“Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar” (Génesis 28:10-11). La partida de Jacob de su casa paterna fue una huida ignominiosa; por temor a ser seguido por su hermano, no tomó el camino común, si no que se fue por sendas solitarias y poco frecuentadas, lo que aumentó la duración y los peligros de su viaje. Pero una crisis personal a menudo se convierte en una ocasión para una profunda experiencia espiritual. Jacob le había arrebatado a su hermano, el derecho y la bendición que le correspondía al primogénito. Jacob rehusó esperar que Dios dispusiera el momento para el cumplimiento de la promesa que le había hecho al nacer. Huyendo de su hogar a una tierra extranjera, halló descanso sobre una roca que puso por cabecera y allí tuvo el privilegio de ver a los ángeles como una señal de la protección divina. Como seres humanos, tenemos mucho que temer y nada en qué apoyarnos y confiar. Solo los hijos de Dios cuentan con una Roca firme, en la que pueden apoyarse y disipar sus temores. “En Dios solamente espera en silencio mi alma; de El viene mi salvación. Sólo Él es mi roca y mi salvación, mi baluarte, nunca seré sacudido [LBLA]” (Salmos 61:1-2). No hay otro lugar de paz y descanso para el espíritu del ser humano; Dios es nuestro único lugar de descanso. A pesar de las intrigas de nuestros enemigos y de la hipocresía de nuestros amigos, nuestra posición en Dios es estable. La salvación física y espiritual viene de Dios. Muchas son las presiones de la vida y las razones para temer pero Dios es nuestra roca y nuestro salvador; el enemigo no puede triunfar. A pesar de tus circunstancias; descansa en la fuerza y en el poder de Dios. “Por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure” (Isaías 28:16). Cuando nuestra relación con Dios es firme, nada nos puede afectar. ¡Es lamentable que muchos rechacen este maravilloso refugio! “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte de Jehová es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos” (Salmos 118:22-23). Cristo fue despreciado y rechazado por el hombre, pero honrado por Dios. Los poderes del mundo lo desecharon como inútil, pero Dios lo destinó para el lugar más honorable e importante del edificio de Su Reino. Rechazado por la humanidad; pero en el propósito de Dios, Cristo era la piedra angular. Cristo es santuario y salvación para el creyente y piedra de tropiezo y roca que hace caer para el incrédulo. Nosotros debemos tener conciencia de nuestra misión y destino en el mundo. No nos adelantemos al propósito de Dios ni actuemos de forma precipitada para que no nos suceda lo mismo que le ocurrió a Jacob. Este hombre no solo se vio atravesando por numerosos peligros, sino que también tuvo que trabajar duro, y bajo mucha presión. Sin embargo hasta que no se enfrentó a su pasado y sus propios temores; no pudo vivir en paz. Enfrentemos nuestros pasados y nuestros temores; Dios está con nosotros para guardarnos y protegernos. ¡Amén!
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