enero 04, 2012

Un sabio razonamiento

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“Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle” (1 Samuel 25:17). David tenía la ardua tarea de encontrar provisiones para sus hombres y para sus seguidores. Aquí vemos lo difícil que esto podía ser para un hombre como él. Hay tareas que Dios nos ha asignados que son sumamente difíciles de realizar. Sin embargo, debemos persistir y confiar en aquel que nos ha llamados. David trató de ganarse el apoyo de los agricultores ricos como Nabal y de los hombres más acaudalados de Judea. Él y sus hombres les brindaban ayuda y protección, con la esperanza de recibir algunas provisiones. Había agricultores que ayudaban a David con gusto, mientras que otros lo hacían de mala gana. Nabal era un hombre malvado y como vemos se negó bruscamente a colaborar con David y sus hombres. Hermanos, nunca no neguemos a colaborar con los hombres y las mujeres de Dios, siempre debemos estar dispuesto a bendecirlos. Es cierto, que Nabal no estaba obligado a darle nada a David pero él era un israelita y como tal debía ser una persona generosa y amar a su prójimo como así mismo. En vez de colaborar, Nabal acusó a David de ser un siervo de Saúl y de haber huido de su señor. Sin embargo, David no era un hombre rebelde ni había encabezado una revuelta para derrocar a Saúl ni mucho meno había huido de la casa de Saúl de forma voluntaria. Él huyó para poder preservar su vida porque de lo contrario Saúl en su estado de paranoia, lo habría matado. David había sido escogido por Dios para ser rey en Israel en lugar de Saúl; esto era lo que Nabal desconocía; él estaba totalmente ajeno a los planes de Dios. El enojo de David con Nabal era comprensible, tanto el como sus hombres, estaban desesperados por encontrar provisiones en un momento de significativa necesidad, aun cuando las acciones de Nabal no justificaran su reacción. No podemos negar que Nabal era un hombre avaro y mal agradecido. Este hombre no pensó ni por un momento en los beneficios que había recibido de David ni en la ayuda y protección que le había dado a sus pastores y a sus bienes. David a veces podía ser duro y violento, pero Dios era quien dirigía su destino e impidió que David cometiera una mala acción. Dios usó a la esposa del mismo hombre al que David planeaba matar. No fue una mera coincidencia que Abigaíl fuera una mujer inteligente, quien no sólo vio el peligro sino que actuó rápida y efectivamente para impedir una tragedia. El mensaje de Abigaíl es un mensaje sumamente profundo; le abrió los ojos y el entendimiento a David porque la ira le había segado. Si David hubiera atacado a algunos de los agricultores del lugar, le habría sido muy difícil ganarse el apoyo de la tribu de Judá. David acató el consejo de Abigaíl y regresó al campamento sin derramar sangre inocente porque no solo iba a morir Nabal sino que también morirían todos los habitantes de su casa. La muerte de Nabal fue una muerte natural, desde una perspectiva humana; pero tanto la vida como la muerte están en las manos de Dios. Los vecinos de Nabal tomaron nota, Dios castigaría a cualquier persona que fuera hostil con David. La muerte de Nabal finalmente ayudó a David y lo consolidó como a un líder militar respetable en toda Judea. Hay personas que tratan a los siervos de Dios con desprecio, no son generosos con ellos ni le socorren en los momentos de necesidad, apesar de haber sido bendecidos por medio de ellos. Cuando les damos la espalda a los escogidos de Dios, esto le desagrada al Señor porque es como si le diéramos la espalda a él. Todos aquellos que bendicen a los elegidos de Dios son bendecidos por Dios como lo fue Abigaíl, esta mujer pasó de ser la esposa de un granjero, a ser la esposa del futuro rey de Israel y una mujer influyente en las tomas de decisiones por su prudencia e inteligencia. No le niegue una ayuda a un hijo de Dios cuando tiene con que ayudarle porque la ira de Dios puede encenderse en tu contra hasta consumirte. No sea un avaro ni atesore riquezas en la tierra, usa lo que Dios te ha dado para bendecir a otro y todo te saldrá bien. ¡Amén!

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