septiembre 05, 2011

La sabiduría divina

“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jeremías 9:23-24). Confiar en Dios es el centro y la médula de la sabiduría. En la actualidad los hombres hacen uso de su sagacidad política y de su sabiduría terrenal para obtener poder y posesiones materiales pero sus actos son inmorales y contrarios a las Escrituras. El destino de estos hombres está sellado por sus propios hechos y acciones. El Señor dice que la única razón válida para gloriarse, es conocerle. La sabiduría divina es una guía moral y espiritual confiable. La verdadera sabiduría (no la sagacidad) nos da vida y nos trae las mejores bendiciones. Dios "prueba la mente y el corazón". No hay nada oculto para Dios. Esto puede aterrarnos o consolarnos. Nuestros sentimientos son un libro abierto para Él. Debido a que conoce hasta nuestras motivaciones, no tenemos dónde escondernos, ni manera de escapar de las consecuencias del pecado. Pero ese mismo conocimiento también nos da un gran consuelo. No tenemos que impresionar a Dios ni disimular la verdad. Podemos confiar en que Él nos ayudará a fortalecer nuestras debilidades particulares para poder servirle como Él lo ha planeado. Si verdaderamente buscamos seguirlo, nuestro esfuerzo será recompensado. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:9-10). El corazón es el ser interior, que piensa, siente y actúa; la esencia del ser humano, pero es engañoso y perverso. “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jeremías 33:33). El materialismo había ahogado el espíritu de la ley. El ritualismo había suplantado el contenido ético-espiritual del pacto sinaítico, y era preciso iniciar una nueva etapa para regular las relaciones entre Dios y su pueblo. Dios siempre ha querido que nosotros interioricemos sus palabras pero esto solo puede suceder mediante la obra de Dios mismo. “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). El código moral de los fariseos consistía en una serie incontable de disposiciones y regulaciones. Sin embargo, si amamos a Dios y a nuestro prójimo estamos guardando los mandamientos de la ley. Podemos amar a Dios con nuestra mente, en vez de usar nuestra mente para cosa vana. Cuando nos reusamos a servir a Dios con nuestras mentes, es peligroso. “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Romanos 1:28). Si las personas se niegan a honrar a Dios, entonces caerá sobre ellas una ceguera judicial. Su entendimiento es segado para que no le resplandezca la luz de la verdad. …por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia (2 Tesalonicenses 2:10-12). Quienes rechacen la verdad, sufrirán las consecuencias de su pecado. Cuando las personas se comprometen con el mal y rechazan de forma consciente y voluntaria las Escrituras, lo que viene es el juicio de Dios. ¡Amén!

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