.“Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (I Corinto 1:4-9). La primera carta a los Corintios nos muestra que las manifestaciones de los dones eran abundantes en la comunidad cristiana. Pablo repite cinco veces el verbo tener; frecuentemente los traductores descuidan esta repetición y se sirven de un solo verbo para los cinco complementos. Al hacerlo así, no captan el valor expresivo de la frase. Pablo nos dice que cada miembro de la comunidad anteponía sus propios carismas y esto lo hacían para crear una atmósfera de competición y de rivalidad. Los corintios estaban fascinados con la iluminación sobrenatural y la inspiración extraordinaria que habían recibido. Los dos carismas que los impresionaban eran la glosolalia y la profecía; lo vemos en el modo con el que Pablo insiste sobre estos temas. Pablo reacciona ante el entusiasmo de los corintios por las manifestaciones del Espíritu. Los corintios no hablaban, de “carismas”, sino de “hechos espirituales”. Pablo, toma esta expresión para iniciar su argumentación: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos” (1 Corintios 12:1-2). Pablo ve un peligro para los corintios debido a su gusto por las experiencias espirituales; y por ende quiere enseñarles la necesidad de tener discernimiento. No todo entusiasmo es digno de aprobación por parte de la Iglesia cristiana. Hay fenómenos espirituales turbios, una especie de comunión con fuerzas sobrenaturales oscuras, que constituyen en realidad un retorno al paganismo, una recaída en las tinieblas. No todo “espíritu” es “espíritu de Dios”. Los corintios, “deseosos de manifestaciones espirituales”, corrían el riesgo de caer en gravísima desviaciones y apostasías. “Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia”. (1 Corintios 14:12). Los corintios pensaban casi únicamente en las dos experiencias espirituales que suscitaban su entusiasmo: la glosolalia y la profecía. Muchos querían hablar en lenguas, y otros querían profetizar. Un entusiasmo así no podía darse sin inconvenientes visibles. Esta actitud provocaba la confusión en las reuniones de la comunidad y probablemente provocaba incomodidad a un cierto número de cristianos que querían orden y recogimiento. Los cristianos menos “inspirados” se sentían despreciados, y había tensiones y divisiones en la comunidad. Para resolver esta situación, Pablo dirige la atención sobre la multiplicidad de los dones divinos y sobre la relación de todos estos dones con la unidad de la Iglesia. Los corintios hablaban de “hechos espirituales” en el sentido de impulsos extraordinarios. Pablo usa tres términos diversos, ninguno de los cuales significa impulso extraordinario, e insiste en la diversidad: “Hay –dice- diversidad de carismas... hay diversidad de servicios... hay diversidad de operaciones...” (12:4-6). El primer término, carisma, no significa manifestación extraordinaria del Espíritu, sino simplemente “don gratuito”; viene del verbo griego carizomai, “hacer un favor”, y está en relación con la palabra carij, que significa “favor gratuito, gracia”. La palabra “servicio” (diakonía) no significa, ni expresa nada extraordinario, incluso no es una palabra excitante para la fantasía, es todo lo contrario, este vocablo expresa un trabajo humilde para la utilidad de los demás; y la palabra “operación” (evnerghma) tiene un sentido sumamente genérico. Pablo, en una segunda etapa, invita a los corintios a una profundización; los hace pasar de lo exterior al interior, es decir, de la organización externa de la Iglesia , con la multiplicidad de funciones; al principio interno de vida espiritual, del cual depende el valor de todos los carismas. El objetivo de Pablo es el de llevar a los corintios a reconsiderar drásticamente la importancia que le daban a los carismas. En la primera frase del himno al amor, Pablo se refiere inmediatamente a la glosolalia; en la segunda, a la profecía. Pablo enumera las cualidades del amor cristiano, contraponiéndolas implícitamente a las tendencias vanidosas de aquellos que buscaban dones sensacionales. La distribución de los dones espirituales ocurre por un acto soberano del Espíritu Santo. La fuente o el origen de nuestra vida espiritual es el Espíritu de Dios. Él nos bautiza en un cuerpo y en el cuerpo de Cristo el origen racial, la posición social o la capacidad intelectual de la persona no marcan ninguna diferencia. Lo que marca la diferencia en la Iglesia es el amor. Si no hemos sido marcados por el amor a Dios y a los demás, debemos revisarnos y repensar lo que estamos haciendo. ¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario