diciembre 04, 2014

Nuestro indicador absoluto

(Romanos 4:18-22)

“Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia”. Abraham y su simiente recibieron la promesa de que serían los ‘heredero del mundo”. Abraham no sabía cómo Dios iba a cumplir Su palabra, pero eso no era importante. Conocía a Dios y estaba totalmente confiado en el poder de Dios. La fe de Abraham era una fe maravillosa, y razonable, porque la palabra de Dios es lo más seguro y razonable que hay en el universo, ¡y para Abraham no había riesgo alguno en creer la Palabra! Dios se sintió complacido en encontrar a un hombre que creía en él; Jesús también se admiraba cuando hallaba a una persona de fe. Dios le concedió ser justificado y perdonado. Le concedió una posición justa delante de él. Fue liberado del pecado y la condenación y justificado por medio de la fe.
Abraham fue un hombre de fe y convicción. Por convicción queremos decir creencias derivadas y basadas en las Escrituras.  La  Palabra de Dios, es el indicador absoluto para nuestra vida. “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor” (1 Pedro 2:2-3). La convicción se opone a la duda y al escepticismo.  Cuando pensamos en un hombre de convicciones, pensamos en él en términos de acción y de dirección.  Pensamos en una persona cuyas convicciones tienen un impacto definitivo en su forma de vivir, en lo que hace, y en lo que dice. 
La fe es en realidad el producto de tres cosas que caracterizan el ideal de un cristiano. 1.- Un compromiso con las Escrituras como su única fuente de autoridad. Un compromiso es una responsabilidad u obligación que se contrae. Una persona comprometida con Dios y con Su reino. Siente como suyos propios los objetivos de la Iglesia. Apoya las  decisiones dirigidas a lograr dichos objetivos.  Además previene y supera los obstáculos que puedan interferir con el logro de los objetivos de la Iglesia. 2.- La construcción de creencias y convicciones basadas en la Biblia. Una creencia es el estado de la mente en el que un individuo considera como verdadero el conocimiento o la experiencia que tiene acerca de un suceso o cosa; cuando se objetiva una creencia, contiene una proposición lógica, y puede expresarse mediante un enunciado lingüístico. La creencia como una mera actitud mental, puede ser inconsciente, sí es así, no es necesario que se formule lingüísticamente y 3.-  El valor para vivir y actuar de acuerdo con su fe. Valores tales como: la honestidad, lealtad, identidad cristiana, respeto, responsabilidad, solidaridad, amor, tolerancia, sinceridad etc., son fundamentales para poder  convivir de forma pacífica.  El valor (axiología), es una cualidad de las acciones y de las cosas que nos permite ponderar la bondad, maldad, belleza, y fealdad, etc.
La nación de Israel era una nación llena de personas adúlteras, contaminadas y debilitadas con las ideas y opiniones del mundo. Eran como muchachos inmaduros que no actuaban de acuerdo con los mandamientos de Dios, sino por capricho, por antojos, fantasías y deseos egoístas.  En lugar de tener la Palabra como el indicador de sus vidas, se dejaron arrastrar por las influencias de las demás naciones.  Eran religiosos, y abandonaron la Palabra del Señor. “… ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no” (Números 11:23). Debemos tener un compromiso con las Escrituras como nuestro estándar de pensamiento.
Todos tenemos convicciones; pero, ¿son convicciones bíblicas?  Debemos usar la Palabra para filtrar todo lo que entra en nuestra mente de manera que cada uno de nuestros pensamientos esté de acuerdo con la Biblia. Si menospreciamos la Biblia Dios nos cortará a causa de nuestra iniquidad. “Por cuanto tuvo en poco la palabra de Jehová, y menospreció su mandamiento, enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella” (Números 15:31). Si después de un estudio cuidadoso, lo que estamos pensando está de acuerdo con la verdad de la Escritura, entonces se le puede calificar como una convicción bíblica. 
Esto significa que la Escritura siempre debe ser prioritaria sobre nuestras opiniones, experiencias y antecedentes. Cuando para nosotros la Escritura deja de tener la prioridad, la adulteramos, la contaminamos y debilitamos su impacto en nuestras vidas.  Una comprensión errada de las Escrituras, eventualmente esto nos llevará a un comportamiento errado.  En otras palabras, por un conocimiento errado, podemos llegar a negar la autoridad de la Biblia. El Compromiso que tenemos con la Escritura significa un compromiso con la excelencia en su estudio, uso y aplicación.  “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).  Mientras mejor sea nuestra visión de la Biblia, más esmerada y consciente debe ser nuestro compromiso y nuestro estudio. Si la Biblia es la Palabra de Dios, entonces no hagamos una exégesis  descuidada, y no seamos negligentes  en su aplicación. ¡Amén!

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