“Palabras de Nehemías hijo de
Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa,
capital del reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de
Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de
la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de
la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de
Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras
me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios
de los cielos”. Cuando Dios tiene una obra que realizar, nunca le faltarán instrumentos
para hacerla. Nehemías vivía cómodamente y con honra, pero no se olvidó [como Mardoqueo
y Esther], que era israelita y que sus hermanos estaban angustiados. Nehemías apeló
a Dios primeramente y luego utilizó su influencia en la corte real para obtener
del rey lo que necesitaba para la reconstrucción de Jerusalén.
Nuestra mejor argumentación cuando
oramos proviene de la promesa de Dios, la palabra por la cual el Dios Altísimo
nos ha dado esperanzas. Hay que usar otros medios, pero la oración eficaz del
justo puede mucho. La comunión con Dios nos preparará mucho mejor a la hora de
tratar con los hombres. Cuando hayamos encomendado nuestras preocupaciones a
Dios; nuestra mente quedará libre; sentiremos la satisfacción y la paz interior
y se desvanecerán nuestras dificultades. Si el asunto es lesivo, Dios tiene el
poder para impedirlo fácilmente, y si es bueno para nosotros, Él lo hará
progresar para Su gloria.
La oración asume un lugar muy importante en la experiencia del
cristiano espiritual. Se convierte gradualmente en su recurso vital: 1) Por
medio de la acción interior del Espíritu que mora en él, el creyente ofrece alabanzas
y acciones
de gracias, y es capacitado para orar de conformidad con la voluntad de Dios. 2)
Además, es razonable creer que, puesto que el ministerio de Cristo en la tierra
y en el cielo ha sido y es un ministerio de oración e intersección, la persona
en la cual Cristo mora, es guiada a la oración de forma natural y normal.
Nehemías se dio cuenta de la
necesidad que tenía de orar: 1) “Palabras de Nehemías hijo de Hacalías.
Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del
reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les
pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la
cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la
cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de
Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego” (Nehemías 1:1-3). 2) Tenías
necesidad de orar debido a la tragedia por la que había estado pasando su
nación. 3) Tenía necesidad de orar por la reconstrucción y la paz de Jerusalén,
el centro de adoración de su nación. 4) A pesar de su comodidad en el palacio
del imperio Persa, de sus circunstancias favorables e influencias sintió la
necesidad orar.
Nehemías hizo la oración
adecuada: “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos
días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh
Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la
misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu
oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora
delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los
pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa
de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos
guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.
Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si
vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a
mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra
dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os
traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre. Ellos, pues, son
tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano
poderosa. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu
siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre;
concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón.
Porque yo servía de copero al rey” (Nehemías 1:4-11). 1) Oró con un espíritu
quebrantado y anhelante. 2) Oró con un corazón contrito y humillado. 3) Oró con
fe y confianzas en las promesas de Dios. 4) Nehemías sabía lo que quería, hizo
peticiones específicas.
Nehemías obtuvo unos resultados
gloriosos de su oración: (Nehemías 2:1-8). 1) Recibió repuestas directas a sus
peticiones. 2) El favor y la gracia de Dios estaban sobre él. 3) Dios se
glorificó a través de Nehemías, lo bendijo y libró de sus enemigos.
Dios es una persona con la cual se puede tener comunión y que además
contesta la oración de sus hijos. 1) Por medio de la oración, los creyentes le
expresan a Dios sus más íntimos pensamientos, los que sienten, les piden
aquellas cosas a la que aspiran o desean, pero además le pueden decir cuales
son sus temores, esperanzas y estados de ánimo. 2) Los cristianos son llamados
a una vida de dependencia de Dios en oración. La oración es indispensable en la
guerra espiritual. Para derrotar a nuestros enemigos es necesario orar. 3) La
oración nos dará el poder para seguir adelante y derrotar a Satanás, a los
demonios y al pecado. La oración es una de nuestra arma de ataque. ¡Amén!
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