Los ángeles aparecieron ante personas que eran despreciadas por la sociedad.
Los pastores que montaban guardia en sus rebaños para protegerlos de los
ladrones y animales salvajes. Los pastores vagaban el año entero con sus rebaños,
lo que hacía imposibles que pudieran cumplir con la ley ceremonial. No eran dignos
de confianza ni les estaba permitido dar testimonio en las cortes. Sin embargo
su profesión nocturna en campos abiertos los hacía observadores constantes de
los astros y de las señales del cielo. Eran las personas, tal vez,
espiritualmente más preparada para escuchar y apreciar el mensaje del ángel.
La aparición angelical tubo lugar en el “campo de los pastores”, a un kilómetro
al este de Belén. Ese mismo campo 1.100 años antes perteneció a Booz, fue el
lugar donde se desarrolló el romance entre Rut la moabita y Booz, antepasados
de Jesús. Como siempre, los ángeles tranquilizaban a aquellos que visitaban
inesperadamente, porque la gente experimentaba una sensación de estupor y
temor, especialmente cuando la gloria del Señor los envolvía en su luz. La
revelación de la gloria del Señor siempre aparece en los momentos cruciales y culminantes
de la historia. La palabra gloria tiene un concepto de fama, honor, majestad.
La Biblia le da este significado la mayoría de las veces que se menciona. Pero en ocasiones
especiales, la “gloria del Señor” es algo tangible, es una nube de fuego o de
luz, que ocupa un lugar, como les sucedió a los pastores.
La gloria del Señor, la Shekinah o signo viviente de la presencia
divina, conocida en el Tabernáculo como algo tangible, siempre estaba relacionada
con la luz, el resplandor de la gloria o una nube, es uno de los temas especiales
de la Biblia. Ezequiel fue trasladado en esa nube para ver en un viaje
singular, a través del tiempo, la gloria futura de la ciudad celestial. Jesucristo
fue arrebatado al cielo en una nube, los ángeles dijeron que volvería de la
misma manera. En el Antiguo Testamento, se hace muchas veces referencia a la
Gloria del Señor de esta manera. Una nube de luz iluminó a Jesucristo en el
monte de la Transfiguración junto a Moisés y Elías. Hay varios textos en la
Biblia en los cuales la gloria del Señor se menciona de forma especial, visible
y concreta: “Mientras Aarón hablaba con toda la comunidad israelita, volvieron
la mirada hacia el desierto, y vieron que la gloria del SEÑOR se hacía presente
en una nube (Éxodo 16:10). “La gloria del SEÑOR se posó sobre el Sinaí. Seis
días la nube cubrió el monte (Éxodo 24:16). “En ese instante la nube cubrió la
Tienda de reunión, y la gloria del SEÑOR llenó el santuario” (Éxodo 40:34). “Moisés
y Aarón entraron en la Tienda de reunión. Al salir bendijeron al pueblo, y la
gloria del SEÑOR se manifestó a todo el pueblo (Levítico 9:23). ” “Y por causa
de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del SEÑOR
había llenado el templo” (1 Reyes 8:11). “Por causa de la nube, los sacerdotes
no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del SEÑOR había llenado el templo”
(2 Crónicas 5:14). “El resplandor era semejante al del arco iris cuando aparece
en las nubes en un día de lluvia. Tal era el aspecto de la gloria del SEÑOR,
ante esa visión, caí rostro en tierra y oí que una voz me hablaba” (Ezequiel
1:28)” “Entonces la gloria del SEÑOR, que estaba sobre los querubines, se elevó
y se dirigió hacia el umbral del templo, la nube llenó el templo, y el atrio se
llenó del resplandor de la gloria del SEÑOR” (Ezequiel 10:4). “Entonces el
Espíritu me levantó y me introdujo en el atrio interior, y vi que la gloria del
SEÑOR había llenado el templo (Ezequiel 43:5).” “La gloria del SEÑOR los
envolvió en su luz y se llenaron de temor (Lucas 1:9).” Un ángel le dice a los
pastores “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de
buena voluntad”.
A pesar de ser los pastores pobres y despreciados por la sociedad, Dios los
honras eligiéndolos para que fueran ellos los primeros en escuchar la noticia acerca
del nacimiento de Jesús. Van a adorar a un niño que es descendiente del rey David,
quien había sido un pastor, humilde pastor como ellos, en los mismos campos de
Belén, antes de ser el gran rey de Israel. El ángel, tal vez haya sido el mismo
ángel Gabriel, primero les da la buena noticia, se presenta solo, como para no
asustarlos, pero a continuación una multitud de ángeles se revelan a los
pastores, brindándoles la oportunidad de escuchar a un espectacular coro de
alabanzas.
Es una constante del Señor el manifestarse a los pobres, a los
desposeídos, a los que no tienen esperanzas, por lo general son ellos los que
prestan oído a Dios, porque la solución a sus problemas no proviene de ellos
mismos, no tienen herramientas, herencia, cultura, ni pueden defender sus
derechos, sin embargo a ellos Dios los visitas con palabras de liento. A ellos estaban
dirigidas las palabras de Jesucristo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados
y cargados que yo os haré descansar”. Así sucedió con Ana, la madre de Samuel,
con Elisabet la madre de Juan, con David, el hijo menor que no merecía la consideración
ni siquiera de su padre. Pero cuando ya no hay esperanzas, cuando el hombre da
todo por terminado es cuando aparece Dios. Los ángeles se fueron al cielo. ¿Hay
alguna duda de que los ángeles son del cielo? ¿Del primer cielo? ¿Del segundo
cielo? ¿Del tercer cielo? ¡Son del cielo y punto! De donde es nuestra patria,
de donde tenemos nuestra ciudadanía, creyendo al mensaje del cielo creemos en
el que vino del cielo, se fue al cielo y prometió también venir del cielo.
Los pastores dijeron: vamos rápidamente, no había lugar para las dudas
con semejante sorpresa, por haber visto lo que vieron. Se sentían
privilegiados. No había ninguna duda ni indecisión. Es como cuando uno tiene en
la vida un encuentro personal con Cristo, no hay lugar para las dudas, no hay
lugar para después, no hay tiempo ni para enterrar a los muerto. Así graficaría
Jesucristo varios años después a los que tienen una visión del cielo y el
llamado de Dios. ¿Fueron ellos con sus rebaños a ver al niño? No lo sabemos, lo
que sí sabemos, es que se dieron prisa para acudir al pesebre, tenían prisa por
conocer a Jesús, querían obedecer al mensaje, querían terminar de comprender la visión que los había sorprendido. El campo estaba
a un kilómetro y medio de Belén. ¡Qué largo les era el camino! ¡Amén!
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