noviembre 15, 2014

Designados por Dios

(Jeremías 1:5)

“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”. La elección de Jeremías fue anterior a su nacimiento. Dios le informa a Jeremías que él le ha dado la vida con la expresa finalidad de hacer de él un profeta. Dios pensó en nosotros e hizo planes para nosotros ante que fuéramos concebidos en el vientre de nuestras madres. Cuando nos sintamos deprimidos o que somos indignos, recordemos que Dios siempre nos ha considerados valiosos y ha diseñado un propósito especial para cada uno de nosotros. La convicción íntima que tenía de su llamamiento divino, las revelaciones de Dios y el poder del Espíritu fueron las fuerzas que impulsaron el ministerio de Jeremías. Dios había apartado (santificado) a Jeremías para una obra especial. Lo había consagrado para que realizara una tarea, y un trabajo profético en su nación.
Las lenguas semíticas tienen dos formas originales de la raíz que son distintas. Una significa “puro” y “consagrado” y la otra quiere decir “santidad.”En hebreo el verbo קָדַשׁ (qadash) y la palabra קָדֵשׁ (qadesh) combinan ambos elementos. Los sacerdotes fueron escogidos para servir en el tabernáculo o templo. Por su función de mediadores entre Dios e Israel y por su cercanía al templo, Dios los dedicó (los santificó) para el oficio sacerdotal. Dios eligió a Jeremías, lo santificó y lo dio por profeta a las naciones.  El verbo הנביא (nathan), “dar,” también puede traducirse como “designar. Dios designó a este hombre para hacer regresar a Su pueblo a los principios morales porque el pueblo había invalidado el pacto que Dios había hecho con ellos en el monte Sinaí. La intención de Dios era despertar y obrar en la conciencia del judío, y para lograrlo vemos el uso que el Espíritu de Dios hace de la experiencia de Jeremías. De entre todos los profetas, no hay otro que analizase sus propios sentimientos, sus propios pensamientos, sus propios caminos, y su propio espíritu como lo hace Jeremías.
Dios nos recuerda el fervor, la ternura y la pureza de nuestro primer amor. Estábamos desesperadamente enamorados de Dios, y el amor tierno que teníamos por el Señor hacía que nuestras vidas rebosaran de gozo, y esperanza. Éramos puro, limpio y santo. Ninguna deslealtad o pensamiento sucio manchaba nuestra belleza y devoción. Pero ahora el cuadro es distinto, es algo que desgarra el corazón. El corazón de Dios está destrozado por la tristeza y la decepción que nosotros le causamos. Muchos de nosotros estamos viviendo en pecado abiertamente. Somos infieles a los votos que hemos hecho. Hemos dejados de amar a Dios y nuestra conducta es realmente vergonzosa. Por eso es que se necesitan hombres como Jeremías.
Si Dios le da una tarea específica, acéptela con gozo y hágala con excelencia. A menudo luchamos con Dios debido a la desconfianza. Sentimos que no tenemos la habilidad ni la capacidad ni las experiencias adecuadas. Jeremías pensó que era solo “un niño,” demasiado joven e inexperto para ser el vocero de Dios. Sin embargo, Dios le prometió estar con él. Nunca debemos permitir que nuestros sentimientos de insuficiencia nos impidan obedecer a Dios. Él siempre estará con nosotros. No tratemos de evadir el llamamiento de Dios, asegurémonos de no utilizar la falta de autoestima como una excusa. Si Dios nos da un trabajo para realizarlo, Él va a suplir todas nuestras necesidades.“Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.” Dios designó a Jeremías para que llevara su Palabra a naciones y reinos. El trabajo era advertirle no solo a los judíos, sino a todas las naciones del mundo acerca del juicio de Dios sobre el pecado.
Al leer el Antiguo Testamento, no olvide que si bien Dios trabajaba constantemente a través del pueblo de Judá e Israel, su plan era comunicarse con cada nación y persona. Estamos incluidos en el mensaje de juicio y esperanza de Jeremías y, como creyentes, debemos tener el mismo deseo de Dios de alcanzar al mundo entero para El. La visión de la vara de almendro revela el comienzo del juicio de Dios, ya que el almendro es de los primeros en florecer en la primavera. Dios vio el pecado de Judá y de las naciones, y llevaría a cabo un juicio rápido y certero. ¡Amen!

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