Cuando hablamos
del “crecimiento interior”, nos referimos al crecimiento espiritual y al
desarrollo de los miembros de la iglesia. La iglesia crece en la medida que sus
miembros crecen. Crecer en calidad, es crecer espiritualmente. Pablo se refirió a este proceso, comparándolo
con el crecimiento del cuerpo natural. El “crecimiento que da Dios” es el
crecimiento espiritual. El cuerpo entero se nutre y fortalece con el
crecimiento que da Dios. Crecer espiritualmente es crecer en madurez y es así
como se produce el desarrollo de la vida del creyente en Cristo. “Más bien,
creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo. A él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2
Pedro 3:18). “Si no que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo en
aquel que es la cabeza...” (Efesios 4:15). El crecimiento espiritual no viene
automáticamente. Es el resultado del desarrollo de la vida de Cristo en el
creyente. Las evidencias del crecimiento espiritual incluyen: 1. Un aumento en
el conocimiento espiritual; 2. La aplicación apropiada de ese conocimiento a
nuestra vida y ministerio; 3. Un deleite cada vez más profundo en las cosas
espirituales; 4. Un amor a Dios y al prójimo siempre en aumento; 5. El
desarrollo de cualidades espirituales similares a las de Cristo; 6. Un aumento
en el deseo y la habilidad de compartir el evangelio con otros; y 7. El
desarrollo y el uso eficaz de los dones espirituales.
El crecimiento
es el resultado natural de la vida. Si hay vida espiritual en una Iglesia,
resultará en crecimiento interior. El Espíritu Santo: a) Forma la iglesia, b)
Inspira su adoración c) Dirige sus actividades misioneras d) Selecciona a sus
ministros e) Unge a sus predicadores f) Guía sus decisiones y g) Bautiza con
poder. El Espíritu Santo tiene funciones
importantes con respecto al crecimiento interior de la iglesia. El crecimiento
espiritual es impedido por el pecado pero él acusa a los creyentes de pecado
(Juan 16:8-11,1 Juan 1:9). El Espíritu
Santo cambia las vidas de los creyentes mediante la regeneración y produce el
crecimiento y santidad de vida.
Separarse para Dios produce crecimiento espiritual. El Espíritu Santo
habita, mora o vive en los creyentes. El propósito de esto es fortalecer la
nueva naturaleza que hemos recibidos a través de la salvación. La fuerza y el crecimiento interior están
relacionados con el Espíritu. Usted se fortalece mientras crece. “A fin de que,
conforme a las riquezas de su gloria, os conceda ser fortalecidos con poder por
su Espíritu en el hombre interior” (Efesios 3:16). La unidad es otra de las
cosas que trae crecimiento interior en la iglesia. “Pero el que se une con el
Señor, un espíritu es con él” (1 Corintios 6:17). “Porque de la manera que el
cuerpo es uno solo y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo,
aunque son muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque por un
solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como
griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo
Espíritu” (1 Corintios 12:12-13).
La intercesión
del Espíritu Santo edifica espiritualmente al creyente: “Y asimismo, también el
Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; porque cómo debiéramos orar, no lo
sabemos; pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles” (Romanos
8:26). El Espíritu Santo guía a los creyentes a través de la Palabra de Dios, que es,
la que trae el crecimiento espiritual. El Espíritu Santo nos revela la verdad
de la Palabra
de Dios y produce el conocimiento y el discernimiento espiritual en nosotros. (1
Corintios 2:10). Las personas crecen espiritualmente en una atmósfera de amor.
El Espíritu Santo trabaja internamente para conformar a los creyentes a la
imagen de Jesús (2 Corintios 3:18). Nosotros crecemos espiritualmente cuando
crecemos en el conocimiento de Dios. La duda impide el crecimiento espiritual. El
Espíritu elimina la duda y nos da la convicción y la seguridad de nuestra salvación
en Cristo. El Espíritu Santo nos da libertad del pecado y de las tradiciones de
los hombres (Romanos 8:2) y nos proporciona el consuelo que necesitamos. Uno de
los ministerios del Espíritu Santo en la vida de Jesús era levantarlo de los
muertos. “Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos
mora en vosotros, el que resucitó a Cristo de entre los muertos también dará
vida a vuestros cuerpos mortales mediante su Espíritu que mora en vosotros”
(Romanos 8:11).
Si usted no
madura, usted se "muere" espiritualmente. Cesa el proceso del crecimiento
interior. Es el poder del Espíritu Santo es que lo vivifica y lo trae de nuevo
a la vida. Pablo dijo: “Ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras
persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para
que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder
de Dios” (1 Corintios 2:4-5). La demostración de poder por el Espíritu Santo
aumenta su fe en Dios. El poder especial para dar testimonio es la verdadera
evidencia de que uno ha sido bautizado en el Espíritu Santo: “Pero recibiréis
poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros, y me seréis testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos
1:8). Los creyentes espiritualmente
maduros son testigos productivos del Evangelio. La iglesia experimenta el
crecimiento interior a través del bautismo del Espíritu Santo (Hechos 2:4) El
bautismo en el Espíritu Santo produce el desarrollo de los dones espirituales y
fructifica en las vidas de los creyentes. Los dones espirituales son importantes para el
crecimiento interior de la iglesia porque ellos "edifican" a los
creyentes. “Edificar” significa “construir y promover el crecimiento
espiritual.” El fruto espiritual es la
naturaleza del Espíritu revelada en la vida del creyente. Se refiere a
cualidades espirituales que deben ser evidentes en las vidas de todos los que
creen en Cristo. El fruto espiritual es
la evidencia del crecimiento espiritual. Como la fruta en el mundo natural, es
el resultado del proceso de la vida y toma su tiempo para desarrollarse, el
fruto espiritual toma tiempo pero llega el momento que se hace evidente en
nuestras vidas. ¡Amén!
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