octubre 16, 2014

Momentos difíciles y peligrosos

(Esdras 8:22)

 “Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan”. Los peligros que enfrentaba una caravana de parte de los árabes beduinos que infestaban el desierto, eran tan grandes como lo son ahora; y los viajeros generalmente buscaban la protección de una escolta militar. Pero Esdras había hablado tanto al rey de la autosuficiencia de Dios y de Su extraordinario poder, que se habría sentido avergonzado al solicitar una escolta militar; en un acto solemne de ayuno y oración, se encomendaron al que guarda y protege a Su pueblo. Su fe era grande, si se considera los muchos y constantes peligros de un viaje a través de las regiones o tierra de los beduinos, y  su fe fue premiada con una completa protección y perfecta seguridad durante todo el camino.
Cada uno de nosotros tiene la necesidad de prepararse espiritualmente para el camino. Las oraciones y el ayuno de Esdras los prepararon, con esto demostró que dependía de totalmente de Dios para su protección, Esdras sabía que era el Señor quien tenía el control, y afirmó que ellos no eran lo suficientemente fuertes como para realizar el viaje sin Él. Cuando nos tomamos el tiempo para poner a Dios en primer lugar en cualquiera empresa, nos estamos preparando correctamente para las contingencias que surjan más adelante. Quienes buscan a Dios estarán a salvo bajo la sombra de sus alas, aun en medios de los mayores peligros; pero quienes los abandonan, estarán siempre expuestos. Cuando estamos en peligro, si hemos estados en comunión y paz con Dios, entonces nada podrá dañarnos. Todas nuestras preocupaciones por nuestra seguridad, por nuestra familia, y por nuestras pertenencias, tenemos que ponerlas en las manos del Señor y encomendarlas a Dios en oración y dejar que Él las cuide. Los que han buscado fervientemente a Dios, descubrieron que nunca lo buscaron en vano. Apartar un tiempo para orar en secreto o públicamente, en momentos difíciles y peligrosos, es el mejor método que podemos adoptar.
Esdras y el pueblo se humillaron en ayuno y oración. Y sus oraciones fueron contestadas. El ayuno los humilló porque, pasar tiempo sin comer, les recordó su completa dependencia de Dios. El ayuno también les dio tiempo extra para orar y meditar en Dios. La actitud de Nehemías fue diferente y estos nos recuerdas que Dios es capaz de obrar para el bien de su pueblo, tanto por los medios “normales y naturales” como por medios extraordinarios y sobrenaturales. “Vine luego a los gobernadores del otro lado del río, y les di las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo” (Nehemías 2:9). Para lograr nuestra salvación Dios se hizo humano en la persona de Jesucristo, es correcto esperar poder reconocer sus obras tanto en el uso consagrado de medios humanos como al pasarlos por alto. Jehovah es el Dios de la vida y debemos tener cuidado de no dividir sus acciones. Porque eso le excluiría de la mayor parte de nuestras vidas. A menudo oramos sin reflexionar y de manera superficial. La oración requiere concentración, esta es la clase de oración que nos pone en contacto con la voluntad de Dios y además nos ayuda a cambiar. El ayuno envuelve la renuncia al sustento necesario por un período de tiempo, mientras nuestra atención se centra, durante ese período, en la búsqueda de Dios.
Esdras proclamó ayuno, porque sabía que sólo Dios podía prosperar su viaje. El mismo testimonio de la nación estaba en juego; porque Esdras le dijo al rey que no necesitaría escolta militar, por cuanto el Señor los cuidaría. Su ayuno y oración, así como la respuesta de Dios, debe motivarnos a una conducta similar en los momentos de preocupación. David describe uno de esos momentos cuando dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tú vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23:4). La clave para hallar provisión en los momentos difíciles y peligrosos es la presencia de Dios, “porque tú estarás conmigo”. El vocablo hebreo de donde proviene la palabra “aliento”, es נָחַם “nakjám” que significa propiamente suspirar, pero además confortar, consolar, extender compasión, lamentarse con alguien que sufre. Nacham no describe una simpatía casual, sino más bien una empatía profunda. Dios siente esa profunda empatía por nosotros cuando atravesamos por momentos difíciles y peligrosos.
La muerte proyecta una sombra aterradora porque estamos completamente indefensos ante ella. Podemos luchar con muchos otros enemigos – el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, los daños, etc- pero no podemos vencer a la muerte. Esta tiene siempre la palabra final. Solo una persona puede caminar con nosotros a lo largo del valle de sombra de muerte y hacernos pasar al otro lado completamente seguro y a salvo: el Dios de la vida. La vida es incierta, y por eso debemos seguir al Señor porque él nos ofrece una eterna seguridad en los momentos más terroríficos de nuestras vidas. ¡Amén!

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