la voluntad de Dios, porque sabemos que lo que Dios desmanda es bueno gracias al discernimiento moral que tenemos. La voluntad de Dios es la expresión de su misma naturaleza: Él es bueno, justo, y santo. La conciencia humana reconoce que su ley es santa, justa y buena, y sobre esta base el Espíritu Santo convence al hombre de pecado, revelándole la absoluta justicia de Dios. El Dios personal y absoluto, es también la fuente de nuestro ser, y, por tanto, es la fuente de la verdad y del bien, esto implica que lo bueno se funda, no en una noción abstracta de “justicia”, sino en lo que Dios es. Nuestra obligación de cumplir los mandamientos divinos descansa también en la naturaleza de Dios: “Sed santos, porque yo soy santo”; “Sed pues, perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.  Dios ha revelado su voluntad en las Sagradas Escrituras. “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios...”. La palabra hebrea que traducimos por ley es torah y significa instrucción revelada. Es una revelación especial, ligada con la elección y la redención. La ley fue revelada al pueblo elegido, con el propósito, según nos dice el Nuevo Testamento, de convencer al hombre de pecado y conducirlo a Cristo, la ley es un instrumento en el propósito divino de redención. “Así que la Ley ha sido nuestro tutor hasta Cristo, para que por medio de la fe fuéramos declarados justos” (Gálatas 3:24). Los profetas nos hablan con la misma autoridad: "La palabra de Jehová que vino a...”. Y el Señor Jesucristo habla en un tono que demuestra su propia autoridad divina: “Oísteis que fue dicho..., pero yo os digo...” (Mateo 6). La ética revelada del Nuevo Testamento es también parte integrante del propósito redentor del Señor. Hemos sido salvos para ser semejantes a Cristo en su vida moral. Jesús quiere que “nos amemos unos a otros, como él nos ha amado” (Juan 15:12); “se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:14.). La buena conducta es identificada por Pablo con el fruto del Espíritu. “Pero el fruto del espíritu es amor, gozo y paz; paciencia, benignidad y bondad; fe, mansedumbre y templanza; en contra de tales cosas, no hay Ley” (Gálatas 5:22). Para Juan, la buena conducta es señal segura e imprescindible de la salvación. “Si sabéis que Él es justo, sabréis también que todo el que obra la justicia ha nacido de Él” (1 Juan 2:29). ¡Amén!

noviembre 16, 2011

La salvación y las demandas del Evangelio

El evangelio consiste en dos partes que, en conjunto, forman una unidad indestructible. La primera está relacionada con el don de la salvación otorgada por medio de Cristo; la otra, tiene que ver con las demandas del reino. Las demandas del reino de Dios se expresan a través del mensaje del evangelio. Tan pronto leemos o escuchamos el evangelio predicado por Jesús, somos confrontados con ciertas presuposiciones que tienen una estructura y una expresión muy particular. El evangelio del reino no es algo enteramente nuevo, pero es algo más que el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. La proclamación de la salvación está determinada terminológica y realmente por la historia de la salvación que la precede, y no puede ser comprendida ni separada de la misma.  La importancia de esta consideración puede llegar a manifestarse cuando prestamos atención al hecho notable de que, en la primera parte de la predicación de Jesús, él mismo califica su predicación cuando dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18). ¿Cuál es el significado de la frase: “para dar buenas nuevas a los pobres?” Este detalle acerca del significado de la venida del Mesías y de su actividad, nos revela cual es el contenido del evangelio. En la repuesta dada a Juan el Bautista encontramos esta misma frase. “Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Lucas 7:22). Los pobres en espíritu son enfáticamente señalados como aquellos a los cuales está destinada la salvación. Los pobres son los destinatarios de la predicación de Jesús, tanto “los pobres en espíritu” como los “abatidos” a los que se refieren las bienaventuranzas.  “…He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” (Lucas 2:34-35). Simeón era un israelita piadoso quien esperaba la consolación, es decir, la liberación de su pueblo por inspiración divina, fue al templo, tomó en brazos al niño y declaró tanto su gratitud a Dios como su disposición a morir. Simeón vio la llegada del niño como la de un Salvador para todos los pueblos y no meramente para los judíos. La llegada del niño sería tanto para juicio como para salvación. Jesús revelaría el verdadero carácter del ser humano y lo que había en realidad en sus corazones. María sufriría por el trato que posteriormente recibiría Jesús. Las palabras de Simeón fueron confirmadas por la llegada de Ana, quien profetizó que Dios traería salvación al pueblo judío por medio de Jesús. El mensaje del Mesías es tan poderoso que hace estremecer nuestros corazones. “Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Lucas 6:24-26). Dios tiene un lugar para los que son pobres y necesitados, aquellos que están hambrientos y tristes. Estas son personas insatisfechas con el mundo presente y con su suerte en él, y anhelan recibir lo que Dios tiene para ellos. Es a estos que Jesús les promete que oirá y cumplirá sus anhelos. El evangelio es un mensaje de esperanza para aquellos que sufren toda clase de carencias, cuyo único socorro viene de Dios. Hay quienes no necesitan clamar a Dios en oración porque piensan que ya tienen lo suficiente. Pero llegará el día cuando no tendrán nada. “Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado” (Lucas 16:25). Dios hará justicia por eso Dios desea que su pueblo mantenga una intima relación con él para que no perezca, sino para que sea consolado en aquel día. El carácter espiritual de esta relación está fuertemente enfatizado en el Nuevo Testamento. Las demandas del evangelio son ampliamente conocidas, tanto, por la predicación de Jesús como por la predicación de los apóstoles. ¡Amén!
.

noviembre 13, 2011

Hombres violentos

.“Y se corrompió la tierra en presencia de Ha-’Elohim, y se llenó la tierra de violencia” (Génesis 6:11). En la actualidad, la raza humana está corrompida, llena de sangre y sin ninguna muestra de arrepentimiento. Esta es la causa por la que Dios está enojado y por la que se dispone a ejecutar Su juicio condenatorio sobre la tierra. La maldad se ha generalizado; la pandemia del pecado y su contagio se disemina y crece cada día más. Cuando esto ocurre, la ruina del hombre no está lejos; los juicios de Dios pueden ser aplazados pero cuando los seres humanos viven como si Dios no existiera ¿Qué puede esperarse? La corrupción del mundo ha estado aumentando por largo tiempo y gradualmente, pero llegará el momento en el que el hombre llenará la medida (la copa) de la ira de Dios. La gente ha elegido el pecado y la muerte en lugar de elegir la vida y vivir en una relación personal con Dios. Como cristiano debemos vivir y caminar por la fe en Dios como lo hizo Noé. Moramos en medio de una generación que perece a causa de la violencia pero es necesario vivir conscientes de lo que somos en Cristo. “Y dijo ‘Elohim a Noé: El fin de toda carne viene ante mí. Por cuanto la tierra se ha llenado de violencia a causa de ellos, he aquí los destruyo con la tierra” (Génesis 6:13). Una de las cosas que más nos preocupan en la actualidad es la violencia de géneros, los feminicidios [la cantidad de mujeres que mueren a mano de su pareja], la violación sexual, los infanticidios etc. “YHVH prueba al justo, Pero su alma aborrece al malvado, y al que ama la violencia” (Salmos 11:5). Dios distingue entre el justo y el impío. El justo puede sufrir pruebas, pero son pruebas que Dios permite para purificar su vida. La palabra prueba (bajan) se usa para referirse a la purificación de los metales por medio del fuego, así es como nuestra fe es purificada. No haga caso omiso de las pruebas, retos y circunstancias que surjan en su paso por la vida. Úselos como oportunidades para crecer. Estos procesos no son para su destrucción, sino para su purificación, sin embargo, no ocurrirá lo mismo con el impío. El salmista les temía a los hombres violentos. “No me entregues a la voluntad de mis adversarios, porque se han levantado contra mí testigos falsos, y aquellos que respiran violencia” (Salmos 27:12). Los enemigos del salmista eran muchos y le acechaban constantemente; espiaban sus debilidades y defecciones. Consciente del peligro que enfrentaba, pide a Dios que su camino sea por lugares llanos y abiertos, no por encrucijadas llenas de salteadores, pues sus adversarios conspiran y se confabulan en su contra. Vivimos en medio de  una generación, en la que aun aquellos que están para impartir justicia, no solo se confabulan con los hombres violentos, sino que sus propias manos están llenas de violencia. “Magistrados: ¿Pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos del hombre? Antes, cometéis crímenes a conciencia en la tierra, y vuestras manos sopesan violencia” (Salmos 58:1-2). Cuando los jueces terrenales son corruptos, hay muy poca esperanza de justicia en esta vida. Pero tenga usted la seguridad de que habrá un día en el que se rendirá cuenta y en el que Dios juzgará con justicia. Cuídese de no estar del lado de la injusticia, no sea que usted se encuentre parado ante el Juez de toda la tierra porque le aseguro que no será fácil. “Considera atentamente el Pacto, porque los lugares oscuros de la tierra están llenos de moradas de violencia” (Salmos 74:20). Oremos a nuestro Dios para que ilumine a las naciones de la tierra en tinieblas; y para que rescate a su pueblo, para que el pobre y necesitado alabe su nombre. “Hay bendiciones sobre la cabeza del justo, pero la boca de los malvados oculta violencia” [Esta es la llamada violencia verbal] (Proverbio 10:6). La violencia está literalmente arrastrando a la sociedad a su propia destrucción. “La violencia de los impíos los arrastrará, por cuanto se niegan a obrar con justicia” (Proverbios 21:7). Hay en la sociedad una telaraña de violencia. En muchas ciudades las personas están aterrorizadas porque la violencia asecha por toda parte. Solo en México hay más de cien mil huérfanos a causa de la violencia, esto es desgarrador. Todo esto es una señal de que estamos viviendo en el último tiempo. No nos olvidemos de que en el tiempo de la venida de Cristo, las condiciones sociales serán semejantes a la que existían en los días de Noé y que esta es la causa que provocará al Señor, a desatar los siete sellos, el último sello contiene las siete trompetas y el toque de la última trompeta, es la que trae a la tierra el derramamiento de las siete copas de la ira de Dios. [Este tema es complicado y extenso, así que lo dejaré hasta aquí]. ¡Amén!

noviembre 11, 2011

Las obras de Cristo

.“Cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonada; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mateo 12:32). Jesús les advirtió a los fariseos que la blasfemia contra el Espíritu Santo era un pecado imperdonable. Ellos afirmaban que Jesús echaba fuera a los demonios porque era un aliado de Satanás. La palabra de Jesús nos revela la actitud de los fariseos y su estado espiritual. El Señor podía interceder por aquéllos cuya blasfemia contra Él era fruto de la ignorancia, y de hecho, cuando estaba en la cruz dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Sin embargo, este no era el caso, los fariseos eran plenamente conscientes de lo que decían. Muchas personas tienen la convicción y comprensión interna, es decir, saben que Jesús es el Salvador, que él es, lo que afirma ser, y sin  embargo, no están dispuestas a admitirlo ni a confesarlo, debido a todos los cambios que  esto implica. Hay personas que se sienten bien consigo  misma, con su propia falta de honradez, inventan razones, por absurdas que sean, para no tratar a Jesús con la dignidad que se merece y para no verse comprometido a tener que serle fiel. Piensan que Jesús no es digno de su fidelidad y lealtad.  Jesús percibía lo que estaban haciendo los fariseos al llamarlo un sirviente de Satanás. Ellos no eran ignorantes; voluntariamente estaban sofocando su conocimiento y reprimiendo su conciencia. Estaban cerrando los ojos ante la luz, y encalleciendo su conciencia. Jesús puso al descubierto su locura; lo que ellos estaban diciendo era un indicio  de la presión que sentían; el razonamiento irracional de una persona suele ser una señal de resistencia. Al atribuir al poder satánico las obras del Mesías, los fariseos estaban blasfemando (hablando con impiedad) contra el Espíritu Santo. Un pecado así es imperdonable, cuando la conciencia se ha encallecido de tal forma que ya no responde a la voz de Dios ni a los hechos sobrenaturales del Espíritu. Cuando ha sido destruido el sentido de gloria contenido en  las poderosas obras de Jesús; no hay nada que hacer. Las  obras de Jesús constituían sus credenciales mesiánicas.  “¿Eres tú el que ha de venir o esperaremos a otro?  Respondiendo Jesús, les dijo: Id, e informad a Juan las cosas que oís y veis: Los ciegos recobran la vista y los cojos andan, los leprosos son limpiados y los sordos oyen, los muertos son resucitados y los pobres son evangelizados, y bienaventurado es todo el que no se escandalice en mí” Mateo 11:3-6). Jesús cumplía con su tarea mesiánica ofreciendo salvación por medio de la predicación, la sanidad, al echar fuera demonios y al hacer milagros. “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis, y sigáis conociendo, que el Padre está en mí y Yo en el Padre” (Juan 10:38). Jesús hace visible por medio de su obra todo lo que creemos acerca del Dios invisible. Los seguidores de Cristo también deberán hacer visible por medio de sus obras todo lo que dicen y creen que Jesús es. “Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, creed a causa de las obras mismas” (Juan 14:11). El endurecimiento del corazón evita el remordimiento por haber blasfemado del Hijo de Dios. Cuando no existe remordimiento, el arrepentimiento se vuelve imposible, y cuando no existe arrepentimiento, el perdón es imposible. Endurecer la conciencia a base de razonamientos deshonestos con el fin de justificar nuestra incredulidad y la negación del poder de Dios en Cristo o rechazar sus derechos sobre nosotros es un pecado imperdonable. “Porque, en efecto, es imposible que los que una vez fueron iluminados y probaron el don celestial, y llegaron a ser partícipes del Espíritu Santo, y probaron la buena Palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando otra vez para sí mismos al Hijo de Dios, habiéndolo expuesto a la ignominia pública.  Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces viene sobre ella, y produce cosecha provechosa para aquellos por los cuales es cultivada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinas y abrojos es descalificada, y está cerca de maldición, cuyo fin es de ser quemada” (Hebreos 6:4–8). Los cristianos que temen haber cometido el pecado imperdonable demuestran, por su misma ansiedad, que no lo han cometido. Las personas que lo han cometido no tienen remordimiento ni preocupación; de hecho, no suelen estar conscientes de lo que han hecho, y del destino al que se han sentenciado ellos mismos. Jesús vio que los fariseos se estaban poniendo en peligro, y habló como lo hizo con la esperanza de impedir que cayeran en este pecado. ¡Amén!

noviembre 08, 2011

Los actos jurídicos de Dios

. “Y habló ‘Elohim a Moisés, y le dijo: Yo soy YHVH”  (Éxodo 6:2). Los aspectos históricos y legales de la Biblia no pueden separarse, porque la historia Bíblica es la historia del Pacto; es por esta razón que los actos de Dios son actos jurídicos. Dios gobierna sobre la historia como Rey y Juez. Hay varias formas en que podemos describir la naturaleza jurídica de los grandes actos de Dios en la historia. En cada uno de sus actos, Dios efectúa sus propósitos. Aun cuando usted no entienda lo que Dios está haciendo, Él siempre lleva a cabo sus designios; Él es el Dios del Pacto: “Y oré a YHVH mi Dios e hice confesión diciendo: ¡Oh Adonay! Dios grande, digno de ser temido, que guardas el Pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos” (Daniel 9:4). Dios ha prometido que disfrutaremos de Sus bendiciones, siempre y cuando, vivamos en integridad y fidelidad pero si vivimos en incredulidad, ingratitud y desobediencia seremos castigados. Procuremos siempre glorificar el nombre de Dios y descansar en Sus promesas; Dios ha sido fiel y estoy persuadido de que él nos restaurará. El conocimiento que tenemos, de la misericordia justa de Dios, revelado en sus hechos salvadores, debe servirnos de motivación y fortaleza en los momentos de crisis. El Pacto es una unión o sociedad fundada sobre un arreglo o tratado legal definido. “Y Él mismo os anunció su Pacto, el cual os mandó observar: los Diez Mandamientos, que escribió sobre dos tablas de piedra” (Deuteronomio 4:13). En este contexto se mencionan las dos tablas de piedra en las cuales fueron escritos los diez mandamientos; su escritura fue con el propósito de que sirvieran como testigos de la revelación de Dios para que el pueblo siempre recordara los requisitos de su relación de pacto con él. Ya sea que Dios castigue o salve y en la mayoría de los casos hace ambas cosas; él lleva a cabo los términos del pacto con fidelidad invariable. Dios actúa de acuerdo con la ley. Dios revela su justicia en lo que hace.  “Mi boca proclamará tu justicia y tu salvación todo el día. Aunque no sepa enumerarlos, vendré a los poderosos hechos de Adonay YHVH, Haré mención de tu justicia, de la tuya sola” (Salmos 71:15-16). Siendo atacado y calumniado, David nada tiene que decir acerca de sí mismo; no se disculpa, ni se justifica, en lugar de eso, proclama los hechos justos de Dios. Tanto la adoración como la justicia de Dios, deben ser proclamadas abiertamente en la congregación, y no solo bajo la forma de pensamientos silenciosos en momentos de meditación. “¡Escuchadme, los que conocéis mi justicia, Pueblo en cuyo corazón está mi Ley! No temáis la afrenta de los hombres, Ni os acobardéis por sus vituperios” (Isaías 51:7). Isaías alentó a los que siguen las leyes de Dios. Les dio esperanza cuando encaraban afrentas y ultrajes de la gente a causa de su fe. No debemos temer cuando nos insulten por nuestra fe, ya que Dios está con nosotros y la verdad prevalecerá. “Así dice YHVH: Guardad el derecho y practicad la justicia, Porque mi salvación está próxima, Y mi justicia pronta a ser revelada” (Isaías 56:1). Generalmente los eruditos están de acuerdo en que la palabra justicia es una palabra legal u objetiva y es también una palabra relacionada con el Pacto. En términos del Pacto, significa fidelidad. Aún podríamos decir que la justicia significa justicia en el Pacto. Haga lo que haga, Dios sostiene la ley y vela por que prevalezca la justicia. La justicia de Dios se despliega tanto en sus actos punitivos como en sus actos de salvación. Cuando se revela la justicia de Dios, es tiempo de temblar tanto como de regocijarse. Es tiempo de ira y de misericordia. Debemos notar especialmente el prominente elemento jurídico en la justicia de Dios. El Señor es el “Dios de juicio”. Juzgar e implantar la justicia son las labores principales del Rey Mesías. Al presentar la relación entre Dios y su pueblo, el Antiguo Testamento lo hace en términos jurídicos. Ya sea que castigue al enemigo, o que libre a su pueblo de la opresión, cuando Dios actúa, su acto es un acto de juicio. Generalmente los grandes actos de Dios revelan dos aspectos del juicio divino; ira y misericordia, tal como sucedió en el diluvio, en el éxodo y en el exilio. Los actos de Dios al tratar con Su pueblo pueden ser actos de misericordias o de juicios. Dios muestra Su misericordia al juzgar y separar al remanente fiel.  El juicio de Dios es un proceso, mediante el cual, Dios separa al justo del impío. Debemos entender la forma en que Dios se revela y vivir a la luz de esa revelación, para que no seamos castigados con los incrédulos. Todos los que de una manera deliberada quebrantan  el pacto y violan la ley de Dios tendrán que enfrentarse al juicio de Dios. Es importante aferrarnos con fidelidad a lo pactado. Dios es misericordioso incluso con los rebeldes, si confesamos nuestros pecados y regresamos a Dios, él tendrá de nosotros misericordia. No permitamos que la desobediencia nos impida regresar a Dios. (Biblia Textual) ¡Amén!

noviembre 07, 2011

Dones sobrenaturales

.“Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (I Corinto 1:4-9). La primera carta a los Corintios nos muestra que las manifestaciones de los dones eran abundantes en la comunidad cristiana. Pablo repite cinco veces el verbo tener; frecuentemente los traductores descuidan esta repetición y se sirven de un solo verbo para los cinco complementos. Al hacerlo así, no captan el valor expresivo de la frase. Pablo nos dice que cada miembro de la comunidad anteponía sus propios carismas y esto lo hacían para crear una atmósfera de competición y de rivalidad. Los corintios estaban fascinados con la iluminación sobrenatural y la inspiración extraordinaria que habían recibido. Los dos carismas que los impresionaban eran la glosolalia y la profecía; lo vemos en el modo con el que Pablo insiste sobre estos temas. Pablo reacciona ante el entusiasmo de los corintios por las manifestaciones del Espíritu. Los corintios no hablaban, de “carismas”, sino de “hechos espirituales”. Pablo, toma esta expresión para iniciar su argumentación: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos” (1 Corintios 12:1-2). Pablo ve un peligro para los corintios debido a su gusto por las experiencias espirituales; y por ende quiere enseñarles la necesidad de tener discernimiento. No todo entusiasmo es digno de aprobación por parte de la Iglesia cristiana. Hay fenómenos espirituales turbios, una especie de comunión con fuerzas sobrenaturales oscuras, que constituyen en realidad un retorno al paganismo, una recaída en las tinieblas. No todo “espíritu” es “espíritu de Dios”. Los corintios, “deseosos de manifestaciones espirituales”, corrían el riesgo de caer en gravísima desviaciones y apostasías. “Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia”. (1 Corintios 14:12). Los corintios pensaban casi únicamente en las dos experiencias espirituales que suscitaban su entusiasmo: la glosolalia y la profecía. Muchos querían hablar en lenguas, y otros querían profetizar. Un entusiasmo así no podía darse sin inconvenientes visibles. Esta actitud provocaba la confusión en las reuniones de la comunidad y probablemente provocaba incomodidad a un cierto número de cristianos que querían orden y recogimiento. Los cristianos menos “inspirados” se sentían despreciados, y había tensiones y divisiones en la comunidad. Para resolver esta situación, Pablo dirige la atención sobre la multiplicidad de los dones divinos y sobre la relación de todos estos dones con la unidad de la Iglesia. Los corintios hablaban de “hechos espirituales” en el sentido de impulsos extraordinarios. Pablo usa tres términos diversos, ninguno de los cuales significa impulso extraordinario, e insiste en la diversidad: “Hay –dice- diversidad de carismas... hay diversidad de servicios... hay diversidad de operaciones...” (12:4-6). El primer término, carisma, no significa manifestación extraordinaria del Espíritu, sino simplemente “don gratuito”; viene del verbo griego carizomai, “hacer un favor”, y está en relación con la palabra carij, que significa “favor gratuito, gracia”. La palabra “servicio” (diakonía) no significa, ni expresa nada extraordinario, incluso no es una palabra excitante para la fantasía, es todo lo contrario, este vocablo expresa un trabajo humilde para la utilidad de los demás; y la palabra “operación” (evnerghma) tiene un sentido sumamente genérico. Pablo, en una segunda etapa, invita a los corintios a una profundización; los hace pasar de lo exterior al interior, es decir, de la organización externa de la Iglesia, con la multiplicidad de funciones; al principio interno de vida espiritual, del cual depende el valor de todos los carismas. El objetivo de Pablo es el de llevar a los corintios a reconsiderar drásticamente la importancia que le daban a los carismas. En la primera frase del himno al amor, Pablo se refiere inmediatamente a la glosolalia; en la segunda, a la profecía. Pablo enumera las cualidades del amor cristiano, contraponiéndolas implícitamente a las tendencias vanidosas de aquellos que buscaban dones sensacionales. La distribución de los dones espirituales ocurre por un acto soberano del Espíritu Santo. La fuente o el origen de nuestra vida espiritual es el Espíritu de Dios. Él nos bautiza en un cuerpo y  en el cuerpo de Cristo el origen racial, la posición social o la capacidad intelectual de la persona no marcan ninguna diferencia. Lo que marca la diferencia en la Iglesia es el amor. Si no hemos sido marcados por el amor a Dios y a los demás, debemos revisarnos y repensar lo que estamos haciendo.  ¡Amén!

noviembre 06, 2011

La Iglesia y su gloria

En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. (Efesios 1:11-12). La esperanza de la Iglesia no es sólo la de ser salva, la de escapar de la ira de Dios, sino la de tener la gloria de Cristo. Lo que constituye la consumación de su gozo es ser amada por el Padre y por Jesús; y, después, como consecuencia de este amor, ser glorificada. Los fieles debemos comprender nuestra esperanza, y el poder de la resurrección y de la exaltación de Cristo, con quien está unida la Iglesia, y que este poder de Él actúa en nosotros. Recordemos, pues, estos dos principios: 1. Cristo, en los consejos de Dios, posee todas las cosas. 2. La Iglesia, en su calidad de Esposa de Cristo, participa en todo lo que Él tiene, en todo lo que Él es, excepto de Su eterna divinidad, aunque, en cierto sentido, somos hechos partícipes de la naturaleza divina. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:3-4). Se nos dice que todas las cosas son para Cristo. Él ha sido constituido “heredero de todo”. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1-2). Todas las cosas son de derecho suyas, por cuanto Él es el Creador de todo. “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Colosenses 1:15-19). Observemos dos primacías de Cristo: Él, desde el principio, es llamado “primogénito [esto es, cabeza] de toda la creación”, luego, “primogénito de entre los muertos”, cabeza de la Iglesia que es Su cuerpo. Ésta es una distinción que arroja mucha luz sobre nuestro tema. Todas las cosas han sido creadas por Él y también para Él. Y les poseerá como hombre, el segundo Adán, a quien Dios ha querido, en Sus consejos, sujetar todas las cosas. Esto es lo que leemos en el Salmo 8, y que es aplicado a Cristo por Pablo (Hebreos 2:6), y que es de hecho la piedra angular de la doctrina del apóstol acerca de esta cuestión. En Efesios 1:20-23 vemos igualmente a Jesús exaltado, elevado soberanamente a la diestra de la Majestad en las alturas, y también se pone ante nosotros la sujeción de todas las cosas a Sus pies, pero como teniendo por efecto la introducción de la Iglesia dentro de esta misma gloria. Jesús nos es presentado dentro de esta gloria como cabeza de la Iglesia, que es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo; ésta es otra verdad en la que hemos insistido. Luego se nos muestra, en Corintios 15, la glorificación de Jesús y la sujeción de todas las cosa a Él. Los poderes espirituales de maldad situado en lugares celestiales serán reemplazados por Cristo y Su Iglesia, dejando de ser las causas continuas y permanentes de las desdichas de un mundo sujeto a su poder, a causa del pecado. ¡Amén!
.

noviembre 04, 2011

Las asechanzas del diablo

El entrenamiento básico de un soldado es inútil, si lo aprendido no es puesto en acción. Satanás ha organizado métodos o estrategias para destruir al creyente. Esto es a lo que Pablo se refiere cuando habla de las “asechanzas” del diablo (Efesios 6:11). La palabra “asechanzas” significa engaños. Las “asechanzas” de Satanás son sus estrategias engañosas pero el creyente no ha sido dejado indefenso ante los  ataques del enemigo. En Su Palabra escrita Dios ha provisto un manual de estrategias para la guerra espiritual “Para que no ignoremos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11). La palabra “maquinaciones” significa pensamientos o propósitos. La Biblia nos da las estrategias para que nosotros enfrentemos y derrotemos al enemigo. La palabra “enfrentar” significa “actuar en oposición a, impedir, y frustrar”. En el mundo espiritual una contra-estrategia es un plan organizado y un método de oposición a Satanás. Estas contra-estrategia están diseñadas para derrotar y frustrar sus “maquinaciones”.  “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19). Satanás ha sido descrito como el “engañador de las naciones” en Apocalipsis 20:3, 7. Satanás es como un león rugiente en el mundo (1 Pedro 5:8). El cuadro de un león rugiente ilustra las tácticas abiertas de terror que Satanás utiliza. Pero Satanás también es descrito como un “ángel de luz” (2 Corintios 11:14-15). Esto describe a Satanás como a un personaje seductor; la seducción es un tipo más sutil y secreto de ataque. Esto significa que Satanás opera tanto abiertamente como en secreto en el mundo. Las actividades de Satanás son variadas, pero siempre son contrarias a los propósitos de Dios. Satanás se opone a la obra de Dios y a la obra de Jesús en el mundo. Él está detrás del espíritu del “anticristo que ya opera en el mundo” (2 Juan 7). Satanás también se opone a la obra del Espíritu Santo en el mundo. Uno de los propósitos del Espíritu Santo es guiar a los hombres a la verdad de la Palabra de Dios. Satanás trata de evitar que la Palabra de Dios llegue a los corazones y vidas de las personas. “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4). Satanás aflige y tienta a los creyentes en el mundo. “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano” (1 Tesalonicenses 3:5). Satanás opera mediante el engaño en las estructuras religiosas. Engaña mediante doctrinas falsas, él tiene ministros falsos, maestros falsos, apóstoles falsos, y religiones falsas. Satanás acusa y calumnia a los creyentes. (Apocalipsis 12:9-10). Él siembra dudas en los corazones de los creyentes y está detrás de las persecuciones de los creyentes en el mundo. “No temas lo que has de padecer. El diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados...” (Apocalipsis 2:10). Satanás trata de evitar que el creyente sea efectivo en el servicio cristiano “Por eso quisimos ir a vosotros, yo, Pablo, ciertamente una y otra vez, pero Satanás nos estorbó” (1 Tesalonicenses 2:18). Satanás usa al mundo para seducir a los creyentes a pecar. Tienta mediante la atmósfera del mundo, el ambiente, y el sistema alrededor de ti.  (1 Juan 2:15-16). Satanás accede al alma y al espíritu del hombre a través de la carne. Esta estrategia es evidente en la primera tentación del hombre. Satanás usó los sentidos y deseos de Eva para tener acceso a su alma y espíritu. Si Satanás no puede “cegar tu mente” y apartarte de la verdad del evangelio, entonces trata de mantenerte atado a la carne, porque los deseos carnales combaten contra el alma (1 Pedro 2:11). Satanás usa la carne para afectar tu mente “Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Romanos 7:23). Satanás usa la carne para afectar tu espíritu  “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1). Satanás usa la carne para cosechar corrupción (podredumbre, perversión) en tu vida: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción” (Gálatas 6:8). El mundo, la carne y el diablo combinan sus fuerzas con los demonios para combatir en contra de los creyentes. Cada fuerza puede operar independientemente en contra de los creyentes, pero estas fuerzas están frecuentemente combinadas para atacar a los creyentes. Satanás usa al mundo, con sus ilusiones, encantos, filosofías, y sistemas mundanos, para ganar acceso a la carne. Usa la carne para ganar acceso al alma, la mente y el espíritu. El mundo, la carne y el diablo, ciertamente crean una zona de combate amenazadora! Pero aquí están algunas poderosas contra-estrategias espirituales para vencer a estas fuerzas. En la guerra espiritual tú tiene que estar bajo el control del Espíritu Santo y recibir las instrucciones de tus pastores y líderes espirituales sobre cómo conducirte, cómo vestirte, y cómo combatir al enemigo, (Romanos 12:1-2). Ofrece tu cuerpo en sacrificio vivo a Dios y renueva tu mente. Comprende que no debemos tener confianza en la carne (Filipenses 3:3). La vida en la carne, solo trae corrupción y muerte. En la medida que Dios te revela las áreas que están bajo el control de los deseos carnales, debes pasar a la acción, y “...abstenerte de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11). Pablo escribe “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24). La carne debe ser crucificada. “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado, porque, el que ha muerto ha sido justificado del pecado” (Romanos 6:6-7). Tu caminar diario (cómo tú vives) puede ser controlado por Satanás a través de la carne, el mundo, o los poderes demoníacos si tú se lo permites. “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16). Caminar en el Espíritu significa permitirle al Espíritu Santo de Dios controlar tu conducta y tu vida. La carne no es más poderosa que el Espíritu. Si permites que el Espíritu Santo manifieste Su poder en ti, él vivificará tu cuerpo. “Vivificar” significa llenar de vida. No tenemos que vivir en un estado de muerte espiritual ni tenemos que vivir en pecado. Dios puede vivificar tu espíritu y llenarte de la nueva vida en Cristo. “Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es... (Juan 3:6-7). ¡Amén!
.

noviembre 02, 2011

El Rapto de la Iglesia

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:16-18). Desde su inicio la iglesia ha estado "esperando la venida de nuestro Salvador Jesucristo". Puede haber discrepancias sobre los acontecimientos señalado en el calendario escatológico. Sobre si el arrebatamiento es antes, a la mitad o después de la gran tribulación, antes o después del milenio. Sin embargo, todos estamos de acuerdos en que la solución a los problemas de este mundo está en las manos del Rey de reyes y Señor de señores. En el Nuevo Testamento, un versículo de cada veinticinco versículos hace referencia a la venida del Señor. Se menciona 318 veces en los 260 capítulos que lo conforman. Ocupa también un lugar prominente en el Antiguo Testamento, ya que la mayoría de las profecías relativas a Cristo no se refieren a Su venida como cordero, sino a Su venida como rey. La venida de Cristo es una doctrina práctica y no simplemente una válvula de escape. El regreso de Jesús es una doctrina que sirve de consuelo para los que sufren. Podemos imaginarnos a los mártires de Cristo en prisión, siendo castigados y atormentados, hasta la muerte, pero ellos en medio del sufrimiento esperaban la venida de Cristo.  Cuando entraban en la arena a punto de enfrentarse a los leones o cuando les miraban la cara al que lo iba ejecutar, muchos posiblemente pensaron: “Quizás este es el momento del regreso de Jesús; antes de que las bestias se lancen sobre mí o caiga el hacha sobre mi cuello”. La creencia en el regreso de Jesús es un consuelo. Muchas personas en los días de Pablo habían perdido a sus padres, esposos, hijos, hermanos, amigos etc. por causa del evangelio, y él les escribió para recordarles sobre esta esperanza y les dijo: “Alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:18). Los cristianos reconocemos que la muerte es un enemigo, no es algo natural, no era parte del propósito original de Dios. Pablo habló sobre la victoria final del cristiano sobre la muerte. “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:54). Y luego concluyó: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (vs. 57). Cuando Dios le dijo a Adán: “Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres ciertamente morirás” (Génesis 2:17), ellos comieron y murieron. Cada parte de su ser murió, o comenzó a morir. Murieron espiritualmente y se tuvieron que esconder de la presencia de Dios. Su alma murió y entraron en ella los deseos carnales: enojo, lascivia, odio, envidia, orgullo, fornicación, adulterio etc. Cuando Dios nos salva renueva nuestro espíritu; transforma nuestra alma mediante un proceso de santificación y en la resurrección nos dará un nuevo cuerpo.  Sin la resurrección de Cristo, nuestra esperanza de una resurrección sólo sería un pensamiento agradable. Podría ser cierta, pero no tendría la certeza que tiene ahora para el pueblo cristiano. La resurrección de Cristo es la que provee la seguridad de la resurrección del cristiano. La venida de Cristo es de gran gozo para los cristianos, pero es el comienzo de los juicios de Cristo. Pablo le dijo a los atenienses que Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31). Pablo nos dice que la historia tendrá un final, y que su final implicará una rendición de cuentas. Tendremos que responder por lo que hayamos hecho, y seremos juzgados sobre la base de nuestra propia justicia o sobre la base de la perfecta justicia de nuestro Salvador.  Algunas personas no desean enfrentarse a esta realidad y por eso viven ignorando ese día. En el monte de los Olivos, Jesús narró tres parábolas para enseñarnos cómo será el juicio final. La parábola sobre diez vírgenes. Cinco sabias y prudentes, y cinco insensatas. La segunda parábola sobre tres siervos. Su señor tenía que ausentarse y llamó a sus siervos y les entregó dinero: al primero, le dio cinco talentos; al segundo, le dio dos; y al tercero, le dio uno—a cada uno según su capacidad—. Por último, el Señor habló de las ovejas y los cabritos. Los cabritos dijeron: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”. Él les contestó: “De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis” (Mateo 25:44-45). Cada una de estas parábolas, aunque difieren entre sí en los detalles, contienen los mismos rasgos esenciales. Lamentablemente muchos continúan su propio camino y serán sorprendidos en aquel día. Hoy es el día de gracia; la sabiduría consiste en conocer a “Jesucristo, y a este crucificado” (1 Corintios 2:2). Amén!
.