octubre 11, 2014

La prudencia aparece, como faro y luz de la conducta del ser humano, como el ojo del alma, según la bella expresión aristotélica; pero su fuerza visual no le viene meramente de ser una virtud intelectual, sino de la salud de todo el hombre. El mero saber moral no convierte a la persona en prudente; los buenos no son los que saben, por el mero hecho de saber, pues muchas veces sabemos lo que es mejor y lo aprobamos, pero seguimos decididamente lo peor. “El mérito de un ser humano no debe juzgarse por sus buenas cualidades, sino por el uso que hace de ellas”. Claro está que la prudencia por su condición de habilidad práctica no ha de ser ciega intelectualmente; la prudencia es la razón práctica, pero al fin y al cabo también es el ejercicio de la razón, pues sin ella no habría virtud. “Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él” (I Samuel 18:14). Las preferencias del pueblo por el joven David eran manifiestas, lo que despertó en el corazón de Saúl la enfermedad de los celos, de la que no se pudo curar durante toda su vida.
David tuvo mucho éxito en casi todo lo que emprendió y se hizo famoso en toda la tierra, pero no quiso valerse de su popularidad para sacar ventaja contra Saúl. No permita que la popularidad distorsione la percepción que debe tener de tu propia importancia. Resulta comparativamente fácil ser humilde cuando uno no está en el centro del escenario pero, ¿cómo actuaría usted ante la alabanza y la honra que recibe? La razón práctica perfeccionada por la virtud de la prudencia, es el principio genérico, en donde se habrán de insertar luego, los actos concretos de la conciencia. “Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar (1 Reyes 4:29). Dios le dio a Salomón, altas facultades mentales, y una gran capacidad para recibir e impartir conocimiento.
El hombre virtuoso es, el hombre prudente que al obrar piensa en las consecuencias posibles de su acción, el que previene las dificultades que podrían salirle al paso. ¡Amén! 

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