octubre 24, 2011

Cruzando los desfiladeros para ir a otro nivel

“Y entre los desfiladeros por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, había un peñasco agudo de un lado, y otro del otro lado; el uno se llamaba Boses, y el otro Sene. Uno de los peñascos estaba situado al norte, hacia Micmas, y el otro al sur, hacia Gabaa. Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos” (1 Samuel 14:4-6). Esta acción es una  de las más valientes y arriesgada que cuenta la historia. La acción de Jonatán era atrevida y contraria a la disciplina militar. El éxito que Jonatán anhelaba no dependía de su propio poder ni de sus méritos militares pero Dios guía los pasos de quienes lo reconocen en todos sus caminos y buscan su dirección. Saúl no hizo ningún intento por conocer la voluntad de Dios. Este hombre ignoraba tanto los planes de Jonatán como los de Dios. Es difícil confiar en Dios cuando usted siente que sus recursos se le agotan. Cuando Saúl sintió que se le estaba acabando el tiempo, se volvió impaciente. Sin embargo Jonatán estaba listo para ir a otro nivel, aunque para ello tenía que subir por los desfiladeros y enfrentarse al enemigo. Fortalecidos por la señal positiva que Dios les había dado, él y su escudero subieron la pendiente áspera gateando. Su audacia tomó por sorpresa a los filisteos. Los filisteos sin duda fueron sorprendidos, no solamente por el hecho de que Jonatán y su escudero tuvieran espadas y armas de hierro, sino también porque lucharan con habilidad y gran pericia sin recular. Los hombres que los habían visto subir gateando por los peñascos, fueron sorprendidos y muertos. El éxito de Jonatán fue debido al pánico que tomó posesión del enemigo, producido tanto por el ataque repentino como por el efecto de un terremoto. Cuando usted enfrente una decisión difícil, asegúrese de que la impaciencia no lo impulse a hacer algo que vaya en contra de la voluntad de Dios. Hay muchas personas que quieren ir a una nueva dimensión espiritual, ir a otro nivel en su ministerio y en su relación con dios  pero tienen miedo. “Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas” (1 Samuel 13:6). Los israelitas tuvieron pánico y se escondieron cuando vieron el poderoso ejército filisteo. Se olvidaron de que Dios estaba de su lado. Cuando usted se enfrente a un obstáculo que está más allá de sus posibilidades y de su control, pregúntese: ¿Qué puedo hacer para encontrar una solución? Si Dios lo ha llamado, comprometa todos los recursos que posea y deposite su confianza en Él y obtendrá de Él la victoria. Las primeras impresiones pueden ser engañosas, especialmente cuando la imagen creada por la apariencia de una persona se contradice con sus cualidades y habilidades. Saúl tenía la materia prima para ser un buen líder; Incluso sus debilidades pudieron haber sido utilizadas por Dios, si él la hubiera reconocido y la hubiera puesto en las manos de Dios. Fueron sus propias decisiones que lo separaron de Dios. Sus fracasos vinieron cuando decidió actuar por su propia cuenta. Sus fracasos y reveses debieron recordarle la necesidad que tenía de Dios. Saúl se sumó a la persecución de los filisteos en retirada, pero poco entendía de lo que estaba pasando. Todos los guerreros que había en la guarnición de Gabaa, los desertores israelitas, y los fugitivos, todos se sumaron y se lanzaron a perseguir a los filisteos. En su ceguera Saúl había hecho voto y lanzado un anatema. Esta maldición temeraria e insensata afligía al pueblo, impidiendo que tomaran los alimentos que pudieran hallar en la marcha, lo que debilitó considerablemente al ejército y al pueblo de Israel. Incluso por poco mata a su propio hijo cuando supo de la transgresión de Jonatán. El ejército con una conciencia mucho más iluminada que la de Saúl, impidió que fuera empañada la gloria de aquel día por la sangre del joven héroe, a cuya fe y valor se debía el triunfo. Al caer la tarde, cuando el tiempo fijado por Saúl había expirado. Extenuados y hambrientos, los soldados cayeron voraces sobre el ganado que habían tomado, y echaron los animales en tierra para cortar su carne y comerla cruda, de modo que el ejército, por la acción inconsiderada de Saúl, se contaminó comiendo sangre y carne de animales vivos. ¡Amén!
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