(2 Pedro
3:17-18)
“Así que
vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados
por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en
la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea
gloria ahora y hasta el día de la eternidad.” La palabra inicuo expresa aquello que es
injusto y que carece absolutamente de equidad. Un inicuo es una persona malvada
y cruel. En el malvado normalmente no hay moral, no hay bondad, no hay misericordia,
no hay afecto por nada ni nadie. En todas sus acciones predomina la crueldad.
El inicuo aun teniendo conocimiento de lo que es malo persiste en hacerlo y se
deleita en hacerlo.
Los cristianos
verdaderos esperan cielos nuevos y una nueva tierra; libres de la vanidad a la
que están sujetas las cosas presentes, y del pecado con que están contaminadas.
Dios exige que los creyentes estén revestidos de Cristo y santificado por el
Espíritu Santo para ser admitidos en Su reino. Los creyentes debemos desconocer,
rechazar y aborrecer todas aquellas opiniones y pensamientos de hombres que no
concuerden con las Escrituras, ni sean aprobados por ella.
Pedro deja de
ocuparse de los necios que han tergiversado las Escrituras, y se dirige a sus
lectores, a quienes trata de proteger de esos errores. Los creyentes habían sido bien instruidos y
conocían de antemano las engañosas enseñanzas de los falsos maestros; por lo
tanto, no deberían tener nada que temer. Somos responsables de nuestra propia
seguridad, y además tenemos que mantenernos vigilante
durante la lucha espiritual. Sobre la base de la doctrina de la segunda venida
de Cristo se nos exhorta a la pureza y la piedad. Este es el efecto del
verdadero conocimiento. Se requiere una santidad cada vez más exacta y
espiritual. Esforcémonos por conocer más clara y plenamente a Cristo; conocerle
para ser cada vez más como Él.
“Velad, estad
firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos” (1 Corintios 16:13). El
cristiano siempre corre peligro, por tanto, siempre debe estar alerta. Debe
estar firme en la fe del evangelio sin abandonarla, ni renunciar jamás a ella.
Los cristianos deben cuidar que el amor no sólo reine en sus corazones, sino
brille en sus vidas. Hay una gran diferencia entre la firmeza cristiana y el
activismo febril de los inicuos. Muchos son cristianos de nombre, porque no
aman a Cristo Jesús, el Señor, con sinceridad. Los tales están separados del
pueblo de Dios y del favor de Dios. Los que no aman al Señor Jesucristo deben
perecer sin remedio. Los hombres y mujeres de Dios debemos tener sinceros
deseos por nuestra salvación y redención, una profunda gratitud por la misericordia
que hemos recibidos de Dios, y mantenernos en obediencia constante a Sus
mandamientos.
El verdadero
cristiano tiene un fundamento firme y no
debe abandonarlo a cambio de una libertad imaginaria ofrecida por estos
maestros licenciosos. Hemos progresado mucho en la vida cristiana, sin
embargo, debemos continuar creciendo espiritualmente; en la gracia y en el
conocimiento de Cristo (la gracia de la cual él es el autor y el conocimiento
del cual Cristo es el objeto). Si nos mantenemos creciendo resistiremos las
dificultades, y nos mantendremos siempre activos. La gracia es una de las
esferas en las que debemos crecer como cristiano; debemos tener una experiencia personal, ser lleno de la gracia
y de la gloria de Jesucristo. Además, debemos crecer y tener un conocimiento
particular, el conocimiento que hace que nos relacionemos plenamente con la persona, la misión, la obra
y el poder de Jesucristo. “Gracias doy a
mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo
Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y
en toda ciencia” (1 Corintios 1:4-5). Dios alienta a la iglesia mencionando
primero las cosas buenas, y así prepara el camino para las advertencias y los
reproches que son necesarios. Si se presta atención a éstos, como en el caso de
la iglesia de Corinto, el resultado será crecimiento y bendiciones
espirituales.
Dios nos
ha bendecidos grandemente; nos ha
rescatados de la corrupción en que
vivíamos; nos ha levantados del abismo del pecado, nos ha dado abundante dones
espirituales para que no les faltara “ningún don.”De modo que se nos ha
concedido una provisión abundante, superior a nuestras necesidades, para que no
haya excusa. El cristiano es una persona que ha sido advertida. Es decir, no
puede alegar ignorancia. Sabe cuál es el verdadero camino y sus recompensas;
conoce el camino erróneo y sus desastres. Ser advertido es estar prevenido; pero es
también una responsabilidad, porque el que conoce el bien y hace lo malo merece
doble condenación. El cristiano es una persona con una vida en desarrollo. La
inflexibilidad de la vida cristiana no es la rigidez de la muerte. El cristiano tiene que experimentar
diariamente la maravilla de la gracia, y crecer en los dones que esa gracia
puede producir; y debe penetrar diariamente más y más en Jesucristo. Un gran
edificio tiene que tener un fundamento firme y sólido para elevarse en el aire;
y sólo cuando tiene raíces profundas puede un gran árbol remontarse con sus
ramas hacia el cielo. La vida cristiana es al mismo tiempo una vida con un
fundamento firme y con un crecimiento constante hacia fuera y hacia arriba.” Los
que esperan la venida de nuestro Señor Jesucristo, serán sostenidos por Él
hasta el final. Satanás
siempre se ha propuesto estimular la discordia entre los cristianos, como uno
de sus principales ingenios contra el evangelio. ¡Amén!
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