“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y
hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de
operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo... Pero
todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere”. El término “variedades de dones” usado por Pablo,
está en plural, para revelarnos la forma completa en que la gracia de Dios se
ha manifestado. Los dones tienen funciones distintas y están ampliamente
distribuidos en la comunidad cristiana. Cada creyente tiene algún don o dones,
pero nunca posee todos los dones. La palabra “variedades” quiere decir que en
la iglesia de Cristo hay unidad y diversidad al mismo tiempo. Pensemos, por
ejemplo, en un árbol, aunque el árbol produce una multitud de hojas, ninguna es
igual. De la misma forma, la iglesia refleja unidad en su totalidad y
uniformidad en sus partes. La iglesia ha sido bendecida con una variedad de
dones que reflejan la diversidad y que contribuyen a la unidad. ¿Qué son estos
dones? En el versículo (v. 1), Pablo mencionó los πνευματικῶν (dones
espirituales), pero ahora los llama χαρίσματα (dones de gracia). En este
capítulo, Pablo enumera nueve dones como ejemplos: sabiduría, conocimiento,
profecía, fe, sanidades, milagros, discernimiento espiritual, hablar en
lenguas, interpretación de lenguas. No obstante, Pablo no intenta ser
exhaustivo ni completo. De hecho, el número mencionados en el Nuevo Testamento
llega sólo a unos veinte dones.
Pablo no dice del mismo Espíritu porque esto significaría que el
Espíritu es el único que reparte estos dones. Sino el mismo Espíritu porque
tanto el Padre, el Hijo como el Espíritu Santo dan dones al pueblo. Pablo usa
el adversativo en la segunda oración del v. 4 para dar a conocer la variedad de
dones y la igualdad del Espíritu. El Espíritu capacita a los miembros de la
iglesia de Cristo a recibir, desarrollar y aplicar estos dones en y para la
unidad del cuerpo de Cristo. Cualquiera que sea el don, es el mismo Espíritu el
que está obrando en la vida del creyente. Dado que el Espíritu Santo está
detrás de cada don que se distribuye al pueblo del Señor, no debería haber
orgullo ni división entre nosotros. El Espíritu no es promotor de divisiones,
él lo que hace es promover la unidad de la Iglesia en un cuerpo, como un
edificio espiritual. “Hay variedades de ministerios, pero el Señor es el
mismo”. En el versículo v. 5, Pablo enseña que el Señor Jesucristo es el
responsable de impartir los dones ministeriales. La palabra griega διακονιῶν realmente
apunta a ministerios de servicios que se le entregan a la iglesia. Las palabras
españolas diácono y diaconado se derivan de este vocablo. Nadie debería
jactarse de haber recibido un don más grande o una posición más eminente que
otros, porque todos los dones y posiciones los da el Señor. La noche que fue
arrestado, el Señor lavó los pies de sus discípulos y dijo: “…Ciertamente les
aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero es más que el
que lo envió”. El servicio en la iglesia y en la comunidad debe prestarse en el
espíritu de Jesús, quien dota y energiza a su pueblo con talentos y
habilidades. Jesús es el mismo para cada creyente y no muestra favoritismo
alguno. Reconoce completamente el servicio que cada uno realiza, cualquiera que
sea, cuando se hace con humildad y para él.
“Y hay variedades de actividades”. ¿Qué son estas variedades de
actividades? La palabra griega ἐνεργήματα (actividades) aparece dos veces en el Nuevo
Testamento (vv. 6 y 10). En el versículo 6, la palabra se conecta con el
concepto de dones, mientras que en el versículo 10 quiere decir poderes
milagrosos. Aquí señalan aquellas acciones que son el resultado del poder ενεργοποίηση
de Dios. El predicador depende por completo del que lo envió para obtener la
autoridad, la unción y poder para predicar, y debe reconocer que es el
portavoz. Dios pone a su pueblo en todo sector y segmento de la sociedad, para
dar a conocer la verdad en todos los lugares.
Dios quiere que su pueblo ministre a los que sufren: hombres, mujeres y niños.
Dios nos da su poder para sanar a un mundo destrozado que necesita ayuda
material, física, emocional, y espiritual. Tenemos una variedad sorprendente e
innumerable de dones y talentos. Con frecuencia contribuimos al bienestar de la
sociedad. Con nuestros talentos y habilidades, podemos liderar en muchas áreas
de la vida pública y privada. Jesús nos ha colocado en posiciones estratégicas
en todo el mundo y nos llama a usar nuestros talentos para expandir su reino y
para el crecimiento de su iglesia. Dios quiere que usemos nuestros dones para
el bien de la humanidad. Por medio de
nuestros ministerios, Jesús da a conocer su nombre a todas las naciones, razas,
pueblos y lenguas. ¡Amén!
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