(Éxodo
4:12)
El llamamiento
divino era, y es, para servir a Dios con sacrificio. No hay una garantía de una
vida fácil. Sin darse cuenta, la preparación teórica y práctica de Moisés había
terminado. Ahora Dios tomaba la iniciativa. Moisés no estaba buscando a Dios, sin embargo,
Dios lo estaba buscando a él. Dios conoce de antemano el curso de los
acontecimientos y de las tareas que él
nos encomienda, pero nos revela sólo lo que es indispensable. Nuestras
debilidades se hacen evidentes ante la grandeza de la tarea que Dios nos ha
encomendado. Nos asusta el peligro, sin embargo, nuestras debilidades en las
manos del Señor producen resultados maravillosos. Aceptemos el llamamiento del
Señor, porque él nos dará fortaleza y sabiduría para realizar las tareas que
nos haya asignados. La presencia divina no simplemente nos acompañará, sino que
nos dará poder para hablar y testificar eficazmente.
Ahora pues,
vé, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. (Éxodo
4:12). Dios nunca nos manda hacer algo sin darnos el poder para hacerlo. En
realidad, las excusas de Moisés con las que alegaba su incapacidad eran precisamente
las razones por las que Dios lo había elegido. Dios pacientemente razonó con
Moisés como con un amigo. El que había hecho la boca del hombre podía darle a
Moisés la habilidad de hablar con fluidez. La presencia divina no simplemente
le acompañaría, sino que le daría el poder para hablar o testificar
eficazmente. Moisés estaba sobre cogido de sentimientos de inferioridad y se
vio obligado ah enfrentarse a estos sentimientos en muchas ocasiones. Los
sentimientos de incapacidad de Moisés eran tan fuertes que no pudo confiar ni
siquiera en el poder de Dios para ayudarlo. Moisés tuvo que enfrentarse a estos
sentimientos de incapacidad e inferioridad en muchas ocasiones. Cuando nos
enfrentamos a situaciones que son difíciles o que nos causan temor, debemos
estar dispuestos a permitir que Dios nos ayude.
Necesitamos
entender, a la luz de la experiencia de Moisés, cómo deben ser los líderes que
Dios utiliza. Dios nos llama con frecuncia para que realicemos tareas que
parecen demasiado difíciles, pero no nos pide que las hagamos solos. Dios nos da
numerosos recursos, al igual que lo hizo con Moisés. No debemos ocultarnos
detrás de nuestras deficiencias, sino mirar más allá de nosotros mismos y ver
los grandes recursos de Dios disponibles para nosotros. En un mundo donde los
valores, la moral y las leyes cambian constantemente, podemos encontrar
estabilidad y seguridad en Dios. Como la naturaleza de Dios es inmutable y
confiable, tenemos la libertad de seguirlo y disfrutarlo, en lugar de pasarnos
el tiempo tratando de imaginarnos cómo es Él.
“Y Jehová
le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo,
al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?”
Cuando
nos enfrentamos a situaciones que son muy difíciles o que nos causan temor,
deberíamos estar dispuestos a permitir que Dios nos ayude. Moisés tenía la
capacidad para razonar con Dios, era presto para decir que no pero se sentía
incapaz para transmitir el mensaje de Dios. Se supone que Moisés batallaba con un defecto en el habla, o tenía
dificultad con la comprensión y expresión del idioma egipcio, que por años no
había usado. “Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a
tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a
recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.” Moisés preveía las diversas
dificultades de la empresa, y ansiaba librarse de ella. Entonce Dios le dijo: “Tú hablarás a él, y
pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré
lo que hayáis de hacer.” Dios promete su presencia a pesar de la circunstancias
y del peligro. Su presencia se manifestará para protegernos, y librarnos
Los tímidos pueden experimentar las bendiciones divinas tanto como los
que responden al llamado de Dios con confianza. El está dispuesto a bendecirnos de muchas maneras
aunque nosotros no lo merecemos. “Nadie te podrá hacer frente en todos los días
de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te
desampararé.” (Josué 1:5). Cuando somos fieles Dios está con nosotros a pesar
de nuestras debilidades. “Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y
derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.” (Jueces 6:16).
A pesar de este llamado claro y
de la promesa de fortalecerlo, Gedeón puso varias excusas. Vio sólo sus
limitaciones y debilidades. No le fue posible ver cómo Dios podría trabajar por
medio de él. Saber que Dios está con nosotros nos hace estar confiados. “Aunque
un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante
guerra, yo estaré confiado.” (Salmos 27:3).
Por último veamos lo que dice Dios a través de Zacarías: “Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en
derredor, y para gloria estaré en medio de ella.” (Zacarías 2:5). Son innumerables
los textos en los que Dios nos promete estar con nosotros, creámosles a Dios y
confiemos en él. Un cristiano de carácter maduro sabe que aunque su cuerpo se
agote por la edad, todavía puede seguir sirviendo al Señor, luchando en oración
para que las almas sean libres de su esclavitud espiritual.
“Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le
dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme
fiesta en el desierto. Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga
su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a
Israel. Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos,
pues, ahora, camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a
Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con peste o con espada” (Éxodo
5:1-3). Los obstáculos para adorar y servir a Dios siguen siendo numerosos en
nuestros días. Cuando un creyente quiere ir al templo a adorar, son muchas las
cosas y las personas que reclaman su atención. Adorar y servir a Dios requiere de
una decisión firme. El trabajo, que debería ser una bendición porque de él provienen
nuestros ingresos, a menudo se convierte en un obstáculo para que no podamos
adora ni servir a Dios. El tiempo de trabajo se extiende frecuentemente, o
requiere de un horario que incluye el tiempo de Dios. Al irse perdiendo la
santidad los creyentes encuentran más dificultades a la hora de asistir al
templo. ¡Amén!
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