octubre 11, 2012

El pecado de la murmuración

“Y YHVH dijo: Lo perdono conforme a tu palabra. No obstante, tan cierto como Yo vivo, y la gloria de YHVH llena toda la tierra, que todos los hombres que vieron mi gloria y mis señales que hice en Egipto y en el desierto, y aun así me provocaron ya diez veces y no oyen mi voz, no verán la tierra sobre la cual juré a sus padres. Todos los que me despreciaron, no la verán” (Número 14:20-23). Los malvados habían sido destruidos en el diluvio, pero la posibilidad de pecar aún existía y Noé cometió el error de embriagarse pero a pesar de su error la actitud burlona de Cam fue una falta de respeto. Las acciones de Cam eran, de algún modo, una manera de deshonrar a su padre. Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera (Génesis 9:22). La actitud de los israelitas nos revela que ellos no estaban preparados para pagar el precio de la libertad. El largo período de esclavitud que vivió Israel los hizo ser un pueblo con una mentalidad de esclavos. Las murmuraciones de Israel nos revelan a un  pueblo que sufría de amnesia. La amnesia se define como la pérdida parcial o total de la memoria. Ellos fueron testigos oculares de hechos y milagros nunca antes visto. Tenían pruebas indubitables acerca del Dios Todopoderoso. Habían visto cómo Dios quebrantó el poder del Faraón pero todo eso se le olvidó. Cuando la tentación a murmurar venga a nuestra vida, es apropiado recordar que en el pasado Dios nos trató con amor redentor y que en el presente nos trata con bondad. Pablo dice: Haced todo sin murmuraciones y contiendas,  para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo (Filipenses 2:14-15).
Los israelitas veían en Moisés al responsable de todas sus necesidades. Sobre él concentraron sus murmuraciones, quejas, y reacciones negativas. Sin embargo, aunque sus murmuraciones iban dirigidas contra Moisés, eran murmuraciones contra Dios. Moisés no podía alimentar a toda la congregación. Al igual que a ellos, la comida que él había traído de Egipto ya se le había acabado. De manera que sus agresivas quejas contra el siervo de Dios eran injustas e innecesarias. Por tanto, Jehová, que redimió a Abraham, dice así a la casa de Jacob: No será ahora avergonzado Jacob, ni su rostro se pondrá pálido; porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que santificarán mi nombre; y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel. Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina. Cuando nos hace falta algo lo más fácil es echarle la culpa a la persona que está más cerca de nosotros.  En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria (Hechos 6:1).
No hay murmuración que se haga sin que sea oída por Dios. ¡No nos engañemos, hermanos, Dios no sufre de sordera como algunos de nosotros! María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita (Números 12:1). Hay que señalar que la murmuración que se hace contra los siervos de Dios, es murmurar contra Dios. Dios no dudó en decirle esto a Moisés cuando escuchó el torrente de quejas que salían de toda la multitud. El salmista dice: "¡Les dio lo que pidieron; mas envió mortandad sobre ellos!" (Salmos 106:15) La murmuración tiene la misión de oscurecer nuestra visión de modo que veamos más lo que nos hace falta que las bendiciones que Dios nos tiene reservadas. Judas dice: Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas,... (Judas 1:16). Pablo amonesta a los corintios cuando dice: “Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el poder del destructor” (1 Corintios 10:10).
En el caso de Israel, es cierto que pasaron  por muchas dificultades, pero ese no fue  el verdadero motivo de sus quejas. En sus mentes no cabía la posibilidad de que Dios fuera suficiente para sostenerles con agua, alimento y vestido.  Mientras Dios hacía milagros y portentos, Él era bueno y lo alababan por sus hechos poderosos. Pero al  sentir que les fallaba algo convertían la alabanza en quejas. Con frecuencia somos invadidos por los temores, y nuestros pensamientos se llenan de malos presentimientos cuando nos faltan las cosas elementales. Si tan solo confiáramos en sus promesas, no seríamos impulsados por Satanás a la murmuración. Alguien dijo que “cuando la gente se queja, murmura por lo que no tiene, en vez de apreciar las bendiciones que recibe ".  Abrimos nuestras manos para recibir aquello que pensamos que necesitamos en lugar de abrir nuestros ojos para ver lo que ya tenemos. ¡Amén!
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