(Mateo 28:16-20)
En la era actual Dios está
dando a conocer su sabiduría y manifestando su gracia ante las huestes angélicas
por medio de la iglesia (Efesios 3:10). Lo que los principados y potestades ven
reflejado en la iglesia es “la iridiscente sabiduría” de Dios. La iglesia no
existe para sí misma. Existe para Dios, para su gloria. Cuando los ángeles en
los cielos observan las obras y la sabiduría de Dios desplegada en la iglesia,
aumentan su conocimiento acerca de Dios a quien adoran regocijándose en él y
glorificándole. En cada fase de la redención (como de la creación) el esplendor
de la sabiduría de Dios se revela de una forma extraordinaria. No existe ni una
sola obra de Dios, ya sea en la creación o, como aquí en la redención, en donde
la sabiduría no se manifieste. Se ve en la iglesia cuando se esfuerza
ardientemente en vivir para la gloria de Dios. Se ve en cada creyente
individual, que ha salido de las tinieblas a la luz de Cristo. Recibimos de sus
destellos cuando estudiamos las Escrituras o cuando reflejamos la providencia
de Dios en nuestras propias vidas.
En el cielo, la iglesia será
por toda la eternidad la ilustración de lo que la gracia de Dios puede hacer
(Efesios 2:7). La nueva vida que ahora ha comenzado durará por siempre, de modo
que la manifestación de la gracia de Dios, la veremos destacarse y extenderse
por toda la eternidad. Cristo, como cabeza de la iglesia, dirige a cada
creyente por los senderos de la voluntad de Dios; pero lo dirige siempre en
armonía con el plan de Dios. Todo está en armonía con el propósito general de
Dios para la iglesia en los tiempos actuales. En la iglesia como cuerpo de
Cristo, Dios está cumpliendo el propósito divino, propósito que se está
desarrollando exactamente como ha sido profetizado. La tarea de evangelizar es
enlistar hombres bajo la bandera de Cristo. Somos llamados a inculcar los
preceptos de Cristo como diseño. Este diseño es la forma correcta de vida para
los seguidores de Cristo.
El propósito actual de Dios en
esta era no es la conversión del mundo, sino un
llamado a creer en Cristo, y a salir del mundo para formar el cuerpo de
Cristo que es la iglesia. Es cierto que
el mundo se convertirá y que habrá un reino de justicia en la tierra; pero,
según la Biblia, esto no es el resultado de la predicación del evangelio en la
era actual, sino el resultado de la segunda venida de Cristo. Es después del
regreso del Señor y de la toma de posesión de Su reino, que las naciones serán
juzgadas, los que califiquen para ser súbditos del reino se le dirá venir bendito de mi Padre a heredar
el reino, lo que no califiquen serán echados a las tinieblas. El propósito
supremo de Dios para esta era es la reunión de los hijos del reino, no la
conversión de los súbditos del reino. De igual modo, el misterio de iniquidad,
el mal, seguirá obrando durante la era actual, hasta que el que lo detiene, “el
Espíritu de Dios”, sea quitado de en medio (2 Tesalonicenses 2:7). Como el
Espíritu sé irá cuando haya completado el cuerpo de los redimidos, e decir la
iglesia, el propósito inmediato de Dios no es la corrección del mal en el
mundo, sino un llamamiento a todo aquel crea.
Cristo profetizó que Él
edificaría su iglesia (Mateo16:18), y el apóstol Pablo comparó la iglesia con
una estructura de piedras vivas que crece para formar un templo vivo en el
Señor. Los creyentes son edificados para ser morada de Dios en el Espíritu (Efesios
2:21-22). El ministerio de los creyentes de ir a todo el mundo a ganar almas
para edificar el cuerpo de Cristo no es para siempre, sino "hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios a un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios
4:13). “La plenitud de Cristo” no se refiere a hombres semejantes a Cristo,
sino al desarrollo del cuerpo de Cristo, hasta la completa formación de la
Iglesia (Efesios 1:22-23). Los creyentes como las células vivas del cuerpo
humano, están en una actividad incesante para ganar almas y, edificar así el
cuerpo de Cristo.
Aunque la predicación del
evangelio se relaciona con la vida y con la muerte (2 Corintios 2:16), los hijos
de Dios son llamados para instar a los hombres a tiempo y fuera de tiempo, afín
de que busquen a Dios. El creyente ha sido designado para ir por todo el mundo
a predicar el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15), sabiendo que la fe
viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17). También se
afirma en 2 Corintios 5:19 que Dios, que estaba en Cristo reconciliando consigo
al mundo, nos ha entregado la palabra de la reconciliación. “Así que somos
embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20). Indudablemente
el Espíritu Santo usa muchos medios en la difusión del evangelio. Aunque no
todos los cristianos estén igualmente dotados para predicar directamente el
evangelio, cada cristiano tiene parte en la responsabilidad de hacer que el
evangelio sea predicado a toda criatura. ¡Amén!
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