Uno
de los eventos más tristes del Antiguo Testamento, está asociado con el nombre
Icabod. Nació cuando su madre oyó que
tanto su esposo como su suegro, habían muerto; lo que de inmediato provocó el
alumbramiento del muchacho. El nombre Icabod, que le puso su madre moribunda
cuando lo dio a luz, significaba que la gloria se había ido de Israel porque el
Arca había sido capturada y Finehás y Elí habían muerto. Este evento tan triste sucedió debido a la
tragedia que se suscitó en Israel, provocando la muerte de Elí, cuando se le
informó de la derrota de los israelitas por parte de los filisteos, la captura
del arca del pacto y la muerte de sus dos hijos. La gloria de Dios,
representada por el arca se había ido.
Cuando
la gloria de Dios se va solo hay muerte; Sansón había perdido el poder que Dios
le había dado y no lo sabia. Los hombres
tienen una falsa confianza en la presencia de Dios y en Su poder, Sansón tenia,
una falsa confianza en el poder de Dios. La baja visión que tenemos de Dios, es
la causa de muchos males entre nosotros.
Con la pérdida de nuestro sentido de majestad, se pierde el temor de Dios y la conciencia de Su
divina Presencia. Hemos perdido nuestro
espíritu de adoración y nuestra habilidad de retirarnos internamente para
encontrarnos con Dios en silencio.
La
iglesia moderna simplemente no está produciendo la clase de cristiano que
pueden apreciar y experimentar la vida en el Espíritu. Las palabras “Estad quietos, y conoced que yo
soy Dios”, no significan prácticamente nada para los cristianos que descansan en su autoconfianza.
La
pérdida del concepto de la majestad, ha venido justo cuando la religión está logrando
dramáticas ganancias y cuando las iglesias son más poderosas económicamente. Pero lo alarmante es que nuestras ganancias
son en su mayor parte externas y nuestras pérdidas internas. La calidad de
nuestra vida en Cristo es la que se ve afectada por las condiciones externas,
puede ser que nuestras ganancias, sean al final grandes pérdidas. La única forma
de recuperar nuestras pérdidas espirituales, es haciendo las correcciones
necesarias ahora.
La
declinación del conocimiento de la santidad, nos conduce a muchos
problemas. Debemos redescubrir la
majestad de Dios y lo que esta significa para nosotros. Es imposible mantener la práctica de la moral y actitudes internas
correctas, si nuestra idea de Dios es errónea o inadecuada. ¿Qué podemos hacer
nosotros, para traer de regreso la gloria que se ha apartado? ¿Existe algún secreto que podamos aprender? ¿Existe alguna fórmula para el reavivamiento
personal que podamos aplicar a nuestra propia situación? Para recuperar el
poder perdido, la iglesia debe ver el cielo abierto y tener una visión
transformada de Dios. Pero el Dios que debemos ver, no es el Dios utilitario. El
Dios a quien debemos aprender a conocer es el Dios de los cielos, el Padre
Todopoderoso, Hacedor del cielo y de la tierra, el único Dios sabio y Salvador.
“Es él quien está sentado sobre el círculo de la tierra, quien abre los cielos
como quien abre una cortina y los esparce como una tienda en la cual morar,
quien creó a las estrellas y las llamó a cada una de ellas por su nombre, por
medio de la grandeza de Su poder, quien ve las obras del hombre como vanidad”.
Dios
se reveló a Sí mismo en la naturaleza, es en ella que los atributos invisibles
de Dios, se despliegan (específicamente, el poder eterno de Dios y Su
naturaleza divina); pero los hombres cambiaron “la gloria incorruptible de
Dios” por una imagen corruptible”. Los
atributos de Dios son la gloria de Dios y por lo tanto, los hombres se ven
obligados a glorificar a Dios como respuesta a la revelación de tales
atributos. Los hombres pecadores no glorifican a Dios y en consecuencia,
prueban con esto ser pecadores culpables, que están correctamente bajo la
condenación divina. Deseo enfatizar que los atributos de Dios y la gloria de
Dios están muy asociados, tanto que podemos decir que la gloria de Dios es la
suma total de lo que es Dios y Dios está definido por Sus atributos.
Nada
es más relevante para los cristianos que la gloria de Dios. Los discípulos tenían una percepción
distorsionada de la gloria de Dios y deseaban ser parte de ella. Sólo más tarde comprendieron lo que es la
gloria de Dios y que debemos sufrir con Él para entrar en Su gloria. Los
cristianos comprenden que su privilegio es darle la gloria a Dios. El hombre no es el centro del universo
espiritual y Dios no es nuestro siervo, a nuestra entera disposición para
hacernos sentir bien y alejarnos del dolor.
Dios es el centro del universo y Él hace que todas las cosas marchen para
nuestro bien y para Su gloria. La gloria de Dios debería ser la meta para todo
lo que hacemos y el estándar mediante el cual determinamos lo que debemos hacer.
Finalmente, la gloria de Dios es la clave para comprender el orden que Dios ha
establecido para la iglesia. Deberíamos
reconocer que la iglesia es fundamental para los propósitos de Dios en esta
época, como lo fue Israel en la época del Antiguo Testamento y lo será
nuevamente en el reino del Mesías. La
iglesia es el cuerpo de Cristo. A través
de Su Espíritu, Cristo mora en Su iglesia y, a través de Su ‘cuerpo’, Cristo
continúa obrando en el mundo.
Icabod
nació después de la muerte de su padre, y su madre le dio ese nombre sobre su lecho
de muerte porque, como ella dijo: la gloria se ha apartado de Israel. ¿Es esto
lo que ha ocurridos en tu vida, se ha apartado la gloria de Dios de tu vida?
¿Qué haremos para revertir esta situación? ¿Habrá un Samuel o un peque David
que puedan restaurar la presencia de la Gloria de Dios en Israel? ¡Amén!
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