octubre 15, 2014

Levántate por tus hijos

(Jueces 5:7).


“Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo Débora me levanté, me levanté como madre en Israel”. Las aldeas quedaron abandonadas: Los habitantes de las villas buscaron refugio en las ciudades fortificadas. Estaban desoladas hasta que esta extraordinaria mujer se levantó. Débora se encuentra entre las mujeres más sobresalientes de la historia. Ella no tenía ambición de poder, solamente quería servir a Dios. Él puede realizar grandes cosas a través de las personas que están dispuestas a ser guiadas por Su Espíritu.
Débora nos recuerda la necesidad de estar siempre disponibles tanto para Dios como para los demás. Nos alienta a realizar el máximo esfuerzo en todo lo que podamos hacer en lugar de preocuparnos por lo que no podemos hacer. Débora nos reta a ser líderes sabios. Nos muestra lo que una persona puede lograr cuando Dios tiene el control. Débora fue una madre para Israel al fomentar diligentemente la salvación de la nación y de sus almas. Usted como una madre debe levantarse para que sus hijos sean restaurados y liberados de la esclavitud del pecado. No solo para que le sea restaurada su libertad, sino también, su dignidad. Muchos de nuestros hijos han sido completamente esclavizados por las pasiones, las adiciones y por personas malvadas y crueles.  Es tiempo de recurrir a las Escrituras, la fuente de nuestra salvación, de donde podemos extraer el agua de vida. Dios protege a quienes están más expuestos y ayuda al más débil.
Levántate como una guerrera intercesora y adoradora poderosa. Tus oraciones, adoración y alabanza serán un recordatorio para las generaciones posteriores de tu fidelidad y de la fidelidad de Dios a todas sus promesas. Debemos aprender que el Señor que nos ha hecho suyos por medio de Jesucristo, es el Señor de la creación así como de la historia, Él es el creador y el redentor de Su pueblo. Este es el elemento vital para nuestra fe. Si creemos, Dios nos dará una liberación que no merecemos pero que Él por Su gracia nos concederá.
Este cántico de victoria ocupa un lugar destacado entre los textos poéticos de la Biblia, y aun de la literatura universal, debido principalmente a la fuerza de su expresión y al brillo de sus imágenes. El cántico describe la triste condición del país, la opresión del pueblo, y el origen de toda la angustia y ansiedad que sufrían por la apostasía del pueblo de Dios. La idolatría era la causa de la invasión del extranjero, y de la incapacidad interna para resistirlo. Débora ahora se anima a describir, en términos propios para la ocasión, los preparativos y la contienda, y en un vuelo de entusiasmo poético, llama a Barac para que ponga en exhibición a los prisioneros en una procesión triunfal. Luego sigue la enumeración laudatoria de las tribus que reclutaron sus soldados y de los que ofrecieron voluntariamente sus servicios: soldados de Efraim, que moraban cerca de los amalecitas; la pequeña cuota de Benjamín; “príncipes”, valientes jefes, “de Maquir”, al oeste de Manasés. Los que formaban y guardaban las listas de conscriptos; y los príncipes que, con celo impetuoso, se lanzaban al ataque con Barac. Luego viene el reproche para las tribus que no respondieron a la llamada para luchar.
Muchos sintieron el impulso patriótico, al principio resolvieron unirse a las filas de sus hermanos, pero cambiaron de propósito, prefiriendo sus pacíficos cánticos pastoriles al sonido de las trompetas de guerra. Tenían intenciones nobles, pero no las convirtieron en acciones; en vez de ir a la batalla, se quedaron en su pacífica y cómoda vida pastoril. Para muchos sus resoluciones no pasan de ser mera deliberaciones.
La situación era difícil: Las aldeas habían quedado abandonadas por falta de líder; la idolatría le había cegado los ojos al peligro a causas de sus enemigos; el pueblo no estaba preparado para defenderse y es durante todas estas complicaciones que la juez inspiró al pueblo a ofrecerse voluntariamente para defender su territorio. Débora: 1.- Se ofreció a servir voluntariamente. 2.- Trabajó aun cuando estaba cansada. 3.- Venció la discriminación y la timidez. 4.- No buscó satisfacer sus propios deseos, y 5.- Sacrificó su dinero, comodidad y libertad por sus hijos y por la obra de Dios.
Los opresores de Israel son enemigos de Jehová porque maltratan a su pueblo. Todo los que maltratan al pueblo de Dios son sus enemigos. Pero perecerán, serán derrotados como los reyes de Canaán, morirán como Sísara, y sus esperanzas rapaces se convertirán en desilusión, tal como en el caso de la madre de Sísara. Sentimos tristeza al verle esperando ansiosamente a su hijo, quien nunca regresaría. La madre de este hombre ansiosamente espera oír los cascos de los caballos y las ruedas de los carros, señalando la llegada triunfal del ejército cananeo pero lo único que escucharía serían los gritos y lamentos, y a muchos huyendo de la batalla.
Los que son leales y fieles a Dios serán coronados de bendición y cada vez tendrán más éxito y bienestar, así como el sol aumenta su luz y calor en su marcha triunfante de un extremo del cielo al otro. Así aumentaran tus bendiciones. ¡Amén!

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