. “Y habló ‘Elohim a Moisés, y le dijo: Yo soy YHVH” (Éxodo 6:2). Los aspectos históricos y legales de la Biblia no pueden separarse, porque la historia Bíblica es la historia del Pacto; es por esta razón que los actos de Dios son actos jurídicos. Dios gobierna sobre la historia como Rey y Juez. Hay varias formas en que podemos describir la naturaleza jurídica de los grandes actos de Dios en la historia. En cada uno de sus actos, Dios efectúa sus propósitos. Aun cuando usted no entienda lo que Dios está haciendo, Él siempre lleva a cabo sus designios; Él es el Dios del Pacto: “Y oré a YHVH mi Dios e hice confesión diciendo: ¡Oh Adonay! Dios grande, digno de ser temido, que guardas el Pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos” (Daniel 9:4). Dios ha prometido que disfrutaremos de Sus bendiciones, siempre y cuando, vivamos en integridad y fidelidad pero si vivimos en incredulidad, ingratitud y desobediencia seremos castigados. Procuremos siempre glorificar el nombre de Dios y descansar en Sus promesas; Dios ha sido fiel y estoy persuadido de que él nos restaurará. El conocimiento que tenemos, de la misericordia justa de Dios, revelado en sus hechos salvadores, debe servirnos de motivación y fortaleza en los momentos de crisis. El Pacto es una unión o sociedad fundada sobre un arreglo o tratado legal definido. “Y Él mismo os anunció su Pacto, el cual os mandó observar: los Diez Mandamientos, que escribió sobre dos tablas de piedra” (Deuteronomio 4:13). En este contexto se mencionan las dos tablas de piedra en las cuales fueron escritos los diez mandamientos; su escritura fue con el propósito de que sirvieran como testigos de la revelación de Dios para que el pueblo siempre recordara los requisitos de su relación de pacto con él. Ya sea que Dios castigue o salve y en la mayoría de los casos hace ambas cosas; él lleva a cabo los términos del pacto con fidelidad invariable. Dios actúa de acuerdo con la ley. Dios revela su justicia en lo que hace. “Mi boca proclamará tu justicia y tu salvación todo el día. Aunque no sepa enumerarlos, vendré a los poderosos hechos de Adonay YHVH, Haré mención de tu justicia, de la tuya sola” (Salmos 71:15-16). Siendo atacado y calumniado, David nada tiene que decir acerca de sí mismo; no se disculpa, ni se justifica, en lugar de eso, proclama los hechos justos de Dios. Tanto la adoración como la justicia de Dios, deben ser proclamadas abiertamente en la congregación, y no solo bajo la forma de pensamientos silenciosos en momentos de meditación. “¡Escuchadme, los que conocéis mi justicia, Pueblo en cuyo corazón está mi Ley! No temáis la afrenta de los hombres, Ni os acobardéis por sus vituperios” (Isaías 51:7). Isaías alentó a los que siguen las leyes de Dios. Les dio esperanza cuando encaraban afrentas y ultrajes de la gente a causa de su fe. No debemos temer cuando nos insulten por nuestra fe, ya que Dios está con nosotros y la verdad prevalecerá. “Así dice YHVH: Guardad el derecho y practicad la justicia, Porque mi salvación está próxima, Y mi justicia pronta a ser revelada” (Isaías 56:1). Generalmente los eruditos están de acuerdo en que la palabra justicia es una palabra legal u objetiva y es también una palabra relacionada con el Pacto. En términos del Pacto, significa fidelidad. Aún podríamos decir que la justicia significa justicia en el Pacto. Haga lo que haga, Dios sostiene la ley y vela por que prevalezca la justicia. La justicia de Dios se despliega tanto en sus actos punitivos como en sus actos de salvación. Cuando se revela la justicia de Dios, es tiempo de temblar tanto como de regocijarse. Es tiempo de ira y de misericordia. Debemos notar especialmente el prominente elemento jurídico en la justicia de Dios. El Señor es el “Dios de juicio”. Juzgar e implantar la justicia son las labores principales del Rey Mesías. Al presentar la relación entre Dios y su pueblo, el Antiguo Testamento lo hace en términos jurídicos. Ya sea que castigue al enemigo, o que libre a su pueblo de la opresión, cuando Dios actúa, su acto es un acto de juicio. Generalmente los grandes actos de Dios revelan dos aspectos del juicio divino; ira y misericordia, tal como sucedió en el diluvio, en el éxodo y en el exilio. Los actos de Dios al tratar con Su pueblo pueden ser actos de misericordias o de juicios. Dios muestra Su misericordia al juzgar y separar al remanente fiel. El juicio de Dios es un proceso, mediante el cual, Dios separa al justo del impío. Debemos entender la forma en que Dios se revela y vivir a la luz de esa revelación, para que no seamos castigados con los incrédulos. Todos los que de una manera deliberada quebrantan el pacto y violan la ley de Dios tendrán que enfrentarse al juicio de Dios. Es importante aferrarnos con fidelidad a lo pactado. Dios es misericordioso incluso con los rebeldes, si confesamos nuestros pecados y regresamos a Dios, él tendrá de nosotros misericordia. No permitamos que la desobediencia nos impida regresar a Dios. (Biblia Textual) ¡Amén!
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