agosto 12, 2011

Como olivo verde en la casa de Dios

“Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios;  En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre” (Salmos 52:8). El impío caerá; en cambio, el justo permanecerá en la casa de Dios.  El salmista  expresa su absoluta confianza en Dios y su plena dependencia de él. Las insidias y falsedades de los impíos son como espadas o dardos envenenados, que hieren de muerte al inocente; sin embargo, el justo permanecerá firme como “olivos verdes” en la presencia de Dios para dar testimonio de sus hechos poderosos. “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará” (Salmos 1:3). El árbol es una figura común de vida y firmeza. El justo es como árbol plantado en el huerto de Dios, no ha crecido por sí mismo, sino que ha sido plantado y cuidado. Cuando nos acercamos a la Palabra con la intención de conocer a Dios; esto expresa “el deseo”,  “propósito”, o “interés” que tenemos. “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17:7-8). Debemos arrancar de nuestras vidas la cizaña (la confianza en sí mismo) para que la buena semilla pueda crecer. En estos tiempos difíciles, los  que confían en sí mismo se empobrecerán y debilitarán  espiritualmente, estos no tendrán a quién recurrir. Sin embargo, los que confían en el Señor serán  fortalecidos porque Dios suplirá sus necesidades. Los que hacen de Dios su esperanza, tienen suficiente en Él para compensar todas sus carencias materiales y falta de  consuelos, florecerán como árboles cuyos follajes no se marchitan. “Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él; Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda” (Zacarías 4:1-3). Muchas personas piensan que para sobrevivir en este mundo deben ser duras, fuertes, inflexibles y rudas pero no es “con espada ni con ejércitos, sino con mi Espíritu”. La unción era tan poderosa que mantendría el depósito de Israel lleno y las lámparas del candelabro ardiendo continuamente. Para poder avanzar en este tiempo se necesitan líderes ungidos que mantengan a la Iglesia encendida. “¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella” (Zacarías 4:7). Un monte generalmente representa un reino, Dios le dice a  Zorobabel que va a quitar el monte que le impide edificar la casa de Dios. Quizás delante de ti hay un gran monte (el reino de las tinieblas) pero ¿qué es este gran monte? Si la unción y el poder de Dios están en ti. Dios se encargará de convertirlo en llanura. “Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos cielos con la potencia salvadora de su diestra”. El que depende de su propia fuerza recibe lo que los hombres pueden lograr; pero el que depende de Dios recibe todo lo que Dios puede hacer. Únicamente Dios puede preservar a una nación o a un individuo, asegúrese de que su confianza esté puesta en Dios. “Jehová es la fortaleza de su pueblo, y el refugio salvador de su ungido”. ¡Amén!

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