febrero 06, 2012

Pirañas en el río

«Me condujo nuevamente a la entrada de la Casa, y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la Casa hacia el oriente, porque la fachada de la Casa miraba al oriente, y las aguas venían desde abajo, del lado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó afuera, por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar una vuelta por el camino de afuera, hacia el exterior, por el camino que daba al oriente, y he aquí las aguas salían por el lado sur. Cuando el varón salió hacia el oriente con el cordel en su mano, midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas, hasta los tobillos. Otra vez midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas, hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas, hasta los lomos. Midió otros mil, y ya era un río por el que no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado» (Ezequiel 47:1-5). Este río simboliza la gracia, la vida y las bendiciones que provienen de Dios y que fluyen de su trono. Ezequiel dice que la muerte le sedería su lugar a la vida [simbolizado esto por la sanidad], si esto es correcto, no entiendo por qué hay tantas pirañas y depredadores en las iglesias. No podemos negar que del costado herido del Mesías aún está fluyendo el río de Dios, Jesús es tanto el templo como el altar de donde brota este río de sanidad. «Respondió Jesús, y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías, y Él te daría agua viva» (Juan 4:10). El Mesías es el agente divino de la redención y lo que vemos en este pasaje es una ilustración de lo que ocurre con la redención espiritual. «Porque dos males ha hecho mi pueblo: Me abandonaron a mí, fuente de agua viva, Y cavaron para sí cisternas, Cisternas rotas que no retienen el agua» (Jeremías 2:13). Israel abandonó al único Dios verdadero por un objeto indigno de adoración, construyó su propio sistemas religiosos para determinar la verdad, pero estos sistemas no tenían ningún valor. Si entiendo bien estas pirañas no están en el río de Dios sino en estos estanques construidos y defendido por el hombre pero aborrecido por Dios. Las pirañas son extremadamente voraces y cuando se excitan, pueden convertir a un mamífero en un montón de hueso. A muchos le cuesta mantener su adhesión a Dios [tienen dificultades]; estas personas son como el mar muerto, en sus aguas bituminosas, no hay vida animal ni vegetal. Es notable la visión del río que fertiliza las tierras. La presencia de Dios nos hace fértil y productivos. El Dios invisible se manifiesta por medio de la vida que nos comunica, sin Dios somos completamente estéril. «El que cree en mí, como dijo la Escritura, de su vientre fluirán ríos de agua viva. Esto dijo acerca del Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él, porque todavía no había Espíritu, pues Jesús no había sido aún glorificado» (Juan 7:38-39). Los que creen en Jesús, se convierten en canales para la revitalización espiritual de La Iglesia. La figura de ríos contrasta con la de «una fuente», e ilustra la diferencia entre el nuevo nacimiento y la experiencia de la plenitud de una vida llena del Espíritu. Juan interpreta las palabras de Jesús como una referencia al derramamiento del Espíritu Santo que todavía estaba por ocurrir. La plenitud del Espíritu sería una bendición que todo el pueblo de Dios podría experimentar. El Espíritu Santo le dio poder a la Iglesia el día de Pentecostés y desde entonces ha estado al alcance de todos los que aceptan a Jesús como su Salvador. «Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y cuyos cabellos eran como lana purísima. Su trono era de llamas de fuego, y éste tenía ruedas de fuego abrasador. Un río de fuego corría y salía de delante de Él. Millares de millares lo servían, y millones de millones estaban de pie ante su presencia. Entonces el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos» (Daniel 7:9-10). Si no dejamos que el río de Dios corra por nuestro interior, lo harán los ríos llenos de pirañas y depredadores. ¡Amén!

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