“Después que
Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de
Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;
arrepentíos, y creed en el evangelio”. El Evangelio es un mensaje que rompe
concepciones religiosas y desencadena un movimiento que rebasa los límites del
tradicionalismo. No es un conjunto de doctrinas aunque Jesús mismo enseñó muchas
cosas; ni es la exposición de un filósofo que se dirige a la razón e
inteligencia de sus oyentes.El Evangelio es el mensaje que Dios transmite a
través de sus portavoces en un determinado momento. Cada palabra tiene aquí su
importancia.
La expresión
griega empleada aquí para designar “el tiempo”, significa el momento
adecuado.Es el tiempo de salvación previsto por los profetas y decretado por
Dios;ha comenzado el tiempo de la gracia y de la salvación del pecador. Dios
reina de distintos modos: en la creación, en la historia, y principalmente en
su pueblo.Cuando Jesús habla del reino de Dios sin explicaciones adicionales,
está pensando en el reino divino que se realizará en toda su plenitud, tanto sobre
Israel como sobre todos los pueblos y naciones de la tierra. En el hebreo como
en el griego bíblico hay varias palabras para expresar la conversión del
pecador a Dios.
La necesidad
del arrepentimiento para entrar en el reino de Dios es algo que el Nuevo
Testamento afirma de forma tajante.“No he venido a llamar a justos, sino a
pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32). Los fariseos cubrían su pecado con
la apariencia de ser personas respetables. Se presentaban en público como
hombres buenos, que hacían buenas obras. Jesús decidió invertir su tiempo, no
en estos líderes religiosos justos, según sus propios criterios, sino en gente
consciente de su pecado. Para llegar a Dios, usted debe arrepentirse; y para
hacerlo, debe reconocer su pecado. “El Dios de nuestros padres levantó a Jesús,
a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con
su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón
de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el
Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5:30-32).
El Sanedrín
había prohibido a los discípulos que siguieran enseñando acerca de la persona
de Jesús, pero ellos habían desobedecido abiertamente esa orden. Los apóstoles
eran tenidos no sólo como herejes, sino también como alborotadores. En el
relato se refleja claramente las cualidades de los discípulos. Eran hombres de
valor; volver a predicar en el Templo hubiera sido inaceptable para cualquier
persona sensata. Obedecer la orden de predicar el Evangelio era asumir un gran riesgo;
pero ellos lo hicieron. Eran hombres de principios, y su prioridad era obedecer
a Dios en todas las circunstancias, eso era lo más importante para ellos.
Tenían una idea clara de su misión. Sabían que eran testigos de Cristo y que un
testigo es esencialmente alguien que dice lo que sabe. Es alguien que sabe por experiencia que lo que dice es verdad. Y
es imposible detener a un hombre así, porque es imposible detener la verdad.
“Entonces,
oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que
también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hechos 11:18).
Este era un punto decisivo para la iglesia primitiva. Tenían que aceptar a los
que Dios eligió, aunque fueran gentiles. Pero la alegría por la conversión de
los gentiles no era unánime. Esto continuó siendo un problema para algunos
cristianos de origen judíos. Se necesitaría la intervención de Pedro, Santiago
y Juan, así como de Pablo y Bernabé para obtener y asegurar la verdad y
libertad del Evangelio. “Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión
celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y
Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se
arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de
arrepentimiento” (Hechos 26:19-20).El arrepentimiento es el precursor de la
experiencia del hombre pecador con la gracia de Dios. “¿O menosprecias las
riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su
benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romano 2:4).
Dios manda a
todos los hombres ahora que se arrepientan.“Pero Dios, habiendo pasado por alto
los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al
mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:30-31). Es por Su gracia y para Su
gloria que se abre esta puerta de retorno a Dios. Su santidad y Su justicia han
sido vindicadas por la muerte de Cristo. En la predicación apostólica el
arrepentimiento es uno de los temas centrales; ya desde la predicación de Jesús
lo encontramos como una de las exigencias del reino, y el día de Pentecostés,
en su sermón, Pedro termina invitando a los oyentes a arrepentirse de sus pecados
y convertirse a Cristo. En el Nuevo Testamento la palabra “arrepentimiento” es,
por lo general, la traducción de la palabra griega “metanoia”, que significa un
cambio de actitud, un cambio de mentalidad y de nuestros planespara la vida. La Biblia nos indica la centralidad de esta
realidad y de esta doctrina en el mensaje de Cristo y de los apóstoles. La
razón por la que Dios te llama al arrepentimiento es
porque no quiere que tú te pierda y pase una eternidad en el infierno. Es hora
de pensar y ver que a través de Cristo se abrió una puerta para la salvación
por Su gracia; tú decide ¡Amén!
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