diciembre 30, 2011

Mi verdadera felicidad

Cada uno de nosotros debe reconocer con absoluta claridad que es un pecador. Si no atacamos el pecado en sus raíces, en vez de ser más felices en el año 2012, seremos más infelices y estaremos más alejados de Dios. El que se siente pecador y se arrepiente, es el que experimenta el verdadero gozo y la paz que fluye por medio del Espíritu Santo. “Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:13-14). Lo único que lleva a un hombre a Cristo y lo hace confiar plenamente en él, es una verdadera convicción de pecado. Simeón dijo a María mientra tenía a Jesús en sus brazos: “…He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” (Lucas 2:34-35). Muchos piensan solo en términos de hechos específicos y concretos, es por eso que ellos no se consideran pecadores. Pero cuando el hombre se encuentra con Jesús, todos los pensamientos de su corazón quedan expuestos [revelados] ante Su gloriosa majestad. Quienes no han cometido un homicidio o un robo piensan que no son pecadores. Por ese motivo, el joven rico nunca tuvo una verdadera convicción de pecado y por eso mismo nunca vio con claridad la necesidad que tenía del Señor Jesucristo. Si usted no se considera ser un pecador tampoco sentirá la necesidad de acercarse al Señor Jesucristo. Los fariseos, los saduceos y los doctores de la ley no se consideraban pecadores, así que un indocto de la ley y que además había nacido ciego, tuvo que reprenderlos: “Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye” (Juan 9:29-31). Si quiere tener un año de bendición y prosperidad como todos queremos, comienza por humillarte y deja de justificar tu indiferencia, apatía, pereza y dejadez espiritual. No te compare con los demás, enfréntate cara a cara con las Escrituras y obedece a Dios. Si quiere ser feliz en el 2012 ama a tu prójimo como a ti mismos. Saca el odio, y el rencor de tu corazón y deja que Dios cure tus heridas psicológicas, emocionales y espirituales. ¡Perdona y será perdonado! Debemos vivir para Dios, en plenitud de comunión con él y ser fieles en todo. Hemos nacidos para conocer, adorar y servir a Dios. En el 2012 procuremos tener una relación profunda con él. Miremos al Mesías, caminemos en fe y amemos a Dios de todo corazón. ¡Amén!






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diciembre 26, 2011

Apartado por Dios

“Judas, un siervo de Jesús el Mesías, y hermano de Jacobo,  a los llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesús el Mesías. ¡Misericordia y paz y amor os sean multiplicados!” (Judas 1:1-2). Por medio de una acción especial Dios ha apartado de entre toda la humanidad a un pequeño remanente. La acción divina es evidente  tanto en nuestra elección como en nuestro llamado, justificación y santificación. Este remanente se caracteriza por su fidelidad y devoción a Cristo. Cada uno de nosotros debe bendecir al Dios de toda gracia porque nunca ha dejado de haber un remanente distinguido y amado por Dios.  Los verdaderos hijos de Dios son aquellos que sienten celos por los intereses divinos y un afecto genuino por cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo. Judas nos enseña que los que son guardados por Dios, son también poseedores de Su misericordia, paz y amor. “¡Misericordia y paz y amor os sean multiplicados!,” no se puede multiplicar por cero. Por lo tanto, de alguna manera somos poseedores de estos dones divinos. Hay muchas personas que ni son honestas ni tienen motivos honestos ni buenas intenciones. “Pero iré pronto a vosotros, cuando el Señor quiera; y conoceré, no las palabras sino el poder de los que se han envanecido, porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1 Corintios 4:19-20). El reino de Cristo, el cual se hace presente por medio de la iglesia, está respaldado por el poder dinámico del Espíritu Santo, del cual procede la autoridad espiritual que poseemos. No se trata de pertenecer a una iglesia ni de arrogarse el nombre de Jesús, sino de ser parte del remanente fiel. Tampoco es cuestión de nombre ni de doctrinas falaces sino de ser poseedores de verdadero poder y autoridad espiritual. No basta con ser un profesante bautizado, un miembro afiliado a una denominación eclesiástica, por muy respetable y ortodoxa que sea. El remanente se compone de aquellos que son fieles a Cristo, que se aferran tenazmente a su Palabra en toda circunstancia, que se dedican por entero a sus intereses y que aman su venida. El remanente fiel debe tener memoria de las palabras de Cristo y de las palabras que antes fueron dichas por medio de los apóstoles. “Decía entonces Jesús a los judíos que le habían creído: Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:31). Ser parte del remanente fiel, implica obedecer la Palabra de Dios. No sé, como es que pretendemos ser parte de la iglesia de Cristo, sin permanecer en Su palabra. Los que son de Cristo permanecen en armonía, en oración y en comunión. Decimos que somos de Cristo pero cuando Cristo requiere algo de nosotros nos negamos y buscamos numerosas escusas para no responder ni obedecer a su Palabra. Dios nos está llamando a obedecer, a levantarnos de la ruina espiritual y a mirar hacia el año 2012 con optimismo, con fe y esperanza y con el deseo de servirle y de ser mejores cristianos. “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de entre los muertos, Y te alumbrará el Mesías” (Efesios 5:14). Apelo  a los hijos de la luz para que despierten y se den cuenta de la condición peligrosa y descuidada en la que algunos duermen. El 2012 es un año de grandes retos y desafíos, solamente los que son fieles tendrán el poder y la autoridad para superar la oposición de los poderes de las tinieblas y las circunstancias de la vida. Necesitamos ser más activos, más consagrados, más íntegros y más entregados a servirle al Señor. Así y solo así estaremos seguros y disfrutaremos de las bendiciones de Dios. ¡Amén!

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diciembre 25, 2011

Invitado a la fiesta

“Después los sacerdotes y los levitas se levantaron y bendijeron al pueblo; y fue escuchada su voz, y su oración llegó hasta la morada de su santidad en los cielos” (2 Crónicas 30:27). La celebración de la Pascua conmemoraba el momento en el que Dios salvó y libertó a los Israelitas de su esclavitud en Egipto. La mayoría de los que fueron invitados a la Pascua despreció la invitación, pero algunos se humillaron y  aceptaron la invitación del rey Ezequías.  Sin embargo la Pascua tuvo que ser postergada durante un mes debido a que ni los sacerdotes ni los levitas ni muchos de los israelitas se habían purificados. “Pero Ezequías oró por ellos, diciendo: YHVH, que es bueno, haga propiciación a todo aquel que ha dispuesto su corazón para buscar a Ha-’Elohim, a YHVH, el Dios de sus padres, aunque no lo haga conforme a la purificación del Santuario. Y YHVH escuchó a Ezequías y sanó al pueblo.”   En sus corazones no había arrogancia ni pretensión, no había dureza de corazón ni incredulidad ni apatía. Ellos no procuraron encubrir su verdadera condición espiritual ni hubo simulación en su comportamiento como si todo estuviera bien. Ellos asumieron su responsabilidad, se humillaron, confesaron sus pecados y confiaron en la gracia inagotable de Dios. Por haber venido a celebrar una fiesta que no se había celebrado en Jerusalén desde los días de Salomón, fueron ricamente bendecidos. La bendición de Dios no tiene límite, lo que Dios tiene reservado para nosotros por Su gracia, sencillamente no tiene limite. Pero los que tienen sus corazones endurecidos y llenos de perversidad, no serán bendecidos. Los actos de fe no se comprenden porque la gracia y el amor de Dios son incomprensibles. Lo que usted hace debe ser el fruto de una reverente obediencia a la Palabra de Dios. Todas nuestras actividades de fe deben fluir de un corazón contrito y humillado, de un corazón obediente y comprometido con las Escrituras. Dios traerá consuelo y aliento para todo aquel que ama de corazón a Cristo. El arrepentimiento y la humillación son el precioso resultado de la acción de la Palabra de Dios en el corazón y en la conciencia, una acción que produce una profunda devoción personal. Quiera Dios que su Palabra resuene en todo nuestro ser, de tal manera que en vez de conformarnos a las cosas que nos rodean, podamos elevarnos por encima de ellas como testigos de la verdad de Dios y de las imperecederas virtudes del Evangelio de Cristo. La gracia de Dios está fluyendo en toda su riqueza para sacarte de la ruina personal, familiar y espiritual en la que tú te encuentra. Los rayos de luz de las Escrituras están penetrando las profundidades de las tinieblas que te rodean para que pueda ver el camino de la salvación; camino que nos ha sido abierto por la gracia infinita de Dios. La puerta a la vida y a una eternidad con Cristo en el reino de los cielos, todavía esta abierta esperando que tu entre y sea parte de los redimidos. ¿Puede haber algo más excelente que esto? En los días más oscuros, agarrémonos con tesón de la Palabra de Cristo y no neguemos su precioso nombre! Pablo dice: “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”. Hay un camino que debemos seguir este es el camino de la justicia, la paz, el amor, y la fe. ¡Amén!
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diciembre 23, 2011

El nacimiento del Mesías

“Y aconteció que mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días de dar a luz, y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada (Lucas 2:6-7). Dios le  había revelado a Nabucodonosor que el reino del Mesías se establecería durante los días del cuarto imperio mundial, es decir, del imperio romano. “Y en los días de estos reyes, el Dios de los cielos establecerá un reino que no será jamás destruido, ni el reino será dejado a otro pueblo, sino que desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, tal como viste que del monte fue cortada una piedra (no con mano humana), la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación” (Daniel 2:44-45). Si por alguna razón nos inquietan las guerras y los rumores de guerras; la prosperidad de los líderes mundiales y las catástrofes naturales, recordemos que Dios, es quien decide y controla el desarrollo de la historia y no los líderes del mundo. Bajo la protección de Dios, el Reino del Mesías es indestructible. Todos los que hemos creídos en Dios somos ciudadanos de su reino y estamos seguros en él. Augusto César, nunca se hubiera imaginado que con su edicto  él estaba contribuyendo al cumplimiento de las profecías de Daniel y de Miqueas acerca del nacimiento del Mesías. El método usual de los romanos era hacer el censo del pueblo en residencia, pero en este caso se aceptó la práctica de los judíos de volver todos a su ciudad de descendencia. Esto es muy “interesante e importante”, porque de esa manera José y María volvieron a la ciudad de Belén donde debía nacer el Mesías.  “Pero tú, Bet-léhem Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, De ti me saldrá el que será Caudillo en Israel, Cuyo origen es desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2). Desde luego, ni Augusto Cesar ni José ni María ni ningún ser humanos pudo haber ideado y diseñado este plan; fue Dios que  ideó, diseñó y  promovió este plan  para que se cumpliera lo que él mismo había anunciado por medio de los profetas. “De parte de YHVH es esto, y es cosa admirable ante nuestros ojos” (Salmos 118:23). Los historiadores romanos, Suetonio y Tácito, dan testimonio de las expectativas que prevalecían en oriente, de que de Judea saldría el soberano del mundo. Pablo dice: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que redimiera a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4). Los magos no expresaron ninguna duda con referencia al nacimiento reciente del Mesías a quien denominan “rey de los judíos”. Para ellos el nacimiento del Mesías era algo real; lo que ellos buscaban era una respuesta a su pregunta ¿dónde está “el rey de los judíos que ha nacido?” La estrella que estos hombres vieron no era una estrella ordinaria; fue un acontecimiento milagroso para guiar a los magos al lugar del nacimiento del niño. Dios pudo haber enviado a los magos directamente a Belén, pero esto habría dejado a Jerusalén sin la noticia del nacimiento de Jesús. Esta noticia puso en expectativas a toda la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, me resulta increíble y chocante la dejadez de los sacerdotes y de los escribas, mientras los magos [estos extranjeros] fueron en busca del Mesías, los líderes del pueblo permanecieron indiferentes. ¿Por qué ellos no acompañaron a estos extranjeros con el fin de confirmar la noticia y a su vez adorar al Mesías? No tengo espacio para seguir tratando este tema pero quiero decirle que a pesar de que en occidente se celebra el nacimiento del Mesías, muchos son los que permanecen indiferentes  y otros aprovechan la ocasión para la glotonería, el libertinaje y la borrachera. Pero nosotros en lugar de utilizar esta fiesta para hacer lo que es abominable, perverso y repugnante, utilicémosla para buscar al Mesías y para adorarle como los hicieron los ángeles, los magos y los pastores.  “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de su elección [buena voluntad]!” ¡Amén!
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diciembre 14, 2011

Conversaciones con demonios

“Cuando entres en la tierra que YHVH tu Dios te da, no aprenderás a hacer las cosas abominables de aquellas naciones. No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni hechicería, esto es, que sea sortílego o hechicero, ni encantador, ni médium o mago, ni evocador de muertos” (Deuteronomio 18:9-11). Tratar de conocer la voluntad de Dios por medio de prácticas incompatibles con las Escrituras, está estrictamente prohibido. El ocultismo sigue fascinando a la gente; su interés viene del deseo por conocer y controlar el futuro. Sin embargo, aunque Dios nos revela muchas cosas por medio de los profetas, él ha establecido límites. El ocultismo y la idolatría fueron las causas principales por la que Dios ordenó la aniquilación de los cananeos. Entrar en contacto con el ocultismo deja a las personas expuesta a las influencias satánicas y al contacto con poderes destructores. “A la hechicera no dejarás vivir” (Éxodo 22:18). Practicar el ocultismo es rebelarse en contra de Dios y de su autoridad y es además colaborar con Satanás y con sus propósitos. La hechicería es un medio demoníaco utilizado con el propósito de conocer  los acontecimientos futuros. La hechicería presupone que existe un poder [fuera de Dio] que controla los eventos del mundo. Las personas que se dedican a practicar el ocultismo, no están satisfechas con la revelación de Dios por medio de las Escrituras. Pero rebajar la autoridad de la Palabra de Dios, negar la suficiencia de la revelación divina y asociarse con demonios para obtener un mayor conocimiento del futuro, es colocase bajo pena de muerte. Los que adoran a los demonios bajo el disfraz de la religión; realizando prácticas abominables e inmorales, se han colocado así mismo bajo maldición. En la actualidad tenemos muchos adivinos ministrando en los púlpitos de las iglesias y profetizando mentiras con el propósito de sacar provecho. “Entonces Saúl le juró por YHVH, diciendo: ¡Vive YHVH que ningún castigo te vendrá por este asunto!” (1 Samuel 28:10). Es increíble hasta qué grado podemos llegar a engañarnos a nosotros mismos y a racionalizar nuestros pecados. Saúl jura por YHVH ante una adivina. Este hombre estaba desesperado por conocer el futuro y como Dios no le respondió, buscó a una adivina para consultar a los muertos. Existe una gran controversia en relación a este pasaje pero en lugar de darle crédito a las actividades espiritistas o a la invocación de los espíritus de los muertos, este pasaje revela que Dios es el ser supremo. La adivina estaba aterrorizada, y Saúl paralizado por el miedo cuando el Dios vivo los rechazó. Para algunos Dios permitió que Samuel apareciera [en su condición de profeta] para anunciar el juicio de Dios sobre Saúl y  la caída de su reino. Para otros el espíritu que aparece es un demonio que se personifica y toma la apariencia física del profeta Samuel. Dios le concedió a un espíritu de mentira inducir a Acab para que fuera a la batalla y muriera en ella porque así Dios lo había decretado. “… ¿Quién inducirá a Acab para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera y otro de otra.  Y se presentó un espíritu ante YHVH, y dijo: Yo lo induciré. Y le dijo YHVH: ¿De qué modo? Y respondió: Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Y Él dijo: Ciertamente lo inducirás y prevalecerás. ¡Ve y hazlo! Y ahora, he aquí YHVH ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos, tus profetas, pues YHVH ha decretado el mal contra ti” (1 Reyes 22:20-23). Evitemos el mundo de los espíritus, y el engaño de nuestros deseos más profundos. Es preciso  mantener  una vigilancia constante y necesaria para poder discernir y no ser engañado. “Pero cierto varón de nombre Simón, había estado practicando magia en la ciudad y asombraba a la gente de Samaria, haciéndose pasar por alguien importante” (Hechos 8:9). En los días de la iglesia primitiva, los hechiceros y magos eran numerosos e influyentes. Hacían maravillas, efectuaban sanidades y exorcismos, y practicaban la astrología. Simón creyó que el cristianismo era esencialmente lo mismo que su magia, aunque más poderoso y pensó que podía comprar el poder del Espíritu Santo. Satanás utiliza numerosos medios para engañar y mantener a las personas bajo un velo de tinieblas. ¡Manténgase vigilante y no se deje engañar por el diablo ni participe de las prácticas del ocultismo! ¡Amén!
  
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diciembre 11, 2011

Nuestras relaciones

“No os dejéis engañar; las malas compañías [las malas conversaciones] corrompen las buenas costumbres”. (1 Corintios 15:33). Nuestras relaciones entre sí constituyen un asunto mucho más importante de lo que normalmente se cree. Un desliz en nuestra conducta ética es equivalente a una negación de la resurrección del cuerpo y de la responsabilidad que tenemos de rendir cuentas ante el tribunal de Cristo por todos los que hayamos hecho, mientras estábamos en el cuerpo. Pablo cita a Menandro, un escritor ateniense del tercer siglo a.C., para mostrar que nuestras vidas son influidas por lo que creemos y por las personas con quienes nos asociamos. “Poniendo a prueba qué es lo que agrada al Señor, no participando en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendiéndolas, porque vergonzoso es aun hablar las cosas que hacen en secreto” (Efesios 5:10-12). Pablo nos instruye a reprender y a denunciar las obras de las tinieblas, nuestro silencio puede interpretarse como una aprobación de estas obras. Dios está buscando personas que defiendan lo bueno. Dondequiera que usted esté, hable con amabilidad de lo que es bueno y verdadero. Aun cuando nos reunamos para compartir en una fecha especial o como amigos debemos ser vigilantes con el fin de no profanar el templo del Espíritu Santo.  “Es triste y humillante, oír la clase de conversaciones que tienen a menudo aquellos cuyos principios deberían manifestarse de manera  muy diferentes” [C. H. Mackintosh]. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buena reputación; si hay alguna virtud, si hay algo digno de alabanza, en eso pensad” (Filipenses 4:8). Estas son las cosas que deben llenar nuestros pensamientos. En la medida en que usted y yo las tomemos en cuenta, ellas definirán nuestras actitudes, nuestras palabras y acciones. Estas son las cosas en la que debemos pensad, en todo lo que  es: verdadero, honesto, digno, honorable, correcto, justo, puro, santo, amable, bello, de buen nombre y digno de ser oído. El vocablo griego “arete” [virtud], dentro de la ética clásica, es el que mejor define lo excelente, y lo que es digno de alabanza y recomendación. Una persona que cree en lo que profesa, no debe desestimar estas preciosas e importantes verdades, si estas verdades han tenido un efecto en sus corazones, no dejen que Satanás les use para calumniar ni para conversar sobre cosas que no convienen. Mackintosh dice: “Un corazón que se halla bajo la bendita influencia de estas maravillosas verdades, ¿hallaría, acaso, el menor gozo, el más mínimo aliciente en participar en esas conversaciones vanas, frívolas y vacías, en pláticas que tratan de personas o de circunstancias con las cuales el creyente no tiene nada que ver: cine, fútbol, eventos deportivos típicos de su país, maniobras políticas, boxeo, y de todas las demás futilidades en boga? ¿Son éstas las ocupaciones de un corazón lleno de Cristo? Sin embargo, hay que reconocer que éste es el caso de muchos cristianos profesantes, cristianos de labios”. “Porque el ejercicio corporal para poco aprovecha, pero la piedad es provechosa para todo, teniendo promesa para esta vida y para la que viene” (1 Timoteo 4:8). Los cristianos invierten tiempo y dinero en las cirugías domésticas, dietas rigurosas, y gimnasios, etc. Pero el entrenamiento físico aunque es bueno, y hasta esencial; tiene una utilidad muy limitada. Con ejercicios solamente se desarrolla una parte de la persona; y produce unos resultados pasajeros, porque nuestro cuerpo es pasajero como una tienda que se va desgastando con el tiempo. El entrenamiento en la piedad desarrolla la personalidad total en cuerpo, mente y espíritu, y sus resultados son permanente tanto en el tiempo como en la eternidad. El cristiano no es un atleta de gimnasio, sino un atleta de Dios. ¡Amén!
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diciembre 09, 2011

La plenitud de fe

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos10:19-22). El fundamento para nuestra confianza está en el hecho de que ahora tenemos acceso al lugar santísimo por medio del sacrificio de Cristo. Esto debería inspirarnos y hacernos acercar cada día más a Dios. La verdad que recibimos y aceptamos puede ser limitada y deficiente, y nuestra certeza puede ser una convicción de la mente y no una fe viva. Necesitamos tener una fe que abarque e incluya todo lo que Dios nos ofrece en las Escrituras. Solo podamos recoger la provisión de Dios y sus promesas, cuando nos acercamos a él en plenitud de fe. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). La fe nos permite tener a Dios mucho más cerca que a nuestros amigos y vivir en una comunión ininterrumpida con el Altísimo. La sangre de Cristo puede limpiar nuestra conciencia y abrirnos el camino para que nos acerquemos a Dios. Cuando usted tiene una conciencia limpia y una confianza indudable en el Señor puede pedir y recibirá, buscar y hallará, llamar y se le responderá. La luz y la gloria de Dios estará sobres usted con toda seguridad. Si nos acercamos a Dios en plena certidumbre de fe, experimentaremos el poder que fluye del altar, recibiremos la unción y el fuego del Espíritu Santo. La fe nos capacita para mirar a Jesús en toda su gloria y al mirarle, podemos pedirle que intervenga a nuestro favor e interceda por nosotros. Por la fe nos enfrentamos a los imposibles, a nuestros fracasos, al pecado, nuestras debilidades y a los poderes del mal; nada nos limita cuando le creemos a Dios. Él que levantó a Jesús de entre los muertos, tiene poder para tomarnos e introducirnos en Su presencia, más allá del velo. Tanto en la casa como en el corazón de Dios hay un lugar para los que creen. Nuestras debilidades se deben a que no creemos. El Espíritu Santo nos pide un corazón sincero e inmediatamente después, nos dice que nos acerquemos al Santuario en plenitud de fe. Hay una fe de percepción, deseo, confianza en la verdad de las Escrituras, y aceptación personal. Pero la fe que se nos pide, es la fe que tiene un amor que abraza las promesas de Dios, una fe que tiene una voluntad que abarca la totalidad de la revelación divina, y una fe de sacrificio, que está dispuesta a esperar sólo en Dios. No estoy hablando de certidumbre de pensamiento. Usted puede tener una doctrina correcta pero no es a esto a lo que nos referimos aquí. La fe que mueve a Dios, es la fe que nace de un corazón sincero y de una conciencia limpia. Es esta fe la que toca el corazón de Dios; esta es la fe que abre las puertas de los cielos y hace posible que Dios realice su obra. La fe hace que lo sobrenatural entre en acción en el mundo natural. Es la fe la que pone en movimiento los recursos de Dios. Lo que Dios quiere hacer en ti, es aquello que tiene lugar en el plano de lo sobrenatural; esto está más allá de lo que tú puede pensar. No trate de entender todo lo que Dios está haciendo, solo confía en él. ¡Amén!



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diciembre 07, 2011

Sobre ti fijaré mis ojos

“Entonces el Espíritu de Dios descendió sobre Azarías ben Oded, quien salió al encuentro de Asa y le dijo: Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: YHVH está con vosotros mientras vosotros estéis con Él. Si lo buscáis, Él se dejará hallar por vosotros, pero si lo abandonáis, Él os abandonará” (2 Crónicas 15:1-2). Nuestra victoria es la recompensa de nuestra fe en Dios. Si buscamos a Dios aunque las probabilidades de ganar en la batalla parezcan imposibles e inciertas, él nos dará la victoria. Buscar a Dios requiere de un nivel de intensidad superior a lo ordinario y además implica ser diligente en el proceso. En la Biblia, se nos da a conocer el plan y el propósito de Dios. Así como el Señor en su soberanía escogió a Jeremías, lo predestinó, llamó, y santificó, también lo ha hecho contigo; Dios te ha llamado con un propósito. “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). Todos los que han recibido a Cristo como su Señor y salvador y tienen al Espíritu Santo morando en ellos, tienen el potencial para convertirse en líderes y realizar el plan de Dios para sus vidas. Dios quiere mostrarnos el camino y darnos a conocer su plan. “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32:8). Dios ha fijado sus ojos sobre ti para hacerte entender y comprender su propósito. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan para bien, a los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que antes escogió, también los predestinó a ser de la misma forma de la imagen de su Hijo, para que Él sea primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también declaró justos; y a los que declaró justos, a éstos también glorificó" (Romanos 8:28-30). El creyente debe ser sensible a la voz del Espíritu Santo. Si no entendemos el plan y el propósito de Dios; comenzaremos a vivir una vida frustrada y completamente aburrida. Lo que le da sentido a nuestra vida es la realización del plan y propósito de Dios en nosotros. A los hombres y mujeres de Dios, él siempre les ha mostrado su propósito para que actúen y caminen en fe. La incredulidad es un impedimento para la concretización del plan y propósito de Dios. Las Escrituras nos muestran como el diablo trabaja para destruir vidas porque Satanás también tiene un plan; él tiene sus propias estrategias.  Nosotros tenemos la mente de Cristo y esto nos permite descubrir los “ardides” de Satanás. Sin embargo, necesitamos ser personas diligentes y actuar con sabiduría para poder lograr nuestras metas en el Señor.  “El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos” (Proverbios 16:9). Si Jesús no tiene el control de nuestra vida, podríamos zozobrar con facilidad. Él debe tener el control porque el único que puede dirigir nuestra vida sin tropiezo, es Dios. Es tiempo de buscar a Dios, descubrir su propósito, comenzar a realizar sus planes y caminar hacia la meta. Tu debe tener el plan de Dios bien claro en tu mente y en tu corazón. “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9). Nehemías le dio objetividad a su plan para reconstruir los muros de Jerusalén y para poder animar a los demás con el fin de que ellos también captaran el propósito de Dios. “Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio” (Nehemías 2:17). Jesús sabía lo que quería cuando dijo: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Las metas son los pasos específicos, medibles, factibles, y puestos en un orden cronológico. Organiza y maneja bien tú tiempo para que vea cumplido los deseos de tu corazón. ¡Amén!


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diciembre 04, 2011

Verederos guerreros

“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas; destruyendo razonamientos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo; estando dispuestos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea completa” (2 Corintios 10:3-6). Nosotros somos simples seres humanos y como tales somos débiles y frágiles. Sin embargo, para ganar nuestras batallas no dependemos de la astucia de los hombres de este mundo  ni necesitamos utilizar sus métodos. Como cristianos debemos decidir qué métodos emplearemos, si los métodos de los hombres o los de Dios. El propósito de Pablo no era sólo demoler los falsos argumentos, sino también llevar cautivos nuestros pensamientos a Cristo. Debemos procurar destruir todo aquello que se opone a la voluntad y al verdadero conocimiento de Dios. Las poderosas armaduras de Dios están disponibles para pelear y destruir las “fortalezas” de Satanás. Tenemos poder espiritual y sobrenatural para destruir todos las murallas construidas por Satanás. “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz” (Romanos 13:12). Para ser verdaderos guerreros debemos renunciar a todo aquello que pertenece a las tinieblas; nuestra conexión con la oscuridad debe quedar completamente rota. Debemos vestirnos del Señor Jesucristo, someternos a su voluntad, aceptar sus normas morales, vivir en constante compañerismo con él y depender de su fuerza. No debemos proveer absolutamente nada para los deseos de la carne ni para sus requerimientos y apetitos. El día del Señor se acerca progresivamente en la misma medida en que este presente siglo se desarrolla. Esta es la razón por la que debemos abstenernos de aquellas acciones que son características de las tinieblas, y de ese sistema que está enteramente opuesto a Dios ni siquiera debemos pensar en aquellos deseos pecaminosos que provienen de este mundo pecador. Nos conviene vivir vigilantes, sin dejarnos arrastrar por las tendencias de la carne y los espejismos del mundo. Encaremos con todo el fuego de nuestro carácter espiritual, a todos aquellos que tratan de desacreditarnos. Vivimos en la carne como cualquier ser humano pero no militamos según la carne. Refutemos el atrevimiento de los enemigos del Evangelio. “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (Jeremías 1:10). Es importante saber, que este poder y autoridad no proviene de nosotros mismos, sino de Dios por medio del Espíritu. Tenemos poderosas armas defensivas como son: el yermo de la salvación, la coraza de justicia,  el cinto de la verdad, el calzado del evangelio y el escudo de la fe. Todas estas son armas defensivas pero además tenemos armas ofensivas [armas de ataque] como son: la espada del Espíritu y la oración [pero no cualquier oración, sino la oración en el Espíritu]. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.  Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:10-11). En la vida cristiana batallamos en contra de fuerzas malignas poderosas, encabezadas por Satanás. Para contrarrestar sus ataques, debemos depender de la fortaleza de Dios y usar cada pieza de Su armadura. Todo el cuerpo necesita armarse. Cuando usted luche en contra de los “gobernadores de las tinieblas”, hágalo siempre con las armaduras de Dios y con el poder del Espíritu Santo. Enfrentamos un ejército poderoso que tiene como meta destruir a la Iglesia de Cristo. ¡Amén!
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diciembre 02, 2011

Un camino marcado por Dios

“Orad sin cesar”. (1 Tesalonicenses 5:17). Dios quiere estar en relación con el hombre, estar cerca de él como un padre de sus hijos, sin que esto signifique un debilitamiento de Su poder. No orar, es no entender ni darse cuenta de que cuando oramos entramos al santuario espiritual y nos situamos en la misma presencia de Dios, y ¿qué puede ser más importante que estar en la presencia de Dios? No orar, nos hace incapaces de captar el hecho de que Dios nos ha salido al encuentro en la persona de Jesucristo. Orar es una necesidad, es una forma de respirar y obtener el oxígeno necesario para la vida.Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). La comprensión espiritual del evangelio, combinada con una actitud de oración, es la combinación que todo creyente debe buscar. La oración en el Espíritu, es una de las armas de ataque más poderosa con que cuenta el creyente; la otra es la espada del Espíritu. Por medio de la oración intercesora nos fortalecemos y “podemos estar firmes contra las asechanzas del diablo”. Orar creyendo y obedeciendo a lo dicho por Dios en las Escrituras, nos permite ser santificado y fortalecido en el poder del Espíritu. Una actitud correcta en este sentido traerá una unción poderosa a nuestra vida y ministerio. Orar nos permite reconocer lo que Dios a hecho por nosotros en Jesucristo. La oración guiada por el Espíritu es sumamente poderosa.Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:26-27). El presente estado de debilidad surge por una gran mezcla de ideas y sentimientos que se origina en nuestro ser interior, al reconocer que lo que apreciamos con los sentidos es algo pasajero. Sin la presencia del Espíritu en nosotros carecemos de visión espiritual y en ese estado es imposible comunicarse con Dios, debido también  a la inevitable imperfección que hay de nuestro lenguaje para expresar los sentimientos de nuestro corazón. Mientras luchamos por expresar con palabras los deseos de nuestro corazón, nos damos cuenta que las emociones más profundas del corazón son inexpresables pero el Espíritu la expresa con “gemidos indecibles”. La profundidad y madurez de nuestra experiencia espiritual nos permite tener una actitud mental y realizar un ejercicio provechoso por medio de la oración. La oración no es un acto arbitrario, cuando oramos, no podemos aventurarnos ni seguir nuestra fantasía; Dios nos ha marcado el camino que debemos seguir. Él  mismo nos enseña cómo debemos orar, debido a que tenemos una gran cantidad de cosas que pedir. “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). Es evidente que lo que aquí se condena no es la oración en público, sino el carácter indiscreto de la verdadera oración. Si oramos como lo hacen los paganos, lo que estamos haciendo es despreciando el carácter sagrado de la oración. “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos” (Mateo 6:9-13). La verdadera oración no es una técnica ni un desempeño, sino una relación. Logramos esta relación solo por medio de Jesucristo y del poder santificador del Espíritu. La experiencia de Zacarías el padre de Juan el Bautista tuvo lugar  a la hora de la oración. “Aconteció, pues, que mientras él ministraba como sacerdote delante de Dios en el turno de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, entrando en el Santuario del Señor, le cayó en suerte ofrecer incienso. Y toda la gente del pueblo estaba orando afuera, a la hora del incienso”. El milagro de la puerta de la hermosa fue a la hora de la oración. “Cierto día Pedro y Juan subían al Templo a la hora de la oración, la novena”. Grandes cosas ocurren por medio de la oración.   ¡Amén!

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noviembre 30, 2011

Protegido por Dios

“Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar” (Génesis 28:10-11). La partida de Jacob de su casa paterna fue una huida ignominiosa; por temor a ser seguido por su hermano, no tomó el camino común, si no que se fue por sendas solitarias y poco frecuentadas, lo que aumentó la duración y los peligros de su viaje. Pero una crisis personal a menudo se convierte en una ocasión para una profunda experiencia espiritual. Jacob le había arrebatado a su hermano, el derecho y la bendición que le correspondía al primogénito. Jacob rehusó esperar que Dios dispusiera el momento para el cumplimiento de la promesa que le había hecho al nacer. Huyendo de su hogar a una tierra extranjera, halló descanso sobre una roca que puso por cabecera y allí tuvo el privilegio de ver a los ángeles como una señal de la protección divina. Como seres humanos, tenemos mucho que temer y nada en qué apoyarnos y confiar. Solo los hijos de Dios cuentan con una Roca firme, en la que pueden apoyarse y disipar sus temores. “En Dios solamente espera en silencio mi alma; de El viene mi salvación. Sólo Él es mi roca y mi salvación, mi baluarte, nunca seré sacudido [LBLA]” (Salmos 61:1-2). No hay otro lugar de paz y descanso para el espíritu del ser humano; Dios es nuestro único lugar de descanso. A pesar de las intrigas de nuestros enemigos y de la hipocresía de nuestros amigos, nuestra posición en Dios es estable. La salvación física y espiritual viene de Dios. Muchas son las presiones de la vida y las razones para temer pero Dios es nuestra roca y nuestro salvador; el enemigo no puede triunfar. A pesar de tus circunstancias; descansa en la fuerza y en el poder de Dios. “Por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure” (Isaías 28:16). Cuando nuestra relación con Dios es firme, nada nos puede afectar. ¡Es lamentable que muchos rechacen este maravilloso refugio! “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte de Jehová es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos” (Salmos 118:22-23). Cristo fue despreciado y rechazado por el hombre, pero honrado por Dios. Los poderes del mundo lo desecharon como inútil, pero Dios lo destinó para el lugar más honorable e importante del edificio de Su Reino. Rechazado por la humanidad; pero en el propósito de Dios, Cristo era la piedra angular. Cristo es santuario y salvación para el creyente y piedra de tropiezo y roca que hace caer para el incrédulo. Nosotros debemos tener conciencia de nuestra misión y destino en el mundo. No nos adelantemos al propósito de Dios ni actuemos de forma precipitada para que no nos suceda lo mismo que le ocurrió a Jacob. Este hombre no solo se vio atravesando por numerosos peligros, sino que también tuvo que trabajar duro, y bajo mucha presión. Sin embargo hasta que no se enfrentó a su pasado y sus propios temores; no pudo vivir en paz. Enfrentemos nuestros pasados y nuestros temores; Dios está con nosotros para guardarnos y protegernos. ¡Amén!




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noviembre 27, 2011

La fe y tenacidad de los siervos de Dios

.“Ningún arma forjada contra ti prosperará, y condenarás a toda lengua que se levante en juicio contra ti. Esta es la herencia de los siervos de YHVH, Y su victoria de parte mía, dice YHVH” (Isaías 54:17). El Espíritu Santo nos revela, a través de Isaías una combinación de hermosura y fortaleza; un cuadro resplandeciente del creyente y de la Iglesia comparable solo con el que nos da a conocer Juan en el libro de Apocalipsis. Dios es nuestra fortaleza, un refugio inexpugnable para cada uno de nosotros. Una fe enraizada en el Señor y una victoria continua sobre nuestros enemigos son unas de las marcas del nuevo pacto. Es cierto que Dios no nos promete inmunidad pero tenemos a nuestro favor la incuestionable arma de la verdad. Cuando andamos en la verdad, Dios frustra las conspiraciones y acusaciones de nuestros enemigos. Los creyentes que se someten a la dirección divina encontrarán tanto la inspiración como el poder para lograr sus objetivos en la vida, pero además los dones divinos fluirán y llenarán sus vidas. El pecado nos separa de Dios y nos trae dolor y sufrimiento. Pero si confesamos nuestro pecado y nos arrepentimos, Dios nos perdona y restaura. Dios promete restaurarnos, llenarnos de riquezas y personalmente darnos a conocer Su poder. Cuando nuestros cimientos son el derecho y la justicia, Dios se convierte en nuestro protector y proveedor. “Pero contra cualquiera de los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro les gruñirá, para que sepáis que YHVH hace distinción entre Egipto e Israel” (Éxodo 11:7).  Dios promete que aun en los momentos más difíciles y terribles de la vida ni un perro gruñirá en contra nuestra. Los decretos de Dios se ejecutarán de una manera irrevocable pero aun cuando la tierra esté destinada a la ruina, nosotros estaremos seguros porque Dios nos guardará y librará de todo peligro. “Y todo el pueblo regresó a salvo, a Josué, en el campamento en Maceda. Y nadie aguzó su lengua contra ninguno de los hijos de Israel” (Josué 10:21). La victoria de Israel fue una victoria contundente como lo fue la victoria de Cristo sobre los poderes de las tinieblas y como lo será nuestra victoria. Josué y sus guerreros se pararon en la brecha, contendieron por los propósitos eternos de Dios y demostraron el triunfo que la fe y tenacidad de los siervos de Dios puede realizar. En la guerra espiritual somos más que vencedores; cuando estamos revestidos con las armaduras de Dios, nos volvemos guerreros temibles. Nuestros enemigos afilan sus lenguas como espada, y la emplean como saeta envenenada, pero Dios los hará tropezar, aun cuando tengan un plan bien concebido. Pablo dice: “Porque he sido persuadido de que ni la Muerte ni la vida, ni ángeles ni gobernantes, ni lo presente, ni lo por venir, ni las potestades, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39). Estos versículos contienen una de las promesas más reconfortantes de todas las Escrituras. Los creyentes siempre han tenido que enfrentar dificultades de diversas formas: persecución, enfermedad, prisión, y aun la muerte. Sin embargo Pablo dice que es imposible que algo nos separe de Dios. “Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen, y Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27-28). Esta es nuestra herencia, en Cristo estamos completamente seguros. ¡Amén!

noviembre 24, 2011

Los estándares de Dios

.“No matarás” (Éxodo 20:15). Dios prohíbe cualquier clase de violencia y ultraje. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. El Señor valora la vida humana; no se puede cometer un acto de violencia contra una persona, sin cometerlo también contra Dios. La violencia verbal, psicológica o física es un irrespeto y un ultraje a Dios, a cuya imagen ha sido creado el hombre.Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra” (Génesis 4:9-12). Interrogado por Dios sobre su pecado, Caín mintió y no aceptó el juicio de Dios, sino que protestó con vehemencia. Las personas violentas amenudo se consideran como la víctima. La actitud de Caín es la de una persona inocente, que no ha hecho absolutamente nada. Vivimos en un mundo violento, lleno de personas sanguinarias y abusadoras. Una de las cosas que nuestro Señor Jesucristo condena con más énfasis es precisamente la violencia.Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5:21-22). No solo es culpable el hombre que comete un asesinato; también el que se enoja con su hermano será juzgado y no solo juzgado, sino que será hallado culpable delante de Dios. Para el mundo, una persona, es una buena persona, si no hace lo que está prohibido porque al mundo no le concierne juzgar los pensamientos ni las intenciones del corazón. Pero este no es el nivel al que hemos sido llamados por Dios. Hay una parte de nosotros que es atraída al bien, y otra parte de nosotros que es atraída al mal. Mientras las cosas son así, se está librando una batalla en nuestro interior. Para Platón, existía siempre un conflicto en la vida, entre las exigencias de las pasiones y las exigencias de la razón. La razón es la rienda que mantiene sujeta (bajo control) a las pasiones. Pero el hombre puede bajar la guardia un instante, ¿y qué sucederá entonces? Mientras exista esta tensión interior, este conflicto interior, la vida es insegura. Nosotros solamente vemos las acciones exteriores de una persona; sólo Dios ve los secretos del corazón. “En la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. La ira se manifiesta a través de palabras insultantes. Las Escrituras prohíben llamar a las personas “raca”, esto es, idiota, sin sentido, tonto, imbécil, cabeza hueca etc. El desprecio es contrario al espíritu de Cristo. El desprecio puede surgir de la casta, cursilería, posición, dinero, conocimiento etc. No deberíamos nunca mirar con desprecio a una persona que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios pero además es una persona por la que Cristo murió. “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca” (Colosenses 3:8). Jesús prohíbe llamar a nuestros hermanos “moros”. “Moros” quiere decir tonto, necio moral etc. Es el hombre que se hace el tonto. El salmista habla del necio que ha dicho en su corazón “no hay Dios” (Salmo 14:1). Se necesita ser muy necio para desafiar a Dios. Sin embargo, ni siquiera la necedad de esta clase de hombre es un motivo para que nosotros usemos términos despectivos contra ellos. Nadie es perfecto, excepto Dios. Todos somos culpables ante El y necesitamos su perdón. No importa lo bien que nos desempeñemos ni lo mucho que logremos comparado con otros. Ninguno de nosotros puede jactarse de su bondad cuando se compara con los estándares de Dios.  ¡Amén!

noviembre 19, 2011

La naturaleza moral del hombre

.“Porque cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por naturaleza cosas de la Ley, éstos, no teniendo Ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente su conciencia; y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos en el día en que Dios juzgue por medio de Cristo Jesús los secretos de los hombres, conforme a mi Evangelio” (Romano 2:14-16). El hombre fue creado a imagen de Dios, unos de los elementos de la imagen de Dios en el hombre, es su naturaleza moral. Ante de la entrada del pecado, el hombre no tenía “el conocimiento del bien y del mal”, pero el hombre tenía la capacidad de obedecer “o” desobedecer los mandamientos divinos. Después de su caída, el hombre retuvo por la gracia de Dios su naturaleza moral, retuvo la conciencia de su pecado y culpabilidad ante Dios. La ley moral está escrita en el corazón de cada ser humano. Los hombres tienen nociones de la santidad y justicia divina, aun cuando en su obstinación y terquedad sigan pecando. Caín temía que le mataran por su crimen. Los hombres no sólo tienen conocimiento del pecado, sino que tienen nociones positivas acerca de lo que Dios requiere, “mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones”. Pablo habla del “testimonio de la conciencia... acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos”.  Aunque esta expresión no queda del todo clara en el original griego, lo más probable es que se trate de la función de la conciencia, que puede desaprobar o aprobar nuestra conducta. La obligación moral del hombre es obedecer a Dios; la buena conducta es la que Dios aprueba, esto es lo que la Biblia llama “lo recto ante los ojos de Jehová”, mientras que la mala conducta es la que Dios desaprueba, esta es una conducta matizada por el pecado. Cristo nos exhorta a buscar el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33), y Pablo nos intima a que comprobemos “cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2), con el pensamiento de que El será un día el Juez de toda nuestras acciones. La base fundamental de la Ética cristiana es hacer la voluntad de Dios, porque sabemos que lo que Dios desmanda es bueno gracias al discernimiento moral que tenemos. La voluntad de Dios es la expresión de su misma naturaleza: Él es bueno, justo, y santo. La conciencia humana reconoce que su ley es santa, justa y buena, y sobre esta base el Espíritu Santo convence al hombre de pecado, revelándole la absoluta justicia de Dios. El Dios personal y absoluto, es también la fuente de nuestro ser, y, por tanto, es la fuente de la verdad y del bien, esto implica que lo bueno se funda, no en una noción abstracta de “justicia”, sino en lo que Dios es. Nuestra obligación de cumplir los mandamientos divinos descansa también en la naturaleza de Dios: “Sed santos, porque yo soy santo”; “Sed pues, perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.  Dios ha revelado su voluntad en las Sagradas Escrituras. “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios...”. La palabra hebrea que traducimos por ley es torah y significa instrucción revelada. Es una revelación especial, ligada con la elección y la redención. La ley fue revelada al pueblo elegido, con el propósito, según nos dice el Nuevo Testamento, de convencer al hombre de pecado y conducirlo a Cristo, la ley es un instrumento en el propósito divino de redención. “Así que la Ley ha sido nuestro tutor hasta Cristo, para que por medio de la fe fuéramos declarados justos” (Gálatas 3:24). Los profetas nos hablan con la misma autoridad: "La palabra de Jehová que vino a...”. Y el Señor Jesucristo habla en un tono que demuestra su propia autoridad divina: “Oísteis que fue dicho..., pero yo os digo...” (Mateo 6). La ética revelada del Nuevo Testamento es también parte integrante del propósito redentor del Señor. Hemos sido salvos para ser semejantes a Cristo en su vida moral. Jesús quiere que “nos amemos unos a otros, como él nos ha amado” (Juan 15:12); “se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:14.). La buena conducta es identificada por Pablo con el fruto del Espíritu. “Pero el fruto del espíritu es amor, gozo y paz; paciencia, benignidad y bondad; fe, mansedumbre y templanza; en contra de tales cosas, no hay Ley” (Gálatas 5:22). Para Juan, la buena conducta es señal segura e imprescindible de la salvación. “Si sabéis que Él es justo, sabréis también que todo el que obra la justicia ha nacido de Él” (1 Juan 2:29). ¡Amén!

noviembre 16, 2011

La salvación y las demandas del Evangelio

El evangelio consiste en dos partes que, en conjunto, forman una unidad indestructible. La primera está relacionada con el don de la salvación otorgada por medio de Cristo; la otra, tiene que ver con las demandas del reino. Las demandas del reino de Dios se expresan a través del mensaje del evangelio. Tan pronto leemos o escuchamos el evangelio predicado por Jesús, somos confrontados con ciertas presuposiciones que tienen una estructura y una expresión muy particular. El evangelio del reino no es algo enteramente nuevo, pero es algo más que el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. La proclamación de la salvación está determinada terminológica y realmente por la historia de la salvación que la precede, y no puede ser comprendida ni separada de la misma.  La importancia de esta consideración puede llegar a manifestarse cuando prestamos atención al hecho notable de que, en la primera parte de la predicación de Jesús, él mismo califica su predicación cuando dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18). ¿Cuál es el significado de la frase: “para dar buenas nuevas a los pobres?” Este detalle acerca del significado de la venida del Mesías y de su actividad, nos revela cual es el contenido del evangelio. En la repuesta dada a Juan el Bautista encontramos esta misma frase. “Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Lucas 7:22). Los pobres en espíritu son enfáticamente señalados como aquellos a los cuales está destinada la salvación. Los pobres son los destinatarios de la predicación de Jesús, tanto “los pobres en espíritu” como los “abatidos” a los que se refieren las bienaventuranzas.  “…He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” (Lucas 2:34-35). Simeón era un israelita piadoso quien esperaba la consolación, es decir, la liberación de su pueblo por inspiración divina, fue al templo, tomó en brazos al niño y declaró tanto su gratitud a Dios como su disposición a morir. Simeón vio la llegada del niño como la de un Salvador para todos los pueblos y no meramente para los judíos. La llegada del niño sería tanto para juicio como para salvación. Jesús revelaría el verdadero carácter del ser humano y lo que había en realidad en sus corazones. María sufriría por el trato que posteriormente recibiría Jesús. Las palabras de Simeón fueron confirmadas por la llegada de Ana, quien profetizó que Dios traería salvación al pueblo judío por medio de Jesús. El mensaje del Mesías es tan poderoso que hace estremecer nuestros corazones. “Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Lucas 6:24-26). Dios tiene un lugar para los que son pobres y necesitados, aquellos que están hambrientos y tristes. Estas son personas insatisfechas con el mundo presente y con su suerte en él, y anhelan recibir lo que Dios tiene para ellos. Es a estos que Jesús les promete que oirá y cumplirá sus anhelos. El evangelio es un mensaje de esperanza para aquellos que sufren toda clase de carencias, cuyo único socorro viene de Dios. Hay quienes no necesitan clamar a Dios en oración porque piensan que ya tienen lo suficiente. Pero llegará el día cuando no tendrán nada. “Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado” (Lucas 16:25). Dios hará justicia por eso Dios desea que su pueblo mantenga una intima relación con él para que no perezca, sino para que sea consolado en aquel día. El carácter espiritual de esta relación está fuertemente enfatizado en el Nuevo Testamento. Las demandas del evangelio son ampliamente conocidas, tanto, por la predicación de Jesús como por la predicación de los apóstoles. ¡Amén!
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noviembre 13, 2011

Hombres violentos

.“Y se corrompió la tierra en presencia de Ha-’Elohim, y se llenó la tierra de violencia” (Génesis 6:11). En la actualidad, la raza humana está corrompida, llena de sangre y sin ninguna muestra de arrepentimiento. Esta es la causa por la que Dios está enojado y por la que se dispone a ejecutar Su juicio condenatorio sobre la tierra. La maldad se ha generalizado; la pandemia del pecado y su contagio se disemina y crece cada día más. Cuando esto ocurre, la ruina del hombre no está lejos; los juicios de Dios pueden ser aplazados pero cuando los seres humanos viven como si Dios no existiera ¿Qué puede esperarse? La corrupción del mundo ha estado aumentando por largo tiempo y gradualmente, pero llegará el momento en el que el hombre llenará la medida (la copa) de la ira de Dios. La gente ha elegido el pecado y la muerte en lugar de elegir la vida y vivir en una relación personal con Dios. Como cristiano debemos vivir y caminar por la fe en Dios como lo hizo Noé. Moramos en medio de una generación que perece a causa de la violencia pero es necesario vivir conscientes de lo que somos en Cristo. “Y dijo ‘Elohim a Noé: El fin de toda carne viene ante mí. Por cuanto la tierra se ha llenado de violencia a causa de ellos, he aquí los destruyo con la tierra” (Génesis 6:13). Una de las cosas que más nos preocupan en la actualidad es la violencia de géneros, los feminicidios [la cantidad de mujeres que mueren a mano de su pareja], la violación sexual, los infanticidios etc. “YHVH prueba al justo, Pero su alma aborrece al malvado, y al que ama la violencia” (Salmos 11:5). Dios distingue entre el justo y el impío. El justo puede sufrir pruebas, pero son pruebas que Dios permite para purificar su vida. La palabra prueba (bajan) se usa para referirse a la purificación de los metales por medio del fuego, así es como nuestra fe es purificada. No haga caso omiso de las pruebas, retos y circunstancias que surjan en su paso por la vida. Úselos como oportunidades para crecer. Estos procesos no son para su destrucción, sino para su purificación, sin embargo, no ocurrirá lo mismo con el impío. El salmista les temía a los hombres violentos. “No me entregues a la voluntad de mis adversarios, porque se han levantado contra mí testigos falsos, y aquellos que respiran violencia” (Salmos 27:12). Los enemigos del salmista eran muchos y le acechaban constantemente; espiaban sus debilidades y defecciones. Consciente del peligro que enfrentaba, pide a Dios que su camino sea por lugares llanos y abiertos, no por encrucijadas llenas de salteadores, pues sus adversarios conspiran y se confabulan en su contra. Vivimos en medio de  una generación, en la que aun aquellos que están para impartir justicia, no solo se confabulan con los hombres violentos, sino que sus propias manos están llenas de violencia. “Magistrados: ¿Pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos del hombre? Antes, cometéis crímenes a conciencia en la tierra, y vuestras manos sopesan violencia” (Salmos 58:1-2). Cuando los jueces terrenales son corruptos, hay muy poca esperanza de justicia en esta vida. Pero tenga usted la seguridad de que habrá un día en el que se rendirá cuenta y en el que Dios juzgará con justicia. Cuídese de no estar del lado de la injusticia, no sea que usted se encuentre parado ante el Juez de toda la tierra porque le aseguro que no será fácil. “Considera atentamente el Pacto, porque los lugares oscuros de la tierra están llenos de moradas de violencia” (Salmos 74:20). Oremos a nuestro Dios para que ilumine a las naciones de la tierra en tinieblas; y para que rescate a su pueblo, para que el pobre y necesitado alabe su nombre. “Hay bendiciones sobre la cabeza del justo, pero la boca de los malvados oculta violencia” [Esta es la llamada violencia verbal] (Proverbio 10:6). La violencia está literalmente arrastrando a la sociedad a su propia destrucción. “La violencia de los impíos los arrastrará, por cuanto se niegan a obrar con justicia” (Proverbios 21:7). Hay en la sociedad una telaraña de violencia. En muchas ciudades las personas están aterrorizadas porque la violencia asecha por toda parte. Solo en México hay más de cien mil huérfanos a causa de la violencia, esto es desgarrador. Todo esto es una señal de que estamos viviendo en el último tiempo. No nos olvidemos de que en el tiempo de la venida de Cristo, las condiciones sociales serán semejantes a la que existían en los días de Noé y que esta es la causa que provocará al Señor, a desatar los siete sellos, el último sello contiene las siete trompetas y el toque de la última trompeta, es la que trae a la tierra el derramamiento de las siete copas de la ira de Dios. [Este tema es complicado y extenso, así que lo dejaré hasta aquí]. ¡Amén!

noviembre 11, 2011

Las obras de Cristo

.“Cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonada; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mateo 12:32). Jesús les advirtió a los fariseos que la blasfemia contra el Espíritu Santo era un pecado imperdonable. Ellos afirmaban que Jesús echaba fuera a los demonios porque era un aliado de Satanás. La palabra de Jesús nos revela la actitud de los fariseos y su estado espiritual. El Señor podía interceder por aquéllos cuya blasfemia contra Él era fruto de la ignorancia, y de hecho, cuando estaba en la cruz dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Sin embargo, este no era el caso, los fariseos eran plenamente conscientes de lo que decían. Muchas personas tienen la convicción y comprensión interna, es decir, saben que Jesús es el Salvador, que él es, lo que afirma ser, y sin  embargo, no están dispuestas a admitirlo ni a confesarlo, debido a todos los cambios que  esto implica. Hay personas que se sienten bien consigo  misma, con su propia falta de honradez, inventan razones, por absurdas que sean, para no tratar a Jesús con la dignidad que se merece y para no verse comprometido a tener que serle fiel. Piensan que Jesús no es digno de su fidelidad y lealtad.  Jesús percibía lo que estaban haciendo los fariseos al llamarlo un sirviente de Satanás. Ellos no eran ignorantes; voluntariamente estaban sofocando su conocimiento y reprimiendo su conciencia. Estaban cerrando los ojos ante la luz, y encalleciendo su conciencia. Jesús puso al descubierto su locura; lo que ellos estaban diciendo era un indicio  de la presión que sentían; el razonamiento irracional de una persona suele ser una señal de resistencia. Al atribuir al poder satánico las obras del Mesías, los fariseos estaban blasfemando (hablando con impiedad) contra el Espíritu Santo. Un pecado así es imperdonable, cuando la conciencia se ha encallecido de tal forma que ya no responde a la voz de Dios ni a los hechos sobrenaturales del Espíritu. Cuando ha sido destruido el sentido de gloria contenido en  las poderosas obras de Jesús; no hay nada que hacer. Las  obras de Jesús constituían sus credenciales mesiánicas.  “¿Eres tú el que ha de venir o esperaremos a otro?  Respondiendo Jesús, les dijo: Id, e informad a Juan las cosas que oís y veis: Los ciegos recobran la vista y los cojos andan, los leprosos son limpiados y los sordos oyen, los muertos son resucitados y los pobres son evangelizados, y bienaventurado es todo el que no se escandalice en mí” Mateo 11:3-6). Jesús cumplía con su tarea mesiánica ofreciendo salvación por medio de la predicación, la sanidad, al echar fuera demonios y al hacer milagros. “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis, y sigáis conociendo, que el Padre está en mí y Yo en el Padre” (Juan 10:38). Jesús hace visible por medio de su obra todo lo que creemos acerca del Dios invisible. Los seguidores de Cristo también deberán hacer visible por medio de sus obras todo lo que dicen y creen que Jesús es. “Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, creed a causa de las obras mismas” (Juan 14:11). El endurecimiento del corazón evita el remordimiento por haber blasfemado del Hijo de Dios. Cuando no existe remordimiento, el arrepentimiento se vuelve imposible, y cuando no existe arrepentimiento, el perdón es imposible. Endurecer la conciencia a base de razonamientos deshonestos con el fin de justificar nuestra incredulidad y la negación del poder de Dios en Cristo o rechazar sus derechos sobre nosotros es un pecado imperdonable. “Porque, en efecto, es imposible que los que una vez fueron iluminados y probaron el don celestial, y llegaron a ser partícipes del Espíritu Santo, y probaron la buena Palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando otra vez para sí mismos al Hijo de Dios, habiéndolo expuesto a la ignominia pública.  Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces viene sobre ella, y produce cosecha provechosa para aquellos por los cuales es cultivada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinas y abrojos es descalificada, y está cerca de maldición, cuyo fin es de ser quemada” (Hebreos 6:4–8). Los cristianos que temen haber cometido el pecado imperdonable demuestran, por su misma ansiedad, que no lo han cometido. Las personas que lo han cometido no tienen remordimiento ni preocupación; de hecho, no suelen estar conscientes de lo que han hecho, y del destino al que se han sentenciado ellos mismos. Jesús vio que los fariseos se estaban poniendo en peligro, y habló como lo hizo con la esperanza de impedir que cayeran en este pecado. ¡Amén!

noviembre 08, 2011

Los actos jurídicos de Dios

. “Y habló ‘Elohim a Moisés, y le dijo: Yo soy YHVH”  (Éxodo 6:2). Los aspectos históricos y legales de la Biblia no pueden separarse, porque la historia Bíblica es la historia del Pacto; es por esta razón que los actos de Dios son actos jurídicos. Dios gobierna sobre la historia como Rey y Juez. Hay varias formas en que podemos describir la naturaleza jurídica de los grandes actos de Dios en la historia. En cada uno de sus actos, Dios efectúa sus propósitos. Aun cuando usted no entienda lo que Dios está haciendo, Él siempre lleva a cabo sus designios; Él es el Dios del Pacto: “Y oré a YHVH mi Dios e hice confesión diciendo: ¡Oh Adonay! Dios grande, digno de ser temido, que guardas el Pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos” (Daniel 9:4). Dios ha prometido que disfrutaremos de Sus bendiciones, siempre y cuando, vivamos en integridad y fidelidad pero si vivimos en incredulidad, ingratitud y desobediencia seremos castigados. Procuremos siempre glorificar el nombre de Dios y descansar en Sus promesas; Dios ha sido fiel y estoy persuadido de que él nos restaurará. El conocimiento que tenemos, de la misericordia justa de Dios, revelado en sus hechos salvadores, debe servirnos de motivación y fortaleza en los momentos de crisis. El Pacto es una unión o sociedad fundada sobre un arreglo o tratado legal definido. “Y Él mismo os anunció su Pacto, el cual os mandó observar: los Diez Mandamientos, que escribió sobre dos tablas de piedra” (Deuteronomio 4:13). En este contexto se mencionan las dos tablas de piedra en las cuales fueron escritos los diez mandamientos; su escritura fue con el propósito de que sirvieran como testigos de la revelación de Dios para que el pueblo siempre recordara los requisitos de su relación de pacto con él. Ya sea que Dios castigue o salve y en la mayoría de los casos hace ambas cosas; él lleva a cabo los términos del pacto con fidelidad invariable. Dios actúa de acuerdo con la ley. Dios revela su justicia en lo que hace.  “Mi boca proclamará tu justicia y tu salvación todo el día. Aunque no sepa enumerarlos, vendré a los poderosos hechos de Adonay YHVH, Haré mención de tu justicia, de la tuya sola” (Salmos 71:15-16). Siendo atacado y calumniado, David nada tiene que decir acerca de sí mismo; no se disculpa, ni se justifica, en lugar de eso, proclama los hechos justos de Dios. Tanto la adoración como la justicia de Dios, deben ser proclamadas abiertamente en la congregación, y no solo bajo la forma de pensamientos silenciosos en momentos de meditación. “¡Escuchadme, los que conocéis mi justicia, Pueblo en cuyo corazón está mi Ley! No temáis la afrenta de los hombres, Ni os acobardéis por sus vituperios” (Isaías 51:7). Isaías alentó a los que siguen las leyes de Dios. Les dio esperanza cuando encaraban afrentas y ultrajes de la gente a causa de su fe. No debemos temer cuando nos insulten por nuestra fe, ya que Dios está con nosotros y la verdad prevalecerá. “Así dice YHVH: Guardad el derecho y practicad la justicia, Porque mi salvación está próxima, Y mi justicia pronta a ser revelada” (Isaías 56:1). Generalmente los eruditos están de acuerdo en que la palabra justicia es una palabra legal u objetiva y es también una palabra relacionada con el Pacto. En términos del Pacto, significa fidelidad. Aún podríamos decir que la justicia significa justicia en el Pacto. Haga lo que haga, Dios sostiene la ley y vela por que prevalezca la justicia. La justicia de Dios se despliega tanto en sus actos punitivos como en sus actos de salvación. Cuando se revela la justicia de Dios, es tiempo de temblar tanto como de regocijarse. Es tiempo de ira y de misericordia. Debemos notar especialmente el prominente elemento jurídico en la justicia de Dios. El Señor es el “Dios de juicio”. Juzgar e implantar la justicia son las labores principales del Rey Mesías. Al presentar la relación entre Dios y su pueblo, el Antiguo Testamento lo hace en términos jurídicos. Ya sea que castigue al enemigo, o que libre a su pueblo de la opresión, cuando Dios actúa, su acto es un acto de juicio. Generalmente los grandes actos de Dios revelan dos aspectos del juicio divino; ira y misericordia, tal como sucedió en el diluvio, en el éxodo y en el exilio. Los actos de Dios al tratar con Su pueblo pueden ser actos de misericordias o de juicios. Dios muestra Su misericordia al juzgar y separar al remanente fiel.  El juicio de Dios es un proceso, mediante el cual, Dios separa al justo del impío. Debemos entender la forma en que Dios se revela y vivir a la luz de esa revelación, para que no seamos castigados con los incrédulos. Todos los que de una manera deliberada quebrantan  el pacto y violan la ley de Dios tendrán que enfrentarse al juicio de Dios. Es importante aferrarnos con fidelidad a lo pactado. Dios es misericordioso incluso con los rebeldes, si confesamos nuestros pecados y regresamos a Dios, él tendrá de nosotros misericordia. No permitamos que la desobediencia nos impida regresar a Dios. (Biblia Textual) ¡Amén!

noviembre 07, 2011

Dones sobrenaturales

.“Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (I Corinto 1:4-9). La primera carta a los Corintios nos muestra que las manifestaciones de los dones eran abundantes en la comunidad cristiana. Pablo repite cinco veces el verbo tener; frecuentemente los traductores descuidan esta repetición y se sirven de un solo verbo para los cinco complementos. Al hacerlo así, no captan el valor expresivo de la frase. Pablo nos dice que cada miembro de la comunidad anteponía sus propios carismas y esto lo hacían para crear una atmósfera de competición y de rivalidad. Los corintios estaban fascinados con la iluminación sobrenatural y la inspiración extraordinaria que habían recibido. Los dos carismas que los impresionaban eran la glosolalia y la profecía; lo vemos en el modo con el que Pablo insiste sobre estos temas. Pablo reacciona ante el entusiasmo de los corintios por las manifestaciones del Espíritu. Los corintios no hablaban, de “carismas”, sino de “hechos espirituales”. Pablo, toma esta expresión para iniciar su argumentación: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos” (1 Corintios 12:1-2). Pablo ve un peligro para los corintios debido a su gusto por las experiencias espirituales; y por ende quiere enseñarles la necesidad de tener discernimiento. No todo entusiasmo es digno de aprobación por parte de la Iglesia cristiana. Hay fenómenos espirituales turbios, una especie de comunión con fuerzas sobrenaturales oscuras, que constituyen en realidad un retorno al paganismo, una recaída en las tinieblas. No todo “espíritu” es “espíritu de Dios”. Los corintios, “deseosos de manifestaciones espirituales”, corrían el riesgo de caer en gravísima desviaciones y apostasías. “Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia”. (1 Corintios 14:12). Los corintios pensaban casi únicamente en las dos experiencias espirituales que suscitaban su entusiasmo: la glosolalia y la profecía. Muchos querían hablar en lenguas, y otros querían profetizar. Un entusiasmo así no podía darse sin inconvenientes visibles. Esta actitud provocaba la confusión en las reuniones de la comunidad y probablemente provocaba incomodidad a un cierto número de cristianos que querían orden y recogimiento. Los cristianos menos “inspirados” se sentían despreciados, y había tensiones y divisiones en la comunidad. Para resolver esta situación, Pablo dirige la atención sobre la multiplicidad de los dones divinos y sobre la relación de todos estos dones con la unidad de la Iglesia. Los corintios hablaban de “hechos espirituales” en el sentido de impulsos extraordinarios. Pablo usa tres términos diversos, ninguno de los cuales significa impulso extraordinario, e insiste en la diversidad: “Hay –dice- diversidad de carismas... hay diversidad de servicios... hay diversidad de operaciones...” (12:4-6). El primer término, carisma, no significa manifestación extraordinaria del Espíritu, sino simplemente “don gratuito”; viene del verbo griego carizomai, “hacer un favor”, y está en relación con la palabra carij, que significa “favor gratuito, gracia”. La palabra “servicio” (diakonía) no significa, ni expresa nada extraordinario, incluso no es una palabra excitante para la fantasía, es todo lo contrario, este vocablo expresa un trabajo humilde para la utilidad de los demás; y la palabra “operación” (evnerghma) tiene un sentido sumamente genérico. Pablo, en una segunda etapa, invita a los corintios a una profundización; los hace pasar de lo exterior al interior, es decir, de la organización externa de la Iglesia, con la multiplicidad de funciones; al principio interno de vida espiritual, del cual depende el valor de todos los carismas. El objetivo de Pablo es el de llevar a los corintios a reconsiderar drásticamente la importancia que le daban a los carismas. En la primera frase del himno al amor, Pablo se refiere inmediatamente a la glosolalia; en la segunda, a la profecía. Pablo enumera las cualidades del amor cristiano, contraponiéndolas implícitamente a las tendencias vanidosas de aquellos que buscaban dones sensacionales. La distribución de los dones espirituales ocurre por un acto soberano del Espíritu Santo. La fuente o el origen de nuestra vida espiritual es el Espíritu de Dios. Él nos bautiza en un cuerpo y  en el cuerpo de Cristo el origen racial, la posición social o la capacidad intelectual de la persona no marcan ninguna diferencia. Lo que marca la diferencia en la Iglesia es el amor. Si no hemos sido marcados por el amor a Dios y a los demás, debemos revisarnos y repensar lo que estamos haciendo.  ¡Amén!