octubre 12, 2011

La vida eterna

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). El vocablo griego aionios, describe el orden eterno en contraste con el orden natural. Esta palabra se usa para describir las  moradas eternas, en la que la Iglesia habitará. El destino del cristiano es una vida como la de Dios mismo. Se usa respecto de la  eterna redención y de la  herencia eterna del cristiano gracias a Jesucristo. La seguridad, la libertad y la paz que Cristo forjó para los hombres son tan eternas como el propio Dios. Se usa para describir la  gloria en la que entrará el cristiano fiel; la misma gloria de Dios. También se usa en conexión con las palabras  esperanza y salvación. No hay nada efímero, pasajero o destructible en la esperanza y salvación cristianas. Ni siquiera el otro mundo puede cambiarlas o alterarlas porque son tan inmutables como el propio Dios. Se usa respecto del  reino de Jesucristo. Jesucristo no es superable; no es una etapa en el camino de la revelación. Su revelación y su valor son de Dios.. Se usa respecto del  evangelio. El evangelio no es una mera revelación más, sino la eternidad entrando en el tiempo. Se usa para describir el  fuego del castigo, el  castigo en sí, el  juicio, la  destrucción y el pecado que separará finalmente al hombre de Dios. Aionios es la palabra que se aplica a la eternidad como opuesta a, y contrastada con, el tiempo; que se aplica a la divinidad como opuesta a, y contrastada con, la humanidad, y que, por consecuencia, solamente puede aplicarse propiamente a Dios.  La promesa de vida eterna es lo que le permitirá al cristiano participar del poder y de la paz de Dios. La vida eterna es la  promesa de Dios. Dios nos ha prometido que participaremos de su bienaventuranza, y esa promesa es inquebrantable. La vida eterna es el don de Dios. Este don tiene sus condiciones; pero el hecho de que permanece es porque la vida eterna es algo que Dios, por su sola bondad y gracia, da a los hombres. Nosotros no la podemos ganar ni merecer. Es un regalo. La vida eterna está  íntimamente ligada a Jesucristo. Cristo es el agua viva, el elixir de la vida eterna. Es el alimento que trae a los hombres vida eterna. Sus palabras son de vida eterna. El mismo no sólo trae,  es vida eterna. Únicamente a través de Jesucristo es posible una relación, una intimidad, y unidad con Dios. A través de lo que él es, y de lo que hace, podemos participar de la vida de Dios. La vida eterna viene por medio de creer en Jesucristo. Creer en Jesucristo significa aceptar como cierto (absoluta e implícitamente) todo lo que Jesús dijo acerca de Dios. La vida eterna no es otra cosa que la misma vida de Dios. Entramos en la vida eterna a través de creer en Cristo, y esta creencia tiene una triple implicación: Implica creer que Dios es la clase de Dios que Jesús dijo a los hombres. Implica la certeza de que Jesús es el Hijo de Dios, y, por tanto, que tiene derecho a hablar de Dios en una forma que nadie pudo ni jamás podrá hablar. Implica vivir toda la vida asintiendo a estas cosas. Vida eterna significa "conocer al único Dios verdadero". Ahora bien, el hombre sólo puede conocer a Dios por medio de tres vías: (a) la mente, (b) los ojos y el corazón y (c) los oídos para escuchar lo que Dios tiene que decirle. La vida eterna demanda  obediencia a Dios. El mandamiento de Dios es vida eterna. Jesús es autor de eterna salvación para todos los que le obedecen. Nuestra paz depende sólo de hacer su voluntad. La vida eterna es la recompensa a tu lealtad a Dios. Viene al hombre que ha peleado la buena batalla de la fe y que se ha unido a Jesucristo en cuerpo y alma. La recibe el hombre que  oye y sigue el camino de Jesús en completa lealtad a Dios. La vida eterna es la meta de vivir en  santidad. La vida eterna no es para el hombre que actúa como le viene en gana; si no para el que actúa como enseña Jesucristo. La vida eterna es la recompensa para  el obrero cristiano. La vida eterna es la recompensa para  el cristiano audaz. Es para el hombre que amando su vida está decidido a darla, si fuera preciso, por amor a Jesucristo. Es para el que está siempre dispuesto a "aventurarse por el nombre de Jesús", para el que acepta los riesgos de la vida cristiana. La vida eterna es el resultado de la justicia que viene a través de Jesucristo. El significado esencial de justicia es una nueva relación con Dios a través de lo que Jesucristo ha hecho por nosotros. ¡Amén!
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