enero 06, 2012

Llamado por Dios

“Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí” (Jonás 1:2). Dios eligió a Jonás para llevar a cabo una tarea que él no quería hacer: profetizar la destrucción de la ciudad de Nínive. Dios se mantuvo firme y lo obligó a realizar el propósito para el cual Jonás había nacido. A pesar de los intentos del profeta por escaparse no lo pudo hacer. Jonás, sin embargo, fue enviado a Nínive, no solamente para el bien de Nínive, sino también para avergonzar a Israel, por el hecho de que siendo Nínive una ciudad pagana, se arrepintió al escuchar la predicación de un profeta. Nínive solo escuchó un solo mensaje, un mensaje sin mucha teología ni exégesis ni elocuencia, mientras Israel, el pueblo de Dios no se arrepentía, aun cuando Dios le envió profetas continuamente y sin cesar que le predicaron el mensaje y lo llamaron al arrepentimiento y a la obediencia. El temor que Jonás tenía era que después de aventurarse en una misión tan peligrosa y de anunciar el juicio de Dios, esta ciudad se arrepintiera y Dios revocara el juicio. Quería huir porque sabía que Dios es misericordioso y compasivo, lento para la ira y grande en misericordia y verdad. “David en un determinado momento de su vida pensó que podía escapar de la presencia de Dios pero después de meditar y analizarlo bien llegó a la conclusión de que era imposible huir de Dios. “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” (Salmos 139:7). Dios nos llamó cuando física e intelectualmente estábamos vivos pero espiritualmente estábamos muertos. En el estado en el que nos encontrábamos, no podíamos responder a los estímulos espirituales y entonces Dios nos tocó e hizo brotar la vida de Su Hijo en nosotros. Por Su gracia hemos creído en Jesucristo y comenzado a entender las Escrituras. Jesús dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:16). Dios ha puesto su sello sobre nosotros, quizás tu esté satisfecho en el lugar donde está como lo estaba Abraham en Mesopotamia, sin embargo, Dios lo llamó para que saliera de su tierra y de su parentela. Dios te está llamando a salir de la comodidad, y de la apatía y este es el tiempo indicado para que lo haga. Cuando Dios llamó a Moisés, este sencillamente no quería ir, puso numerosas excusas pero Dios lo había elegido a él y no a otro para libertar a Su pueblo y no le quedó más remedio que obedecer.  No solo hemos sido predestinados para salvación sino que también hemos sido llamados con un propósito. Es Dios quien te ha llamado no siga huyendo ni poniendo excusas, escucha la voz de Dios y obedece su Palabra. Dios nos ha elegidos para que llevemos frutos y para que cumplamos con sus designios en la tierra. No podemos continuar huyendo de Dios ni en un estado de indiferencia. Abracemos el plan de Dios y realicemos con eficacias nuestra labor en Su reino y sin duda, veremos Su gloria. El Espíritu Santo fluirá como ríos por medio de cada uno de nosotros y Dios prosperará nuestro camino. Las tormentas que se han desatados y que están amenazando tu vida, es probable que se deba a que ha estado huyendo. Deja de huir y obedece a tu Señor. ¡Amén!


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