(2 Corintios 6:14)
“No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” Pablo amonesta a los
creyentes a no establecer vínculos con los incrédulos, porque podrían debilitar
su entrega a Cristo, así como su integridad o sus normas de conducta. Pero
antes el mismo apóstol había explicado que esto no significa aislarse de los
incrédulos [no creyentes]. “Os he escrito por carta, que no os juntéis con los
fornicarios; no absolutamente con los
fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los
idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo” (1 Corintios
5:9-10). No debemos apartarnos de los no
creyentes [incrédulos], de otra manera no podríamos cumplir con la misión que
Cristo nos encomendó relacionada con la predicación del Evangelio y la
salvación. Pero eso sí, debemos mantener la distancia y apartarnos de las
personas que dicen ser cristianas, pero son indulgentes con pecados explícitamente
prohibidos en las Escrituras. Personas que racionalizan sus acciones tratando
de justificarlas. Al pecar, la persona hiere a otras personas por los cuales
Cristo murió, y opaca la imagen de Dios en la persona misma.
Una iglesia que incluye [acepta
como miembros activos] a esta clase de individuos difícilmente podrá ser luz
del mundo. Una Iglesia así está distorsionando la imagen de Cristo que debe
reflejar al mundo. Los líderes de la congregación deben estar prestos a
corregir con amor este tipo de conducta con el fin de mantener la unidad
espiritual.
No mezclarse con los pecadores
hubiese significado un retiro completo, como cuando alguien entra en un
monasterio para salir del mundo. Pablo da a entender que esa no es la voluntad
de Dios para nosotros, y las huellas de la filosofía monástica en la historia
de la iglesia lo confirma, su relativa esterilidad a la hora de hacer crecer a
las personas en santidad como en madurez.
Inclusive Pablo dijo que los
hermanos/nas casados debía seguir unidos a sus cónyuges no creyentes: “Y a los
demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y
ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que
no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el
marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido;
pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son
santos” (1 Corintios 7:12-14). Sin embargo, si somos cristianos no debemos
unirnos íntimamente (en cualquier clase de relaciones) con los incrédulos de
tal forma que comprometamos nuestra fe. Pero si hemos venido a Cristo
comprometidos con una relación así debemos mantenerla hasta tanto el incrédulo
consienta en seguir con dicha la relación.
La importancia de esperar para
tener relaciones sexuales es vital si queremos mantener nuestros valores. Mucha
gente hoy en día insiste que las relaciones fuera del matrimonio son
aceptables, pero la opinión de la gente no permanece siempre igual. Cambia de generación
en generación, de una cultura a la otra y de una persona a otra.
Alrededor del mundo y a través
de los siglos la Biblia ha sido la base invariable para regir la conducta del
hombre e incluso de la mayoría de los sistemas legales. Todos los principios y
mandamientos de la Biblia están basados en el amor de Dios para con nosotros.
Cuando Dios prohíbe la fornicación lo hace para nuestro beneficio. Es necesario
preservar nuestros valores durante una relación y no caer en la trampa de la
fornicación. Para tener una relación exitosa es necesaria la obediencia a la
palabra de Dios. Entrar en una relación con un inconverso, como lo dice
claramente el apóstol Pablo, es un pecado de desobediencia que te separa de
Dios. Esto te impedirá alcanzar las cosas que Dios tiene para ti. Nada puede
justificar la desobediencia a la Palabra de Dios.
Sansón buscó una mujer entre
los filisteos, en lugar de buscarla dentro de las israelitas. Esto trajo sus
consecuencias. La mujer de Sansón lloró los siete días del banquete de su boda
o sea durante toda la luna de miel. Si ella lloró la semana entera, obviamente
Sansón no disfrutó de una gran luna de miel. Poco después de haberse casado con
él, la mujer de Sansón, le fue dada en matrimonio a un amigo de Sansón. El se
enojó tanto que quemó toda la cosecha de los filisteos. “Y dijeron los
filisteos: ¿Quién hizo esto? Y les contestaron: Sansón, el yerno del Timnateo,
porque le quitó su mujer y la dio a su compañero. Y vinieron los filisteos y la
quemaron a ella y a su padre” (Jueces 15:6). ¡Cuánto dolor ha de haber sufrido
Sansón por su desobediencia! Las consecuencias más graves en la vida de Sansón
fueron provocadas por su relación desigual con Dalila. "Más los filisteos
le echaron mano y le sacaron los ojos y le llevaron a Gaza y le ataron con
cadenas para que moliese en la cárcel" (Jueces 16:21). Sansón fue traicionado y entregado a sus
enemigos por su misma mujer. Perdió su libertad teniendo que trabajar como un
animal en la cárcel. Entrar en una relación desigual en clara desobediencia a
la palabra de Dios, puede abrir la puerta a una serie de ataduras espirituales,
ataduras que nos robarán el gozo, la paz y la libertad. Sansón perdió su
visión, tanto natural como espiritual. No pudo lograr el destino ni el
propósito que Dios tenía para él. Una relación desigual puede robarnos la
visión y nuestro destino en la vida. Hay mucha gente frustrada en la actualidad
porque se casaron fuera de la voluntad de Dios. Puedes intentar servir a Dios
sin amarle, pero no puedes amar a Dios sin servirle. El fruto del silencio es
la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El
fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.
Sansón desobedeció a sus padres
y sufrió las consecuencias. Jueces 14:3 muestra que los padres de Sansón no
querían que él se uniera con la mujer filistea pero él les desobedeció. Efesios
6:1-3 nos exhorta a obedecer y a honrar a nuestros padres, con la promesa de
que tendremos una larga y exitosa vida. Muchas veces no nos va bien en la vida
por no obedecer y honrar a nuestros padres. La obediencia nos habla de una
acción mientras que la honra nos habla de una actitud. No es suficiente hacer
lo que nuestros padres dicen si lo hacemos con una actitud negativa. El
obedecer a nuestros padres y de esa manera obedecer a Dios nos traerá bendición
aun cuando nuestros padres estén equivocados.
La obediencia a la Palabra de
Dios puede ser difícil. El deseo de andar con un inconverso puede ser muy
grande o de desobedecer a nuestros padres imperfectos. Sin embargo la Biblia
sigue siendo la única autoridad para definir el bien y el mal y aquello que
mejor se ajusta a la voluntad de Dios. La decisión es clara y es nuestra.
¡Amén!
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