enero 27, 2012

Los secretos de Dios

“¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?” (Job 11:7). Dios es incomprensible, pero puede ser conocido, conocerlo es un requisito indispensable para la salvación. “¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?” (Isaías 40:18). Dios no precisa de nuestras pequeñas ideas ni de nuestros consejos para ser Dios, él es el Dios todopoderoso, el creador y sustentador de todas las cosas. Es un absurdo concebir a Dios, tal como es visto por nuestros toscos sentidos. Nosotros solo podemos conocer a Dios hasta donde él se ha dado a conocer y sin embargo, es preciso conocerle para ser salvo. “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). En este versículo aparece un marcado contraste entre “el Dios verdadero” y los dioses falsos. Jesús nos ha dado ha conocer al Dios verdadero y tener este conocimiento implica tener la vida eterna. “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Juan 5:20). Juan utiliza un juego de palabras para darnos a entender lo que significa tener vida eterna.  Es necesario conocer al Señor y permanecer en él. Pensemos en las fórmulas paulinas más importantes, “en él”, “en Cristo”, “en Cristo Jesús”, que ocurren 164 veces en sus escritos. Por medio de estas expresiones, Pablo nos enseña que hemos sido escogidos “en él antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4), llamados (1 Corintios 7:22), hechos vivos (Efesios 2:5), justificados (Gálatas 2:17), creados “para buenas obras” (Efesios 2:10), santificados (1 Corintios 1:2), enriquecidos “en él, en toda palabra y en toda ciencia” (1 Corintios 1:5). El apóstol nos dice que únicamente en el Mesías tenemos redención (Romanos 3:24), vida eterna (Romanos 6:23), justificación (1 Corintios 1:30), sabiduría (1 Corintios 4:10), libertad de la ley (Gálatas 2:4), y toda bendición espiritual (Efesios 1:3). Lutero habla repetidamente de Dios como del “Deus Absconditus (el Dios escondido) para distinguirlo del Deus Revelatus (el Dios revelado). En algunos pasajes hasta habla del Dios revelado, como que aún está escondido, en vista del hecho de que no podemos conocerlo plenamente ni siquiera por medio de su revelación especial. Calvino consideraba que para el hombre es imposible investigar las profundidades del Ser de Dios. “Su esencia”, dice, “es incomprensible de tal manera que su divinidad escapa completamente a los sentidos humanos”. Los reformadores no negaban que el hombre puede saber algo de la naturaleza de Dios por medio de la creación, pero afirmaban que el hombre puede adquirir el verdadero conocimiento de Dios únicamente por medio de la revelación especial, y bajo la iluminadora influencia del Espíritu Santo. Gracias a Dios que no nos hemos quedados en la oscuridad, sino que hemos sido alumbrados por la luz de Su divina Palabra como decía el salmista: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. El único medio objetivo que tenemos para conocer a Dios, es su Santa Palabra, los demás son medios sujetivos que pueden llevarnos a concebir a Dios de una forma equivocada. Lo lamentable es que muchos no estudian las Escrituras ni contribuyen con su enseñanza; muchos están fascinados con los artistas y los conciertos como si el arte fuera el medio para conocer al Dios verdadero. La adoración es lo que nosotros les damos a Dios, la Palabra es lo que Dios nos da a nosotros;  la adoración es finita, la Palabra es infinita, etc. ¡Amén!
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