noviembre 26, 2014

El camino al Lugar Santísimo

(Hebreos 9:6-8)

“Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.” Dios colocó querubines al este del Huerto de Edén “para guardar el camino al árbol de la vida”. Dios mora entre los querubines; la postura de los querubines sobre la tapa del arca nos indica que ellos son quienes guardan el camino –la entrada a la presencia de Dios.
“David volvió a reunir a todos los escogidos de Israel, treinta mil. Y se levantó David y partió de Baala de Judá con todo el pueblo que tenía consigo, para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines” (2 Samuel 6:1-2). Durante la travesía por el desierto el arca era llevada delante del pueblo, era la temible presencia de Jehovah. Fue llevada delante del pueblo cuando salió del desierto de Sinaí (Números 10:33), cuando el pueblo cruzó el Jordán (Josué 3:3); y durante la conquista de Jericó (Josué 6).
El arca fue capturada por los filisteos, pero éstos se vieron obligados a devolverla a los israelitas. Después había permanecido en Quiriat-jearim, bajo el cuidado de Eleazar el hijo de Abinadab. David, ahora, deseaba traer el arca a la ciudad capital, pero no le fue fácil traerla. David tomó a sus hombres y los trajo a Baala de Judá (otro nombre de Quiriat-jearim); éstos pusieron el arca sobre un carro nuevo y la sacaron de la casa de Abinadab. En el camino, los bueyes tropezaron y Uza extendió su mano para detener el arca (el arca era cargada con dos palos de madera que atravesaban dos anillos a cada lado del arca). Este acto le costó la vida a Uza, David se llenó de temor, y no se sintió digno de traer el arca a Jerusalén, la dejó en casa del geteo Obed-edom. Allí permaneció el arca por tres meses, durante los cuales Obed-edom fue bendecido por Dios. ¿Por qué mató Dios a Uza por haber tocado el arca? cuando los filisteos con frecuencia la habían tocado sin haber sido destruidos. Mientras más cerca estemos de Dios, más rápido y solemnemente seremos juzgados por él.
David decidió intentar otra vez traer el arca a Jerusalén. Esta vez sí lo logró porque lo hizo como había sido ordenado por Dios, lo que causó mucha alegría. David danzaba “con toda su fuerza delante de Jehovah” y junto con todo el pueblo celebraba con gritos de júbilo y sonido de corneta. El gozo del pueblo era grande porque habían recobrado el arca. En medio de todo el júbilo, se encontraban personas que no compartían esa alegría. Desde una ventana, Mical observaba a David saltando y danzando, por lo cual lo menospreció. El gozo en Dios no siempre es compartido por todas las personas. El arca fue puesta en medio de una tienda levantada por David, ya que todavía no se había construido el templo en Jerusalén. David después quiso construir un templo para proveer un lugar mucho mejor que una tienda para el arca de Dios. Puesta el arca en la tienda, David ofreció holocaustos y ofrendas de paz y bendijo al pueblo en el nombre de Dios. Se había convertido no solamente en un líder militar y político, sino también en un líder espiritual.
El escritor de la Epístola a los Hebreos hace notar que el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo sólo una vez al año; y que los sacerdotes no tenían acceso al santuario interior. Como representantes del pueblo, los sacerdotes y el sumo sacerdote afrontaban limitaciones. Los sacerdotes entraban regularmente al compartimiento exterior para desempeñar su ministerio. El AT enseña cuales eran esos deberes: quemar incienso cada mañana y cada tarde (Éxodo 30:7–8), despabilar las lámparas del candelabro y echarle aceite “desde el atardecer hasta la mañana” Éxodo 27:21), y reemplazar los doce panes de la mesa cada sábado (Levíticos 24:8–9). El Nuevo Testamento enseña que, según una costumbre de esa época, los sacerdotes eran escogidos por suertes para entrar en el templo y quemar incienso (Lucas 1:9).
El camino a la presencia de Dios no estaba todavía abierto durante el tiempo del Antiguo Pacto. Eso significa que la gente no tenía autorización para entrar en el tabernáculo; sólo los sacerdotes entraban en el santuario exterior para cumplir sus deberes. Sin embargo, a los sacerdotes se les prohibía aparecer ante Dios en el santuario interior; el sumo sacerdote, como representante del pueblo y de los sacerdotes, podía entrar en el Lugar Santísimo una vez al año. Dios se había separado del hombre a causa del pecado. Un velo impedía el camino hacia Dios.  El Espíritu Santo indicó que “el camino hacia el Lugar Santísimo no fue abierto” ante de la llegada de Jesús. Por medio de su muerte, el Hijo de Dios abrió el camino hacia Dios. Cuando Jesús murió en la cruz del Calvario, “la cortina del templo se rasgó en dos, desde arriba hasta abajo” (Mateo 27:51; Marcos 15:38). Aunque el Lugar Santísimo estaba vació en el momento de la muerte de Jesús, la rotura del velo significaba que la separación entre Dios y el hombre había terminado. Esta separación no terminaría “entretanto que el primer tabernáculo estuviese aún en pie”. La palabra se refiere al santuario interior. Pero a causa de la rasgadura del velo, el primer compartimiento había dejado de existir. El primer y segundo compartimiento se transformaron en uno, y el hombre logró el acceso a la presencia de Dios sin mediación sacerdotal. El santuario terrenal hecho por Moisés en el desierto, ya no es necesario. El “tabernáculo celestial establecido por el Señor” está completamente abierto para que entremos a la presencia de Dios. Se nos exhorta a acercarnos a Dios, porque ahora “tenemos confianza para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús”. ¡Amén!

1 comentario:

  1. Esto me explica la responsabilidad enorme que tenemos, de estar Santificados a continuo delante de la presencia de nuestro Señor y Dios todopoderoso.
    Nada impuro allí entrará,Gloria a Dios por los tiempos

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