(Juan 1:1-18)
Como todas las neblinas de la
filosofía especulativa acerca del origen del universo material se disipan ante
la revelación del capitulo uno de Génesis, así todas las herejías acerca de nuestro
Señor y la redención eterna efectuada por él se
disipan como resultado de la revelación expuesta por Juan. A pesar de
que Jesús tomó por completo nuestra humanidad y vivió como un hombre, nunca
dejó de ser el Dios eterno, el creador y sustentador de todas las cosas, la
fuerza que une la creación y la fuente de la vida eterna. Si
no podemos o no creemos esta verdad básica, no tendremos la fe suficiente para
confiarle nuestro destino eterno a Jesús.
En este texto se nos revela de
manera explícita la eternidad absoluta
de su ser: "En el principio era el Verbo." El Verbo, es la palabra
interior de Dios, su sabiduría, y su imagen perfecta. La infinidad de Cristo en
relación con el tiempo es su eternidad. Cristo ha existido siempre, y siempre
existirá. Además nuestras nociones del tiempo no le son aplicables (2 Pedro
3:8). Por otra parte, no debemos por ello llegar a la conclusión de que el
tiempo es algo irreal o carente de importancia. Nuestros tiempos están en Sus
manos, y es a través del curso de los años que Él manifiesta Su obra. Cristo
permanece invariable porque él es inmutable; pero la creación y la redención
efectuada en el tiempo producen resultados en nosotros para la eternidad. Toda
la luz y sabiduría que hay en nosotros, no es más que un rayo, y un reflejo de
la luz y de la sabiduría de Dios. Es esta luz la que resplandece en medio de las
tinieblas del error y del pecado para proporcionarles a los hombres una salida.
La luz de Cristo nos ilumina interiormente, él alumbra la razón y la conciencia
del hombre para que descubra sus obligaciones. El Señor quiere que vea las
obras y la sabiduría de Dios, y así como un ciego no ve la luz del sol, por
más brillantes que sean sus rayos; nosotros no podremos ver la luz de Dios sino es por medio de Cristo.
La personalidad distinta de su
ser: "Y el Verbo era con Dios". La unidad de Dios no excluye en absoluto la
distinción entre las Personas de la divinidad. Ya el AT deja entrever esta
distinción, aunque ciertamente de una manera velada, ya que era sobre todo la
unidad de Dios lo que debía ser destacado frente al politeísmo. Incluso si no
se quiere tomar en cuenta la forma plural “Elohim” unida a un verbo en
singular, hay textos en los que el nombre de Dios es aplicado al Mesías (Salmos
45:7-8; Isaías 9:5-6). Proverbios 8; nos presenta a la sabiduría como a un ser
personal, y no como si fuera una simple abstracción, hasta tal punto que, desde
el mismo marco de referencia del judaísmo, muchos filósofos llegaron a la
conclusión de la existencia de un mediador.
La naturaleza y la esencia de
la deidad de su ser: "Y el Verbo era Dios. Está escrito de una manera
expresa que el Mesías es el Hijo de Dios, y que es él mismo es Dios (Isaías
9:5-6). Es a Jehová a quién Judas vende por treinta monedas de plata (Zacarías
11:4, 13), el Salvador de Jerusalén se presenta como Dios, como el Ángel de
Jehová y como el representante de la casa de David (Zacarías 12:8) es el mismo
Jehová que dice: “Y mirarán a mí, a quien traspasaron" (Zacarías 12:10). El
pastor herido recibe el nombre de "compañero de Jehová” (Zacarías. 13:7) y se
afirma de una manera expresa la eternidad del Mesías (Maqueas 5:1). Los
escritores del NT atribuyen a Cristo los títulos y atributos divinos. Enseñan
que se le debe rendir adoración. Él es Dios manifestado en carne.
Él es el creador de todos y así
mismo nuestro redentor. Por él todas las cosas llegaron a existir. No hubo
ningún desarrollo por casualidad. Él es el creador de la vida vegetal, animal y
espiritual. No sólo en él vivimos, nos movemos y somos, también desde el
principio el Hijo de Dios es la fuente y la causa de la vida. Él es la luz del
mundo. La única luz verdadera. No hay conocimiento de Dios ni revelación de
Dios sino es por el Hijo. El hombre no puede descubrir las cosas de Dios. No
puede verle. El Verbo fue manifestado en carne. Llegó a ser un verdadero
hombre. Esta es una doctrina vital, "Porque muchos engañadores han salido
por el mundo, que no confiesan que
Jesucristo a venido en carne."
El propósito de la encarnación
fue el de traer la gracia y la verdad a los caídos. Los que reciben esta
misericordia y revelación obtienen el derecho de ser hijos de Dios de manera
sobrenatural. Jesucristo, lleno de gracia y
de verdad, es el principio y fuente de todas las gracias que les son dadas a
los hombres. Todo lo que recibimos, los recibimos
en Cristo por medio de Su gracia; recibimos: “gracia sobre gracia” y este es un
don tan grande, tan rico, tan inapreciable; es la buena voluntad de Dios para
con nosotros, y la obra de Dios en nosotros. La ley de Dios es santa, justa y
buena; y debemos hacer un uso apropiado
de ella. Pero no podemos derivar de la ley el perdón, la justicia y la fuerza que necesitamos. Conocemos la
misericordia de Dios por medio de Jesucristo, ningún hombre puede ir al Padre
sino no es por Él; nadie puede conocer a Dios sino es por medio de Él, lo dé a conocer en el Hijo unigénito y amado.
Es él quien envía el poder renovador y purificador del Espíritu Santo. Es Jesús
quien bautiza con el Espíritu Santo, él nos llena y reviste con el poder que nos
capacita para predicar el Evangelio. ¡Amén!
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