septiembre 04, 2011

El liderazgo que cautiva

“¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares a donde fueres” (Jeremías 45:5). Desesperado, y vencido por las pruebas y dificultades que enfrentaba, Baruc recibe un mensaje de Dios que le dice que no busque para sí grandezas, sino que agradezca el haber escapado con vida. Baruc había puesto su vista y esperanzas en las cosas de este mundo, tenía unas expectativas demasiado altas, y esto hizo que sus pruebas y dificultades le resultasen difíciles de soportar. El éxito y posición de aquellos a los cuales envidiaba Baruc no tendrían seguridad, sino que sus vidas y propiedades perecerían en la destrucción de Jerusalén. Pero Dios se compromete a preservar a Baruc y a guardarlo de la destrucción. Para ser un líder eficaz debemos rechazar cierta clase de ambición pero hay ambiciones que son nobles, dignas y honorables.  La mayoría de los cristianos sienten restricciones mentales a la hora de asumir una posición de liderzgo, sin embargo para lograr desarrollar nuestro máximo potencial en Dios debemos entender que el líder es el primero en entrar al fuego de las pruebas, a las aguas turbulentas de la persecución y además es el primero en sufrir en la línea de batalla. Un líder es aquel que cautiva, impulsa, acoge, orienta, y dirige a los demás y lo hace desde el interior de su personalidad sin recurrir a la fuerza de su voz ni a la violencia de sus puños. Muchos líderes están haciendo uso de la psicología dinámica para que haya un avivamiento espiritual en la Iglesia. Las técnicas y métodos se multiplican indefinidamente, según las circunstancias y el número de criterios. La psicodinámica no se reduce a una simple ingeniería de la comunicación, sino que intenta suscitar en la iglesia ciertos niveles de compromisos afectivos, morales e intelectuales que según esta teoría la convertiría en un grupo activo, capaz de superar por sí misma los riesgos de la indolencia y de la pasividad. Pero es un grave error  pensar que podemos superar las circunstancias peligrosas que enfrentamos a través de la psicología. Para lograr salir de la pereza y el estancamiento necesitamos poder  y sabiduría espiritual y eso no nos los puedes proporcionar la psicología. Para ayudar a los demás en la toma de decisiones, es preciso tener experiencia, conocimiento y voluntad. Renuncia a la comodidad, vence la timidez  y desarrolla aptitudes positivas, asumiendo responsabilidades en el reino de Dios. El líder no se impone, el que acepta el llamado de Dios, debe estar disponible y entregarse al servicio de los demás. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Hay un lugar para ti en el plan de Dios pero tú debe entender que el propósito de Dios es más importante que tus ambiciones personales. Lo que más queremos es tener dinero, fama y poder. Sin embargo, Jesús dice que lo más importante es servir. La verdadera grandeza de un líder descansa en su abnegación y  espíritu de servicios. Jesús escogió personas con poca educación, pero que pronto desplegaron una aptitud extraordinaria. Vio en ellas algo que nadie más veía, bajo su mano diestra emergieron como líderes que sacudirían al mundo con sus carismas y liderazgos. ¡Amén!


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