septiembre 06, 2011

Sea Jehová vuestro temor

El temor del hombre pondrá lazo; más el que confía en Jehová será exaltado. (Proverbios 29:25). El temor paraliza al hombre y le envuelve en muchas dificultades. Esta clase de temor es, estrictamente hablando, una consecuencia natural del pecado. “Más Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí” (Génesis 3:9-10). El pecado comenzó a surtir sus efectos;  Adán y Eva se escondieron cuando escucharon la voz de Dios. Ellos tenían miedo; el pecado había roto su comunión con Dios. “Huye el impío sin que nadie lo persiga; más el justo está confiado como un león” (Proverbios 28:1). El temor esclaviza al impío y por su mala conciencia cae en sus propias trampas. El pecado produce turbación de espíritu, opresión mental y emocional. Este problema afecta la vida espiritual del hombre. “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (Hebreos 10:26-27). Si usted abandona deliberadamente a Cristo, no hay otro sacrificio por el pecado. Si alguien rechaza el sacrificio de Cristo luego de haber entendido con claridad la enseñanza del evangelio, no tiene esperanza alguna de salvación porque no existe otro nombre bajo el cielo por el cual podamos ser salvos. Sin embargo, sería un error pensar que esto se refiere a los pecados ocasionales que cometemos, algo  tan evidente en nuestras vidas. El contexto y el paralelo con pasajes previos indican que el autor tiene en mente el pecado específico de la apostasía o el continuo rechazo de la persona de Cristo. Hay personas que han recibido el conocimiento de la verdad y luego le dan la espalda al Señor Jesucristo para esa persona ya no queda más sacrificio por el pecado. No hay un camino alternativo para el perdón fuera de la muerte de Jesús. Rechazar ese sacrificio, hecho una sola vez y para siempre, es abandonar toda esperanza de salvación. Todo lo que queda para esas personas es una horrenda expectación de juicio. Su destino será el mismo que el de aquellos que se oponen activamente al evangelio. Bajo el primer pacto, la persona que desechaba la ley de Moisés y se rebelaba deliberadamente había de morir sin compasión por el testimonio de dos o tres testigos. Sin embargo, cuando tú confía en Jehová, las cosas son muy distintas. “Hoy comenzaré a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti” (Deuteronomio 2:25). Para los estándares del mundo, el ejército de Israel no intimidaba a nadie, pero Israel tenía a Dios de su lado. Moisés no tendría que preocuparse más por sus enemigos porque sus enemigos estaban preocupados por él. A menudo, Dios va delante de nosotros en nuestras batallas diarias, allanando el camino y destruyendo barreras. Necesitamos seguir a Dios de todo corazón y confiar en él. “Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está contigo, el cual te sacó de tierra de Egipto”  (Deuteronomio 20:1). Así como los israelitas, a veces nos enfrentamos a oposiciones terribles y  abrumadoras. Dios reforzó la confianza de los israelitas recordándoles que Él siempre estaría con ellos y que ya los había salvado del peligro. Hermanos Dios está con nosotros podemos sentirnos seguros y confiado porque Dios puede vencer a nuestros enemigos y quitar los obstáculos más difíciles. Si ere fiel no tiene por qué temer ni turbarte, el Señor es tu guardador, él cuidará de ti. Dios te guiará con seguridad de modo que no tendrá temor. “No tendrá temor de malas noticias; porque tu corazón está firme, confiado en Jehová”. ¡Amén!
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