“Muéstrame, oh
Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día”. La percepción natural obedece a los estímulos
cerebrales recibidos a través de los 5 sentidos, los cuales nos dan un conocimiento
de la realidad física del entorno. La percepción es la capacidad que tenemos de
recibir por medio de los sentidos las imágenes, impresiones y sensaciones. También
es un proceso mediante el cual seleccionamos, organizamos e interpretamos los
estímulos, y les damos significados. Pero es la percepción espiritual la que nos permite conocer a Dios, es decir, la percepción espiritual es la
capacidad que tenemos de recibir por medio del espíritu las impresiones del Espíritu
de Dios.
Es por medio
del espíritu humano que percibimos o discernimos las Escrituras y todos los que
ocurre en el mundo espiritual. Buscar la verdad es aspirar a la plenitud de la vida.
Conocer la verdad significa experimentar la vida. Poseer la verdad nos compromete
a servir en amor y por amor. Para ser dirigido por Dios hace falta una mente espiritual,
humilde y abierta a las impresiones del Espíritu Santo. Si deseamos sinceramente
conocer nuestro deber, con la resolución de hacerlo, podemos estar seguros que
Dios nos dirigirá por medio del Espíritu Santo y de las Escrituras. El
cristiano que busca instrucción; desea conocer los caminos de Jehová, quiere caminar
en Sus sendas, y crecer en Su verdad. Su motivación [lo que le motiva] es el amor
a Dios. Es en el Señor en quien están puestas todas nuestras esperanzas.
Cuando nos
falta percepción espiritual, necesitamos que la luz de Dios se proyecte sobre
nuestro camino. Tenemos que orar para poder comprender los caminos de Dios, y
pedir la comprensión de sus propósitos
para poder gobernar con sabiduría nuestra conducta. La verdad de Dios es
diferente de lo que los seres humanos, equivocadamente, consideran como verdad.
La verdad de Dios es una y sólo se puede conocer en Cristo. “Ignorar las
Escrituras es ignorar a Cristo e ignorar a Cristo es ignorar a Dios.” La verdad
de Dios es una verdad personal, Dios se da a conocer de manera personal a través de su revelación.
David oró para que la verdad de Dios lo preservara. Para mantener una conducta
recta se requiere conocer la verdad divina.
“Todas las
sendas de Jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus
testimonios.” (Salmos 25:10). Debemos ser lo suficientemente mansos y humildes como
para admitir nuestra ignorancia y necesidad de más instrucción espiritual. Si
somos receptivos a la enseñanza, aprenderemos lo que es correcto, esto es, cuál
es la voluntad de Dios. Lejos de tener que soportar una vida desagradable, los
que obedecen la Palabra de Dios encuentran que la vida está llena del amor
constante de Dios y de Su fidelidad. Como cristianos debemos alimentarnos de la
verdad, de las promesas de Dios, debemos confiar en el Señor, entregándonos a
Él. Dios ordena y afirma los pasos del que le busca. Si quiere que Dios dirija
su camino, busque el consejo de Dios antes de dar el
primer paso.
“Envía tu luz
y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus
moradas.” (Salmos 43:3). Como cristianos debemos anhelar ser acompañado por la
luz de la presencia de Dios y de la verdad de Sus promesas. Los que realmente
nos satisfaces es llegar a la misma presencia de Dios. Cuando nos sentimos
rodeados de oscuridad e inseguridad, debemos seguir la luz y la verdad de Dios.
Si por alguna razón usted se encuentra lejos de la casa de Dios, deje que él le
guíe de regreso a su presencia. La realidad es que vivir en la luz de Dios y
atesorar su verdad es el camino correcto para superar las dificultades de la
vida y ser bendecido. “He aquí, tú amas
la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría”
(Salmos 51:6). Calvino tenía razón en decir que para ser aprobado por Dios lo
último del corazón tiene que ser purificado. Los pecados que se mantienen en
secreto también desagradan a Dios.
David
reconoció la verdad de las palabras del profeta Natán y públicamente reconoció
su pecado. “Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi
corazón para que tema tu nombre” (Salmos 86:11). “Caminar en la verdad” es un
hábito y también un estilo de vida. Nuestros corazones deben estar concentrados
en Dios; depender de Dios debe ser un estilo de vida. El corazón incluye las
emociones, los pensamientos y las actitudes. En el acto de percepción el sujeto
presta atención a determinadas características y circunstancias por eso debe
estar concentrado.
Los que dice
David: no significa “enséñame cómo salir de esta dificultad” sino “enséñame,
mientras me enfrento a lo peor, enséñame a vivir en tu camino, -a no salirme de
tu camino”. Concentra mi corazón, “une, o unifica mi corazón”, líbrame de ser
de doble ánimo; dame “una meta firme, que no cambie ante las amenazas o las
recompensas”. Esto es, no permitas que mi corazón flaquee o se distraiga.
¡Amén!
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