julio 24, 2011

El Anticristo

“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador” (Daniel 9:24-27). La nación Israelita establecerá un pacto con el futuro cuerno pequeño, un príncipe romano, o anticristo, por siete años (la última de las setenta semanas de Daniel). A mediados de la semana, el anticristo romperá el pacto y demandará que cesen los sacrificios, restablecidos por Israel en los últimos días. Colocará su imagen en el templo judío y exigirá que se le rinda culto. Los detalles de este pacto no se nos dan en las Escrituras, pero todo indica que se trata de un pacto de protección. Este dictador busca poner fin a la controversia entre Israel y las naciones circundantes; para eso usa su artimaña y establece un protectorado para establecer la paz y tranquilidad en el Medio Oriente. “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1Tesalonicenses 5:2-3). Aunque no hay indicación de que éste será un período de completa paz, Israel estará seguro, relativamente hablando, y se le concederán privilegios para el comercio y una libertad relativa que no ha tenido esa nación desde que fue formada el 14 de Mayo de 1948. Indudablemente el cambio inspirará a muchos judíos a regresar a su antigua tierra con sus riquezas, e Israel prosperará financieramente. También durante este período la iglesia apóstata seguirá aumentando su poderío, trabajando junta con el Anticristo y el falso Profeta en toda el área del Mediterráneo a fin de lograr el dominio religioso mundial. De igual modo, seguirá la evangelización de Israel y muchos se volverán a Cristo. Por otro lado, muchos también volverán al judaísmo ortodoxo. En este período será reconstruido el templo en Jerusalén y los judíos ortodoxos renovarán el sistema mosaico de sacrificios, los que no se han ofrecido desde que el templo fue destruido en el año 70 d.C. Esto está sobreentendido en Daniel 9:27, y 12:11 “a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. Nadie sabe exactamente en qué momento será reedificado el templo, pero estará en funcionamiento cuando comience este período de paz. Sin embargo, la tranquilidad del Medio Oriente será destruida por un hecho dramático descrito en Ezequiel 38 - 39, un ataque a Israel por parte de Rusia y sus aliados. Los intérpretes de las Escrituras han discrepado en sus análisis de este suceso y su ubicación en la cronología. Según Ezequiel 38, ocurre en un tiempo en que Israel está en paz y reposo, período que corresponde a la situación que se da después de hecho el pacto con el príncipe romano. El ataque es un asalto sobre Israel y es, en efecto, un intento de los rusos por tomar el control político y comercial del Medio Oriente. En cambio, Dios interviene sobrenaturalmente para salvar a su pueblo y destruye a las fuerzas invasoras con una serie de catástrofes descritas en Ezequiel 38:18-23. Esta guerra destruye el período de paz y prepara el camino para el período final. La destrucción del ejército ruso no solamente termina con la paz del período precedente, sino que también introduce una situación mundial dramática. Destruido temporalmente el ejército ruso, el Anticristo aprovecha la situación para proclamarse dictador mundial. En una noche se apodera del control político, económico y religioso del mundo. Se proclama a sí mismo gobernador sobre toda raza, lengua y nación (Apocalipsis 13:7), y Daniel predice que devorará toda la tierra, la “trillará y despedazará” (Daniel 7:23). “Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio. Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra” (Daniel 11:37-39). Se apodera del poder económico del mundo y nadie puede comprar o vender sin su autorización (Apocalipsis 13:16-17). Para Israel es un brusco retroceso, ya que este príncipe quebrantará el pacto y de la noche a la mañana se convertirá en su perseguidor. Jeremías denomina este período como un tiempo de angustia para Jacob. En otros lugares este período es descrito como la Gran Tribulación. Las tribulaciones de Israel comienzan con la repentina cesación de sus sacrificios. Consecuente con esto, nuestro Señor Jesucristo aconseja a Israel para que huya inmediatamente (Mateo 24:16-20). Será un tiempo de angustia sin precedentes para Israel, y millares de judíos serán masacrados (Zacarías 13:8). El templo mismo será profanado y pondrán una imagen del Anticristo en él (Apocalipsis 13:15), y a veces el mismo Anticristo se sentará en el templo para ser adorado (2 Tesalonicenses 2:4). Esta es la abominación de desolación descrita en conexión con la cesación de los sacrificios. El Anticristo también se presentará a sí mismo como un dios y exigirá que todos le tributen adoración so pena de muerte (Apocalipsis 13:8, 15). Este período final comenzará a mediados de los siete años originalmente pactados y, en consecuencia, durará cuarenta y dos meses. Procuremos serle fiel al Señor para que podamos irnos en el arrebatamiento de la Iglesia porque lo que ocurrirá después será terrible y espantoso. Los gentiles que crean en Cristo en este período serán considerados traidores y también serán perseguidos. “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer (Israel); y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella (los creyentes gentiles), los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. ¡Amén!

No hay comentarios:

Publicar un comentario