junio 23, 2014

Castigo Predeterminado

(Judas 3)

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”. La iglesia está siendo infiltrada por hombres quislings (hombres falsos y traidores). Hombres religiosos, que se presentan como siervos de Dios pero que en realidad son enemigos de la cruz de Cristo. El propósito de Judas es denunciar a esos traidores, describir e indicar cuál será su destino final. La comunión cristiana estaba siendo invadida por elementos subversivos. Para quienes deciden voluntariamente apartarse de la fe cristiana, su condenación será la misma que la de los ángeles rebeldes, que la de los sodomitas y que la de los israelitas incrédulos en el desierto. No  han sido predestinados para esto, pero al apostatar por su propia decisión tendrán que hacer frente al castigo predeterminado para todos los apóstatas.
Un apóstata es una persona que profesa ser un verdadero creyente pero que en realidad nunca ha sido regenerado. Son personas bautizadas y que participan de los privilegios de la iglesia local y de su círculo de comunión. Pero luego abandonan voluntariosamente la fe cristiana y renuncian maliciosamente a servir al Salvador. Niegan la deidad de Cristo, Su obra redentora realizada en el Calvario, Su resurrección corporal, u otras de las doctrinas fundamentales. No siente ningún tipo de escrúpulos acerca de su deliberado rechazo del único camino de salvación de Dios. Se endurece en su incredulidad y se opone tercamente a Cristo, el Hijo de Dios.
La apostasía no es simplemente negar al Salvador. Pedro lo hizo. Sin embargo, Pedro era un verdadero creyente que erró bajo las presiones a la que era sometido en el patio de la casa del Sumo Sacerdote. Pero realmente amaba al Señor y demostró la realidad de su fe, en un acto posterior de arrepentimiento y restauración. Judas Iscariote era un apóstata. Profesaba ser discípulo. Viajó con el Señor Jesús durante unos tres años. Incluso sirvió como tesorero del grupo; pero finalmente reveló su verdadero carácter al traicionar al Señor por treinta monedas de plata.
En la actualidad hay muchas personas viviendo en apostasía, básicamente por el amor al dinero. Están exponiendo a Cristo a la ignominia, esto es: [al deshonor, y al descrédito a causa de una acción indigna o vergonzosa]. Los que pecan así voluntariamente tras haber recibido el conocimiento de la verdad corren un gran riesgo. “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.” (Hebreos 10:26, 27). La naturaleza de la amenaza queda desvelada. “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero,  y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6:4-6).
La Biblia es inspirada por Dios y nunca se le debe tergiversar ni cambiar. Cuando se le tergiversa, llegamos a confundir lo correcto con lo erróneo y perdemos la visión del único camino que nos conduce a la vida eterna. La intención original de Judas era escribir una carta pastoral, pero parece que recibió noticias perturbadoras acerca de las actividades destructoras de "hombres impíos,"  lo que lo indujo a abandonar su propósito original para emprender un fuerte ataque contra los perturbadores de la Iglesia y exhortar a los creyentes a permanecer firme en la fe. Judas quería que sus lectores se aferraran firmemente a la doctrina cristiana original que le había sido dada por Jesús y los apóstoles.
La corrupción de “la fe” se manifiesta en una conducta egoísta, en la falta de amor, en un estilo de vida sensual e inmoral, y a través de doctrinas distorsionadas o engañosas. La fe consiste en las creencias y enseñanzas esenciales acerca de Cristo, proclamadas por los apóstoles y mantenidas por la Iglesia. Los que han recibido la verdad deben contender por ella como hicieron los apóstoles. Los que se niegan a estudiar la Biblia son susceptibles a las falsas enseñanzas porque no están lo bastante arraigados en la Palabra de Dios. Debemos estudiar y tratar de entender las doctrinas fundamentales de nuestra fe a fin de que podamos reconocer las falsas doctrinas.
Muchos falsos maestros del primer siglo enseñaron que los cristianos podían hacer todo lo que quisieran sin temor al castigo de Dios. Tomaron a la ligera la santidad y la justicia de Dios. Pablo rechazó esa clase de enseñanza. Aún hoy, algunos cristianos minimizan lo escandaloso que es el pecado, creyendo que la forma en que viven tiene que ver muy poco con su fe. Los que tienen una fe verdadera deben mostrarla a través de sus actos (obras), a través de un profundo respeto a Dios y del deseo sincero de vivir conforme a los principios establecido en la Palabra. “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:17). Se necesita un esfuerzo mental para entender y enseñar la Palabra de Dios de forma correcta, y un esfuerzo moral para aplicar ese entendimiento a la conducta diaria. El hombre debe aceptar en obediencia lo que Dios ha dicho y hecho y la forma en que lo ha dicho y hecho. Sólo quien ha renunciado a sí mismo puede tomar esta decisión. Reconozcamos al Dios viviente y entreguémonos sólo a él por la fe en Jesucristo. ¡Amén!



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