agosto 28, 2014

Armonía y Sumisión Espiritual

(Salmos 133:1)

“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Como cristianos necesitamos tener armonía y equilibrio físico, mental, emocional y espiritual. El término “armonía” deriva del griego ρμονία (harmonía), que significa ‘acuerdo, concordancia  y éste del verbo ρμόζω (harmozo): ajustarse, conectarse. La armonía es una sintonía de sentimientos, disposición y simpatía. Es la interacción entre lo que piensas, sientes, dices y haces. El equilibrio es un estado de estabilidad emocional y racional en el que la persona encuentras la calma y es capaz de tomar decisiones y emitir juicios bien fundados. Cuando nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones no están en armonía, es porque hay en nosotros un desequilibrio.
La comunión de los creyentes es una bendición y una constante invitación a los que están viviendo en soledad para que se unan en un cuerpo por medio del Espíritu Santo. Necesitamos vivir en armonía y sumisión a las Escrituras y en una completa obediencia al Señor. Cuando el creyente cumple sus propósitos (los requisitos) para el que fue diseñado extiende su influencia espiritual hacia quienes rodean. La armonía espiritual con los demás creyentes es un testimonio e ilustración del ministerio que realiza el Espíritu Santo en la Iglesia. El Consolador desciende como un perfume fragante sobre el pueblo de Dios cuando los hermanos viven juntos y en armonía. Esto es lo que hace posible que se difunda el aroma de nuestros testimonios al alrededor de donde habitamos.
A veces estamos cruzando el desierto, el calor es abrazador y la es noche tenebrosa pero de repente desciende el rocíos refrescante del Espíritu Santo y nos refresca. Ese rocíos, dice el salmista, solo desciende cuando hay unidad y armonía en el pueblo de Dios. El rocío de Dios es algo que nos vivifica, nos refresca, y fecunda nuestras vidas. Nadie puede medir hasta dónde llega la influencia de los creyentes que caminan en comunión con Dios y en comunión los unos con los otros. Los discípulos estaban juntos en armonía y paz, unidos en oración. Repentinamente el Espíritu de Dios descendió sobre ellos en toda Su plenitud y ellos salieron con la fragancia del Dios tres veces santo a predicar el Evangelio. Cuando hay unidad entre los del pueblo de Dios, ellos disfrutan de la vida y de la salvación en un sentido verdadero; y no solo esto, sino que los creyentes vienen a ser canales por medio de los cuales la vida de Dios fluye hacia los demás.
Cuando nos sentimos agitados, incómodos, o sentimos que nos falta algo, de modo que nos cuesta tomar decisiones racionales y serenas es porque hay un desequilibrio en nuestra vida. Las acciones que emprendemos deberían ser un reflejo fiel de los que pensamos. En estos tiempos [tan complicados] es necesario ser valiente. La valentía es esa capacidad que tenemos para enfrentarnos al peligro, las dificultades e incertidumbres o al dolor sin que nos venza el temor ni nos desviemos del camino. Cuando estamos aterrados y tenemos temor  de hablar, o de actuar, el valor es lo único que nos permite superar esa situación. La valentía nos capacita para decir la verdad, aunque no le guste a la gente. No deje que el miedo se interponga en tus caminos. Muchas veces nos da miedo confrontar al enemigo. Nos da miedo molestar a los demás. Tenemos miedo de perder el trabajo que tenemos. Tenemos miedo de lo que otros puedan pensar de nosotros. Tenemos miedo de quedarnos sin dinero, etc. La única manera de vencer el miedo es a través de la acción. Puedes meditar sobre tu miedo y pensar en él racionalmente o intentar alejarlo pero si el miedo te impide actuar, debes reunir el valor necesario y vencerlo en el nombre de Jesús. El Espíritu Santo te da el valor que necesita para que pueda silenciar tu miedo; di lo que piensas, haz lo que crees que se debe hacer, expresa tus sentimientos porque Dios está contigo en el presente y lo estará en el futuro.
El único que hace grandes cosas cuyo resultado es positivo y duradero es Dios. Los poderes malignos pueden imitar algunas cosas, pero los resultados siempre serán funestos. La creación nos revela, tanto la misericordia de Dios como también Su sabiduría. Lo que Dios hizo en el éxodo dejó un impacto duradero en el pueblo de Israel. Así como Israel debía recordar estos hechos, notros también debemos recordar lo que Dios ha hecho en nuestras vidas y en la iglesia. Dios manifestó su poder para rescatar a su pueblo de la opresión por eso tu debe tener confianza porque Dios  también te rescatará a ti.
No dejamos de maravillarnos por la grandeza de Dios; el Señor lo ha creado todo y también reina sobre todo. Nos maravillamos aun más cuando reconocemos que a pesar de su grandeza y gloria siempre mira a los humildes y sencillos de corazón. Dios conoce perfectamente tu corazón. Él es más fuerte que todo aquellos te preocupas, y es él quien “preserva” la vida de Sus hijos. Dios conoce todo, se fija y disciernes nuestras necesidades más íntimas. Dios conoce todos nuestros proyectos, sueños, deseos, y propósitos. El Espíritu Santo nos quiere transportar a la dimensión plena de la presencia de Dios, manifestada a través de su omnipresencia y omnisciencia divinas. Las contradicciones de la sociedad en que vivimos tienden a crear dudas e inseguridad en los cristianos, terribles inhibiciones en el servicio al Señor, pavorosas huidas al desierto, agudizando la falta de objetivos concretos en la vida. ¡Amén!

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